sábado, 7 de agosto de 2010

El mito del "pueblo palestino"


Jorge Fernández Zicavo

El más erróneo de los tópicos sobre el llamado conflicto palestino-israelí, es llamar palestinos a los árabes que durante las invasiones musulmanas del siglo VII d.c. se asentaron en las zonas de Palestina no habitadas por los hebreos; descendientes de los que sobrevivieron a la destrucción del reino de Israel por las legiones romanas en el 70 d.c. y optaron por quedarse.

Es decir, aquellos árabes (tal vez fenicios), llegaron cuando se cumplían 2.700 años de presencia continuada de los israelitas, que durante 433 años (1030-597 a.c.) tuvieron su Estado-Nación con los reinos, simultáneos durante gran parte de esos siglos, de Israel y Judá. La deducción que podemos sacar de lo anterior es obvia: a quienes deberíamos llamar palestinos si reclamaran el gentilicio, sería a los israelitas que siempre estuvieron allí, en su patria, mucho antes de que fuera bautizada como Pallestrum por Roma. Por el contrario, los árabes que se fueron estableciendo desde aquel siglo VII hasta el XX, nunca demostraron interés por fundar un Estado. ¡Durante 13 siglos!

Pero no estamos ante una confusión conceptual o ignorancia histórica de quienes defienden la “causa palestina”, sino ante la deliberada construcción política de un sujeto mítico (pueblo expulsado de su tierra por fuerzas extranjeras) al servicio de una estrategia diplomática, de opinión pública y yihadista, destinada a impugnar la existencia del Estado de Israel.

La diferencia sustancial entre israelíes y palestinos, radica en que los primeros se articularon como nación en base a una gran cultura que fecundaría a Occidente: su religión monoteísta de un Dios-Idea y universal; su literatura mitológica e histórica (la Torá); su derecho civil y penal (el Nezikin del Talmud) semilla del griego y el romano; sus principios morales y éticos que pasaron al cristianismo, etc. Pero sobre todo, porque tuvieron la voluntad política de fundar su Estado nacional.

PALESTINA EN EL SIGLO XX
Algunos datos históricos.

En 1918, tras la derrota del eje turco-alemán en la I Guerra Mundial, Gran Bretaña tomó posesión de Palestina como Protectorado, ratificada en 1922 por el Mandato de la Sociedad de Naciones. Ese mismo año Churchill propuso convocar elecciones para formar un Gobierno Autónomo, pero los árabes, a pesar de tener garantizada la victoria por constituir el 90% de la población, rechazaron el proyecto porque autorizaba la entrada de judíos europeos y la creación de un Hogar Judío en Palestina. El retorno a Erets Israel impulsado por Theodor Herzl y visto con simpatía por la Corona británica, era un proceso irreversible.

En 1939 ya se habían establecido 500.000 colonos europeos judíos en Palestina, que explotaban 3.000 talleres, fábricas y comercios; y 230 granjas y 140 Kibbutz en tierras que los árabes les vendían a precios escandalosamente altos. Era tal la desidia de los árabes pastoriles en relación con la agricultura, que llegaron a venderles un valle desértico de 500 Km2 (Jezrael), transformado muy pronto por los laboriosos colonos en una región altamente productiva de alimentos.
En ese mismo año, los colonos judíos crearon en aquella Palestina de piedras, olivos y cabras, una central sindical (Histradut); el Partido Socialista (MAPAI) que gestionaría la creación del Estado; una fuerza de autodefensa (la Haganá fundada por Vladimir Jabotinski); la Universidad Politécnica de Haifa (hoy una de las más prestigiosas del mundo); una central eléctrica y una red de asistencia sanitaria.

Las tribus árabes mientras tanto, seguían viviendo como durante siglos en poblados sucios y miserables, carecían de industrias y no trabajaban la tierra porque se habían acostumbrado a vivir de la ayuda alimentaria suministrada por la Sociedad de Naciones y Gran Bretaña.
En 1944 (ya había 600.000 colonos europeos judíos, frente a 800.000 árabes) el Congreso de EE.UU. aprobó a instancias de Roosevelt la creación del Estado de Israel, pero la presión de las compañías petroleras obligó a dejarlo en suspenso. Ese año, la legendaria Brigada Judía de la Haganá, combatió contra los alemanes en Italia encuadrada en el VIII Ejército británico.
Finalmente, al agotarse el Mandato, y como consecuencia de la presión política y militar ejercida por el MAPAI sobre la ONU y Gran Bretaña, el 14 de mayo de 1948 el milenario pueblo judío en la diáspora hizo realidad el viejo sueño de refundar el Estado-Nación en su patria.

3.948 años (-2.000) después de la llegada de las tribus hebreas a Canaan.
3.148 años (-1.200) después de regresar a su patria tras huir de Egipto donde eran un pueblo cautivo y esclavo.
2.545 años (-597) después de que la Babilonia del rey Nabuco-donosor (como en el 722 a.c. hiciera Sargón II de Asiria con el reino de Israel), invadiera el reino de Judá poniendo fin a más de cuatro siglos de Estado nacional judío.
También, después de diez siglos de pogromos europeos; y de que Stalin quisiera confinar a sus judíos (opuestos al colectivismo agrario forzoso y al ateísmo) en Siberia; los británicos (por intereses geopolíticos) en Uganda; y los oberstmenchen nazis (antes de decidirse por la Shoa) en Madagascar.

Pero todo esto es irrelevante para las izquierdas, que continúan repitiendo, con una ignorancia histórica que exhiben sin pudor, que... "el Estado de Israel es un país artificial, un cuerpo extraño en Oriente Medio".
Insólita afirmación que prescinde de las fechas en que se fundaron los Estados árabes de la región, y también los más alejados como Libia, Argelia o Marruecos.
Irak (1925), Arabia Saudí (1932), Egipto (1936), Líbano (1943), Siria (1946), Jordania (1949)

Otro argumento utilizado por la izquierda es que la fundación de Israel supuso el éxodo de masas árabes de Palestina. Cierto, fueron unos 630.000. Y exactamente 567.654 los judíos iraquíes, sirios, libios, jordanos, libaneses, egipcios, marroquíes, argelinos, tunecinos y yemeníes expulsados de sus países en 1948 como respuesta a la fundación del Estado hebreo.


PALESTINA EN EL SIGLO XX
Algunos datos políticos.

Es preciso repetirlo. La contradicción fundamental que los defensores del pueblo palestino expulsado de su tierra por Israel no pueden explicar, radica en el hecho de que durante los treinta años de Protectorado británico legitimado por la ONU no cuestionaron ese status ni demostraron interés por fundar un Estado; como tampoco desde que tienen su propio gobierno en Ramala. Y en Gaza, donde Hamás dio un golpe sangriento contra el gobierno de Al-Fatah y ya llevan cinco años desconectados de Israel. Los clanes mafiosos y fraticidas que conforman el "pueblo palestino", sólo saben matarse entre ellos por el botín de la ayuda internacional, y nada indica que este escenario vaya a cambiar a medio plazo.

Por otra parte, cuando las vecinas naciones árabes se vieron obligadas a recibirlos en sus territorios tras la victoria israelí en la Guerra de los Seis Días, la nación hermana de Jordania mató a 3.000 fedayines de Al-Fatah durante el Septiembre Negro de 1970, en respuesta al intento de golpe de Estado de la OLP contra su anfitrión, el rey Hussein.
En cuanto a Egipto y Siria, los expulsaron al Líbano, donde en 1982 el gobierno los masacró en Sabrá y Shatilla después de que Arafat estuviera involucrado en el asesinato del presidente Bashir Gemayel en un nuevo intento de golpe de Estado como en Jordania.
Para los gobiernos de los países árabes, en definitiva, los hermanos palestinos son unos apestados, unos parias que sólo les sirven para desestabilizar a Israel. Para el resto del mundo, un pueblo de terroristas entrenados desde la infancia; y de parásitos que se han acostumbrado a vivir del tráfico de armas y los programas de alimentos proporcionados por Naciones Unidas; siendo Israel, por cierto, el país que más dinero aporta.
La franja de Gaza que los ignorantes llaman campo de refugiados, es un nido de delincuentes y terroristas internacionales; un gueto de criminales que, cada vez más, se va pareciendo a la Somalia de los piratas o al Afganistán de los talibanes. Una red yihadista de "Estados fallidos" a la que no tardará en sumarse Líbano si el Hizbollá armado por Siria e Irán se hace con el poder.

CONCLUSIONES

1- No existe, ni ha existido nunca, un conflicto político entre el Estado de Israel y los árabes de Palestina, pues no puede existir tal cosa entre un Estado-Nación soberano y una población sin más representación que el gobierno sin Estado de Ramala en manos de Al-Fatah. Y no digamos, con la Gaza controlada por la yihadista Hamás que no reconoce la autoridad de Ramala. Un surrealista caso de sublevación secesionista en territorios sin Estado.
Lo único que ha existido desde 1948, ha sido la continuada agresión militar y terrorista de las naciones árabes y de los árabes de Palestina contra el Estado de Israel. La famosa negativa de Arafat a la oferta de Ehud Barak (80% de los territorios ocupados en 1967 y un sector de Jerusalén), en las reuniones de Camp Davis celebradas en 2000 a instancias de Bill Clinton, demostraron definitivamente lo que ya se sabía: que los jefes terroristas de Al-Fatah nunca han querido fundar un Estado, sino mantener el conflicto armado con Israel porque ello les reporta unos cien mil millones de dólares provenientes de la comunidad internacional y Arabia Saudí. La fortuna del corrupto Arafat, ahora en poder de su viuda, propietaria de un lujoso piso en el distrito más exclusivo de París e inversiones y depósitos en varios paraísos fiscales, ha sido sacada a la luz por el Mossad.

2- La nación judía, perseguida durante siglos, llevada al borde de la extinción, y con su Estado rodeado de países que han intentado destruirlo en cuatro ocasiones (1948-1956-1967-1973) desea la paz probablemente más que ningún otro pueblo, pero precisa-mente por su trágica historia, es una nación obsesionada con su seguridad. Por ello, son los primeros interesados en que los árabes de Palestina funden un Estado que acepte la vecindad pacífica y ajustada al derecho internacional, con Israel.
Pero a estas alturas, después de 62 años comprobando el fanatis-mo árabe de Todo o Nada, y con la yihadista Hamás gobernando Gaza, más las amenazas apocalípticas del régimen de Irán que el Occidente suicida se toma a broma, las perspectivas para alcanzar una solución racional y pacífica a este conflicto no pueden ser más pesimistas.

3- Con la segunda Intifada, el gobierno de la ANP con sede en Ramala, y entonces en manos de Arafat, lanzó en 1993 una ofensiva de atentados terroristas contra la población civil israelí que provocó 900 muertos y varios miles de heridos.

4- Los árabes de Palestina que apoyan políticamente a sus gobiernos terroristas, son cómplices de esas ofensivas criminales contra la población civil de Israel.

5- Los árabes de Palestina que, además de este apoyo político, colaboran con las bandas terroristas proporcionándoles ayuda logística, son coautores materiales de dichos asesinatos. Al vincularse orgánicamente, dejan de ser civiles para convertirse en combatientes contra el Estado de Israel, por lo cual deberán asumir las consecuencias de sus operaciones contraterroristas.

6- Los niños árabes que casualmente siempre mueren a la hora de los telediarios europeos, son llevados a la línea de fuego en calidad de escudos humanos. Muchas veces, por sus padres o hermanos mayores.

7- Las casas demolidas por el ejército israelí en Gaza durante los combates no son viviendas ajenas al conflicto, sino casas utilizadas por Fatah y Hamás como depósitos de armas, refugio de terroristas y bocas de túneles por los que reciben armas desde Egipto. Asimismo, está probado que en el último enfrentamiento con Hizbollá en Libano, colocaron sus lanzaderas de misiles en azoteas de edificios de viviendas y hospitales sin importarles las vidas de sus ocupantes; y que en Gaza utilizan ambulancias para transportar armas y municiones.

8- El muro que las izquierdas y los progres llaman de la vergüenza, es una lógica y legítima muralla de seguridad destina-da a impedir la entrada de terroristas suicidas desde Gaza en un Estado soberano.
Lo único vergonzoso y abyecto de este asunto es que Fatah y Hamás sean invitadas a los Congresos del PC-Izquierda Unida de España; y que el ministro de Exteriores de dos gobiernos socialis-tas, el agresivo antisemita Miguel Angel Moratinos que cuando viaja a la carcel flotante cubana no recibe a los disidentes ni a familiares de presos políticos, condenara las ejecuciones de jefes terroristas llevadas a cabo en Gaza por la Inteligencia militar israelí, por… “no ajustarse a derecho”.

9- Los árabes de Palestina deberían tomar conciencia del abismo hacia el que los arrastran desde hace décadas sus dirigentes. Y de que nunca podrán doblegar por la violencia a un pueblo que ha sobrevivido a imperios de la Antigüedad barridos por la Historia, a siglos de pogromos en Europa, a la Alemania nazi y a cuatro guerras contra coaliciones de ejércitos árabes.

10- Respecto a la irrupción en este conflicto del genocida Ahmadineyad que detenta el poder en Irán, de lo único que podemos estar seguros es que si se decidiera a desencadenar un ataque nuclear contra el liliputiense Estado de Israel, segundos después todo Irán también sería borrado del mapa pues Israel tiene una flotilla de submarinos armados con misiles nucleares navegando las 24 horas.
La lógica disuasoria derivada de la aniquilación mutua funcionó entre EE.UU. y la URSS, naciones culturalmente cristianas (a pesar del ateísmo oficial soviético) y occidentales, aunque esto último sea dicho a medias respecto a Rusia; pero lo dantesco de la amenaza iraní, es que proviene de un Estado musulmán funda-mentalista y yihadista; es decir, de una cultura oriental que ideológica y psicológicamente está preparada para una inmola-ción contra los infieles que les abriría las puertas del paraíso. Más aún, lo desean fervientemente, se preparan desde la infancia para ello en madrasas y mezquitas que programan sus mentes como zombies; y llevan a cabo las masacres con una histérica y escalofriante naturalidad.


Terrorista suicida de Hamás con su hijo, cumpliendo el ritual de la despedida ante las cámaras

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