sábado, 21 de mayo de 2011

Coronel H. Losito: Héroe de dos Guerras



Fragmentos del texto leído por el Coronel del Ejército Argentino, Horacio Losito (condecorado por heridas y acción heróica durante la Guerra de las Malvinas) ante el Tribunal que acaba de condenarle a cadena perpetua por haber participado en el combate entre el Ejército Argentino y terroristas marxistas, que la izquierda y el régimen Kirchner llaman "masacre de Margarita Belén". El combate, en el que resultaron muertos 22 terroristas de la organización Montoneros, se produjo en diciembre de 1976, cuando un convoy militar que trasladaba a un grupo de terroristas prisioneros fue atacado por sus camaradas con la intención de liberarlos.

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Sra. Presidente:

Argentina vivió en las décadas del 60 y 70 una guerra no convencional, de tipo revolucionaria; con estrategias, tácticas y técnicas de empleo particulares, donde el objetivo político era la toma del poder a través del terrorismo subversivo. Negar esto es ignorancia, necedad, o conveniencia.

Esto fue ratificado 13 veces en la Causa 13/84, en los folletos y revistas de la época, en los diarios de sesiones del Congreso de los años 1974, 1975 y principios del 76, en libros actuales escritos por Montoneros, e inclusive por el doctor Bosh cuando, en este juicio, en la fase preliminar, sentenció categóricamente: "si los juzgáramos con el Código de Justicia Militar, les correspondería la pena de muerte"; a sabiendas que esa pena máxima la preveía el CJM sólo para delitos en caso de guerra. Fuera de ella no se podía requerir ni ejecutar la pena de muerte.

¿Cómo se generó esta guerra?

Este fenómeno internacional se desarrolló en el marco de la Guerra Fría entre el Bloque Soviético y los Aliados al término de la II Guerra Mundial, a través de los movimientos de liberación nacional, fenómeno que afectó a Europa, Asia, África y toda Latinoamérica con base en Cuba, y chocó en nuestro país con una violencia inusitada:

Atacando cuarteles (ocho), destruyendo aeronaves militares y embarcaciones de guerra, copando ciudades como La Calera y Garín entre otras, colocando bombas como las que asesinaron a Paula Lambuschini de solo 15 años, o las que puso Verbitsky en el Estado Mayor General del Ejército, donde muere un circunstancial camionero; o en Coordinación Federal, donde mueren 32 policias y civiles, con más de cien heridos y mutilados. Secuestros y torturas como el del Coronel Larrabure que permaneció un año dentro de un ropero en un sótano antes de matarlo. O como los hermanos Bornn, cuyo millonario rescate de 60.000.000 u$s, es el más importante en la historia de la humanidad, la tercera parte del presupuesto nacional para defensa de aquellos años. Robos, asesinatos indiscriminados como los del Capitán Viola y su hija de sólo 3 años, o de los filósofos Genta y Sacheri porque no pensaban como ellos; hasta la intención de copar una Provincia entera como la de Tucumán, para independizarla y usarla como segunda base continental, para continuar con sus propósitos de expandir la guerra terrorista revolucionaria lanzada en América del Sur.

La Causa 13/84 contabilizó 21.642 atentados terroristas entre 1969 y 1979, siendo que Gorriarán Merlo, en su libro habla de 30.000 atentados, sólo del ERP.

Es el emblemático comentario del terrorista subversivo Jorge Masseti en su libro El furor y el delirio, donde dice:

"Hoy puedo afirmar que por suerte no obtuvimos la victoria, porque de haber sido así, teniendo en cuenta nuestra formación y el grado de dependencia de Cuba, hubiéramos ahogado el continente en una barbarie generalizada. Una de nuestras consignas era hacer de la Cordillera de los Andes la Sierra Maestra de América Latina, donde primero hubiéramos fusilado a los militares, después a los opositores, y luego a los compañeros que se opusieran a nuestro autoritarismo".

También podemos mencionar a Miguel Bonaso, que declaró en la revista Gente de 1998: "hicimos cosas monstruosas que tenemos que discutir".

En ese marco caótico y disolvente, un gobierno constitucional ordenó a su elemento natural, "sus FFAA, de FFSS, policiales y penitenciarias", aniquilar el accionar subversivo para librar a la Nación de su flagelo.

En cumplimiento de esa orden, las FFAA, ganaron la guerra tanto en el campo militar, como en el campo político, porque la Argentina, todavía hoy, 35 años después, no es Cuba, cual era el objetivo político del terrorismo subversivo.

Pero claro… como en toda guerra la primera víctima es la verdad, y Argentina no fue la excepción de la regla.

Hoy, 35 años más tarde, los soldados vencedores de esa guerra estamos siendo juzgados y condenados bajo un sistema persecutorio, inconstitucional y arbitrario. Estos procesos son el arte de aparentar lo justo, el arte de la pura formalidad del debido proceso, en los cuales se prescinde del fondo de la cuestión; ninguna defensa, ninguna garantía de derechos humanos, ninguna causa de justificación, ninguna duda, ninguna absolución vale para los imputados.

Extensas prisiones preventivas, por ejemplo, en nuestro caso, 7 años; la aplicación retroactiva de la ley penal, los rechazos "in limine" de las presentaciones de fondo, la deficiencia e insuficiencia de las pruebas para acusarnos, las nulidades de leyes de amnistía aprobadas por el Congreso y por él fulminadas, los fallos de cambios radicales e intempestivos, los querellantes de estas causas, la violación al principio de legalidad y prescripción de la acción penal, etc. son las pruebas fehacientes de la aplicación del derecho penal del enemigo.

En fin, para juzgarnos y condenarnos, han violado y siguen violando sistemáticamente la Constitución Nacional y los Tratados de igual jerarquía. Liberaron el poder del Estado para perseguirnos penalmente, al punto tal, que no tenemos ninguna posibilidad de defensa contra el Leviatán que han montado.

La pregunta es, ¿por qué sucede esto?

No hay una sóla respuesta, las causas son múltiples, pero el factor común de todas son odio, revancha, intereses políticos espurios, intereses particulares o de grupo y, fundamentalmente, intereses económicos.

Sólo basta pasar revista a las cabezas de la parte acusadora y querellante:

Esteban Righi: jefe de los fiscales federales, Legajo de la CONADEP como desaparecido Nº 04380. En el año 1973, como ministro del Interior del nefasto Presidente Cámpora, abrió las puertas de las cárceles a más de 1.500 terroristas procesados y condenados, que volvieron a las armas desatando una ola de violencia nunca vista en Latinoamérica, asesinando y persiguiendo entre otros, a los jueces federales que los habían juzgados en el marco del Debido Proceso;

Horacio Verbitsky (alias "perro"): hoy querellante; entonces, oficial operativo y de inteligencia de Montoneros, absuelto por la justicia federal por actos de terrorismo el 21 de marzo pasado, por haber prescripto la causa.

Eduardo Luís Duhalde (alias "Demián"): hoy secretario de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación; entonces, oficial del ERP, la organización más sangrienta de esa época. Fundador del Movimiento Todos por la Patria (MTP) que atacó el cuartel de la Tablada en 1989, en plena época democrática.

No queriéndome extenderme en el plano Nacional nombrando ministros, secretarios, embajadores, legisladores, etc., activos militantes de esas organizaciones, en homenaje del tiempo disponible.

Por lo tanto, no sólo estamos siendo juzgados al margen del proceso constitucional, sino que los que capitanean este oscuro emprendimiento, son ni más ni menos que las cabezas visibles del enemigo, al cual combatimos por orden del Gobierno de María Estela Martinez de Perón, avalado por los políticos de turno como Luder, Ruckauf, Cafiero y otros.

Es fácil concluir por lo dicho, que han corrompido principalmente las Instituciones de la República hasta su médula, mediante un terrorismo sin armas basado en el soborno, la coacción, la mentira, el engaño; comprometiendo la estabilidad en el puesto, de los funcionarios que no les son funcionales; pero, por supuesto, con la anuencia -por falta de convicción, ética, principios y valores- de los que accedieron y acceden en forma complaciente a tal presión.

En fin, los militares estamos siendo condenados por una decisión política espuria, para fines e intereses políticos partidarios. Por lo tanto, nos definimos como Presos Políticos, con todas las consecuencias que ese estatus conlleva.

Para terminar con esta parte, quería decir que, si prestamos atención a la historia universal, podremos observar que las cosas que salen de sus cauces naturales, vuelven a retomarlos en el tiempo. Por lo tanto, tengo la convicción de que toda esta puesta en escena está llegando a su fin, ya que no es aceptada por gran parte de la Sociedad, de la Dirigencia Política y, fundamentalmente, por el Ejército Argentino y el resto de las Fuerzas.
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Señores jueces:

¿Qué exijo de ustedes?

Que sean valientes, autónomos, independientes.
Que sepan vencer los humanos y comprensibles temores.
Que demuestren con hechos, que hay independencia en la justicia,
Que demuestren que la República aún no está perdida.
Que demuestren en definitiva a nuestro pueblo, APLICANDO LA LEY SIN INGREDIENTES EXTERNOS, que todavía hay gente proba que respeta las instituciones y ama a su país.
Estoy convencido que ustedes saben que no están delante de delincuentes. Están frente a soldados del Ejército Argentino que solo supieron dar entrega a su Patria sin pedir nada a cambio.
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Dra. Yunes, Dr. Belforte, Dr. Gonzáles, Dr. Alurralde, Señores defensores, fiscales, querellantes, secretarios, fuerzas de seguridad, policiales y penitenciarias, público que están aquí presentes y para todos aquellos que en el futuro vean esta grabación:

He pasado 43 años de mi vida en el Ejército, he participado en tres guerras, y he sido observador militar de otras en distintos lugares del mundo.

Nadie más que los que conocemos la brutalidad de la guerra, que es un hecho antinatural, cruel, sangriento y despiadado, queremos evitarla.

No obstante, a los hombres de armas les digo:
El virus de la guerra es intrínseco en el hombre; por lo tanto hago un llamado a mis camaradas de armas para que sean fieles al juramento que hicieron ante Dios y la Patria de dar la vida para defenderla; que no hagan caso del mensaje maquiavélico que con nuestros juicios se les están señalando: "Si cumplen órdenes en la guerra, serán juzgados y condenados, cuando a algún gobierno de turno, violando la Constitución Nacional, le convenga…"

Por ello, les pido estén siempre alertas para salvaguardar los grandes intereses nacionales.
Recordemos también, los más antiguos, que todos los que hemos sido nombrados para ejercer el mando, hemos jurado también defender la Constitución Nacional hasta perder la vida, y eso trasciende a cualquier Gobierno

Han tratado de dividirnos entre el "viejo" y "nuevo" Ejército, pero no lo han logrado, por desconocer la naturaleza que nos tipifica y distingue.
Cuando recibimos nuestras insignias en los diferentes Institutos de formación, recibimos con ellas, el peso de la historia del Ejército, sus victorias y sus derrotas sus aciertos y desaciertos, ¡Y NOS HACEMOS CARGO DE ELLO EN UNA CONTINUIDAD HISTORICA INDIVISIBLE!
Nuestra Patria nació con el Ejército, y la acompañó y contribuyó activamente en su historia de grandeza. HOY NO PUEDE SER DE OTRA MANERA.

A la sociedad toda, quiero decirle: No permitamos que se siga alimentando el odio y el desencuentro. Si al estado extremo de inseguridad que vivimos hoy en nuestro país, le agregamos el fomento del odio, crispaciones y divisiones que este régimen incentiva entre los argentinos, poniendo la historia y la educación al servicio de la ideología, estaremos más cerca de volver a la pesadilla del pasado, en vez de lograr la pacificación y concordia para un desarrollo en seguridad física y jurídica.
Especialmente, esta reflexión va para los más jóvenes, ya que 28 años de propaganda oficial distorsionando la verdad de las décadas del 60 y 70, provocó que dos generaciones enteras crecieran en el engaño y especialmente en la confusión, germen de los desencuentros y enfrentamientos. Pero claro, sin dejar de lado a los no tan jóvenes, que han olvidado lo vivido o vendieron su memoria al oportunismo.

Está en nuestras manos próximamente, elegir seguir mirando sesgadamente el pasado o apostar al futuro con la dignidad que las circunstancias requieren. Juntos cerremos las heridas. No transmitamos a las nuevas generaciones la angustia del pasado para que puedan crecer en paz y armonía.

No quiero concluir sin agradecer a mi familia, que me acompañó sin claudicaciones a lo largo de mi agitada vida de servicio, y especialmente en estos últimos 7 años como prisionero político, siendo el pilar fundamental de mi sostenimiento espiritual.
A mis amigos que nunca me abandonaron.
A los miles de ciudadanos argentinos y extranjeros de todas las edades, conocidos y desconocidos, que me hacen llegar su apoyo y aliento en la convicción de una pronta y justa solución.
A los miles de hombres y mujeres que han servido bajo mi mando en el Ejército, en la paz y en la guerra, y a los que no lo han hecho, que por diferentes modos me hacen saber de su presencia y disposición.
A mis defensores oficiales, que les tocó en suerte llevar adelante una defensa compleja en notoria desventaja. No obstante lo hicieron con valentía y profesionalidad.

Por último al pueblo de esta querida Patria:
Que jamás nos volvamos a enfrentar en forma sangrienta entre argentinos, porque si la guerra en sí ya es irracional, eso se potencia más cuando un argentino combate contra otro argentino.
Ruego a Dios por las almas de las vidas truncadas en esas décadas y para que lleve a sus familiares paz y consuelo.
Que la justicia sea el camino de la verdad y el encuentro, para que la confusión de paso a la lucidez.


Chaco, República Argentina

15 de mayo de 2011

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