jueves, 8 de julio de 2010

Derecha nacionalista argentina: enredada en la contradicción permanente.




Hemos recibidos varios correos manifestando sorpresa ante el hecho de que un Blog que justifica y defiende la legitimidad constitucional, histórica y moral de la aniquilación de las organizaciones terroristas marxistas argentinas en la década del setenta -es decir, situado en la derecha- sea filosemita y apoye al Estado de Israel en su lucha contra el islamoterrorismo de Hamás y Hizbollá que llevan años atacando a su población mediante atentados suicidas y misiles proporcionados por Irán y Siria. En ellos laten dos viejos errores conceptuales de una derecha nacionalista fosilizada, incapaz de revisar un enfoque general elaborado grosso modo a partir de 1919.

1- Negar la condición nacionalista, nada menos que a la derecha democrática (liberal-conservadora) que fundó el Estado-nación argentino. Aunque parezca increíble, aún existen sectas federales que llaman "cipayos" a gigantes como Sarmiento o Alberdi.
Esta anacrónica simplificación maniquea entre pueblo-federal y oligarquía-unitaria, no ha dejado de generar incoherencias (nacionalismo popular y nacionalismo oligárquico) y malentendidos ideológicos que contaminan desde hace un siglo su discurso con ensoñaciones telúricas (autóctonas, y del romanticismo alemán), sobre el fantasmagórico "Ser nacional" del marxista Hernández Arregui, y gauchos titánicos estilizados por el realismo socialista del terrorista montonero Ricardo Carpani. Su sectarismo les impide captar la pluralidad de la categoría Derecha, y las relaciones dialécticas entre coincidencias tácticas y divergencias estratégicas. De ahí su sorpresa cuando encuentran variantes no previstas, en un Blog que creían "de los nuestros".

Dado que aquí respondemos en bloque a todos esos Mails, nos limitaremos a decir que, siendo liberales y conservadores, defendemos la democracia pluripartidista como el menos negativo de los sistemas de gobierno conocidos (pese a ser partidocracias mafiosas y corruptas); pero una democracia fuerte, implacable, e incluso termidoriana contra sus enemigos de cualquier signo, especialmente si éstos, además del sistema, atacan la soberanía del Estado-nación como mercenarios al servicio de geopolíticas extranjeras: Argentina años 70.

En la defensa de los valores históricos-culturales de Occidente, y del capitalismo (siguiendo la lógica del mal menor) entendido como un organismo económico vivo y evolucionista, infinitamente más productor y distribuidor social de riqueza que el socialista, estaríamos dispuestos, si fuera preciso para garantizar la victoria contra una amenaza comunista, a aceptar alianzas de combate (tácticas, y luego cada uno a su sitio) con derechas autoritarias, y hasta una posterior dictadura transitoria de igual signo, como el Proceso termidoriano argentino; pero jamás con derechas nazifascistas que aspiran a implantar regímenes totalitarios y de partido único copiados literalmente de la Rusia soviética.


Por si quedaran dudas: en el hipotético caso de una segunda guerra revolucionaria marxista en Argentina, colaboraríamos activamente con las Fuerzas Armadas. Más aún, creemos que fue un error no haber organizado en 1976 milicias populares encuadradas por el Ejército o Gendarmería Nacional, que habrían aportado una sólida base de apoyo político y operativo a la justa guerra contrarrevolucionaria del Estado contra la subversión marxista; tal como ocurriera en la guerra civil española con los 80.000 milicianos de la Falange, y años después en Vietnam del Sur. La CGT, y los partidos (todos) que llevaban meses pidiendo un golpe militar, hubieran sido una inagotable fuente de reclutamiento, pues si hay algo que está fuera de toda duda es el profundo sentimiento anticomunista del pueblo argentino, incluida su clase obrera mayoritariamente peronista; pero en política, los generales argentinos nunca han sido precisamente imaginativos.

De igual manera, si pudiéramos retroceder en el tiempo…

En la Rusia anterior a Octubre hubiéramos aniquilado a los bolcheviques desde una República termidoriana que el socialista Kerensky hizo imposible; o combatido en la posterior guerra civil 1918-1921 en los ejércitos blancos de Kolchack o Denikin contra el Ejército Rojo de Trotski, y más tarde en la legendaria División Azul de la Falange Española.

En la Italia de los años veinte, encuadrados en los fascios (el fascismo italiano nunca fue nazi), contra las oleadas de huelgas revolucionarias socialistas y anarquistas.

En la guerra civil española, en el bando nacional junto a la mitad de la población y al 90% de oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas y Guardia Civil.

En la guerra civil china, en el bando de Chiang Kai-chek.

En Cuba hubiéramos combatido en Playa Girón; en Salta nos hubiera complacido ejecutar al mercenario Masetti que invadió su patria y asesinó a un gendarme al frente de marxistas argentinos entrenados por el capitán del Ejército cubano Horacio Peña Torres muerto en la selva de Orán; en Bolivia hubiéramos operado contra el Che y sus 18 militares cubanos que articulaban la guerrilla; en Chile contra Allende, en Nicaragua contra el FSLN, en Uruguay contra Tupamaros y en Perú contra Sendero Luminoso.

En Argentina, consideramos históricamente inevitable, y positiva para la supervivencia del Estado-nación, la aniquilación del terrorismo marxista apátrida y mercenario decretada por el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, refrendado por el Congreso de la Nación, y apoyada por una sociedad harta de siete años de terrorismo de unas izquierdas enloquecidas empeñadas en desatar una guerra civil revolucionaria como estrategia para la toma del poder.

La derecha nacionalista argentina, por lo tanto, no tiene la exclusividad en la defensa de las Fuerzas Armadas, ni de la derecha, ni del sentimiento nacionalista; y supone un disparate que pretendan dar lecciones a los liberal-conservadores que, conviene repetirlo, fundaron el Estado-nación.

2- Su segundo error conceptual es el antisemitismo, y su derivación antisionista.
El antisemitismo es una pulsión psicótica (paranoica, imposible de racionalizar), hasta el punto de que ni un solo antisemita puede argumentar su odio fóbico más allá de un pueril "asesinos de Cristo", o de las paranoicas leyendas de la Inquisición y de Los Protocolos de los Sabios de Sion redactados por la policía secreta rusa en 1903 para desatar progromos, acerca de niños cristianos crucificados y luego devorados tras beber su sangre. Obviamente, los antisemitas son incapaces de precisar qué perjuicios han causado los argentinos judíos a su sociedad y a su Estado; dado que, al contrario, y como es bien sabido, realizaron notables aportaciones al desarrollo agropecuario, industrial, científico, educativo y cultural. Recordemos la definición de Fobia: temor irracional muy intenso, angustioso y obsesivo. Subfijo, Fobo: odio o antipatía: xenófobo, etc. Más que un error político, la fobia antisemita es un asunto de psiquiatría.

También suelen confundirse con el término semita, que homologan a "raza judía". Les da igual que para la antropología tal raza no exista, y que judíos y árabes sean semitas. Como dijo un inspirado Disraeli, "los judíos son árabes mosaicos, y los árabes judíos a caballo". También les parece de poca importancia que Jesús de Nazareth, María y el carpintero Josué (personajes mitológicos, históricamente no acreditados) fueran judíos; ni que (siempre en el terreno mitológico) Jesús fuera un rabino. Y qué decir del otro judío y rabino disidente, Mahoma, que desarrolló el Islam como doctrina herética escindida del judaísmo porque la jerarquía de Jerusalén no le permitió hacer de Medina (donde había diez sinagogas) un centro de poder político y religioso independiente. No es necesario citar más ejemplos.

En cuanto al sionismo: retorno a la patria simbolizada en el Templo de Salomón construido sobre el monte Sión, de donde les expulsaron tras invadirles y saquearles, los imperios de Babilonia, Asiria y Roma.
Produce estupor constatar que la derecha nacionalista argentina (coincidiendo como en tantas otras cosas con la extrema izquierda), critique y repudie que un pueblo expulsado de su patria milenaria quiera regresar a ella para fundar su tercer y definitivo Estado-nación. Tercero, sí; pues no estamos hablando de tribus nómadas del desierto sino de una nación ya entonces civilizada que durante más de cuatro siglos tuvo dos Estados simultáneos (reinos de Israel y Judá), con sus ejércitos, burocracia, código penal y civil, tribunales, moneda, etc.

También ignoran o restan importancia, al hecho de que Israel sea el único Estado-nación fundado bajo el amparo jurídico de las Naciones Unidas. Y que, además de haber sido la raíz de la cultura occidental desarrollada por Grecia y Roma, sea actualmente la primera muralla política y militar de Occidente en Oriente Medio; única nación democrática (junto a la democracia "sui géneris" de Egipto y la aceptable monarquía constitucional de Jordania), entre una jauría de monarquías absolutistas reaccionarias (Arabia Saudita y Emiratos), Estados terroristas (Siria, algo más lejos Irán, Libia y Argelia), y bases de Hizbollá y Hamás en Líbano y Gaza. A pesar de lo cual, su muro defensivo que ha terminado con la entrada de terroristas suicidas desde Gaza (900 civiles asesinados durante la segunda Intifada), es llamado "de la vergüenza". Así como llaman "belicistas" a sus submarinos que navegan día y noche programados para responder un ataque nuclear iraní. ¿Se pretende que el Estado de Israel no defienda su territorio y que su pueblo se resigne a esperar el Holocausto final rezando ante el muro de los lamentos?

Por estos mínimos razonamientos, que podríamos extender en varios folios, somos gentiles filosemitas por agradecimiento, respeto y simpatía hacia el pueblo milenario, culto y pacífico del que nació nuestra civilización occidental judeo-cristiana. Y apoyamos al Estado de Israel amenazado por el islamoterrorismo yihadista y el genocida apocalíptico presidente Ahmadinejad, de Irán; ambos, jaleados por la peor escoria del planeta: los Castro, Chávez, Evo, Gadafi, la extrema izquierda europea y latinoamericana, y hasta por las vacas locas que pastan los jueves en Plaza de Mayo y defecaron tras el altar de la Catedral y a pocos metros del Mausoleo del General San Martín ante la indiferencia de una derecha nacionalista que se dice católica.

La destrucción de Israel mediante un holocausto nuclear supondría el comienzo del fin para Occidente, la islamización absoluta del planeta ya iniciada por los musulmanes en el siglo VII d.c. y que no ha cesado desde entonces. Su última victoria será el cercano ingreso de Turquía en la Unión Europea. Un continente que ya tiene una población de 50.000.000 de musulmanes ilegales y miles de mezquitas subversivas financiadas por los gobiernos progres de la "alianza de civilizaciones" impulsada por el gobierno "gramsciano" del Partido Socialista Obrero Español. Y que, gracias a la "guerra de las barrigas" (reproducirse como los conejos) propuesta por Boumedianne y Gadafi, en 2030 serán 70 millones. Ilegales e indocumentados, repitámoslo: los ministerios del Interior ignoran sus identidades y domicilios. En definitiva, un colosal ejército de terroristas "dormidos" a la espera de entrar en acción cuando se desate la Yihad a escala mundial.

En realidad, sentimental y políticamente somos tan sionistas como los nacionalistas argentinos empeñados en recuperar las Malvinas. Si pudieran desprenderse de sus fobias irracionales y de su visión folclórica de la Historia, comprenderían que sionismo no significa otra cosa que el derecho natural de toda nación a regresar al suelo patrio perdido a manos de fuerzas militares extranjeras más poderosas. Descubrirían con sorpresa, que también ellos son naSIONalistas. Y que han perdido casi un siglo odiando a quienes objetivamente serían sus mejores -y lógicos- aliados en la defensa de valores y consignas como Patria, Estado-nación, Anticomunismo y (como católicos que dicen ser) anti Islam yihadista.

Actualmente comparten el odio hacia Israel con sus peores enemigos políticos y religiosos: marxistas e islamistas. En otro ámbito, resulta que la extrema derecha nazi acusa a Israel de ser… un Estado nazi (¡!); lo cual les acerca tácticamente a la extrema izquierda, su enemiga estratégica. Demasiadas contradicciones paranoicas provoca el "efecto Israel" en el universo de las derechas, ¿verdad?

Nosotros sostenemos la hipótesis de que son consecuencia de un enfoque inicial fóbico y por lo tanto irracional; y sugerimos a la derecha nacionalista que considere esta hipótesis racionalmente, aunque sólo sea por una vez en cien años de ceguera.
Probablemente, si identificaran correctamente a sus verdaderos enemigos, dejarían de ser sectas y aumentarían su espacio político en una sociedad que ahora les percibe como unos tipos extravagantes, fuera del tiempo.

En cualquier caso, agradecemos que visiten nuestro Blog y nos enviaran sus comentarios.



Jorge Fernández Zicavo

coordinador

2 comentarios:

  1. como te va.. queria primeramente felicitar tu calidad para redefinir conceptos mal utilizadas, tengo una orientacion marxista en el instituto donde estudio.. y soy categoricamente neutro pero me gusta introducirme en ambas ideologias para compararlas, desde un punto de vista objetivo queria darte mi opinion, citandote a paul kennedy refiriendose el mismo a que todos los imperios "caen por su propio peso" no crees que el capitalismo caera por su propio peso..?

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  2. Jorge Fdez. Zicavo9 de enero de 2012, 14:30

    a Luquiitaz:

    Gracias por visitar el blog y este Post.
    Sólo quería hacerte una observación:

    El capitalismo no es un IMPERIO sino un Sistema económico (industrial, mercantil y financiero) basado en la propiedad privada de los medios de producción y de todos los bienes patrimoniales de los ciudadanos: viviendas, vehículos, depositos bancarios, ahorros, acciones, etc.

    Lógicamente, esta libertad económica es consustan-cial a las libertades individuales: participación política, igualdad ante la ley, Estado de derecho, viajar al extranjero, libertad de opinión, de culto, de enseñanza, etc. En definitiva, las libertades propias del sistema democrático.

    Por lo tanto, el Sistema capitalista puede sufrir -y sufrirá- profundas crisis cíclicas, como la actual, pero es imposible que "caiga" o "desaparezca".

    Sencillamente porque -al menos hasta ahora- no existe otro sistema alternativo.
    Ya no existe la URSS y sus colonias europeas. China está embarcarcada en un insólito experimento de "capitalismo salvaje" bajo una dictadura totalitaria de partido único, y Cuba está condenada a seguir ese modelo.
    Rusia por su parte, es una nación capitalista. Y democrática a pesar de sus carencias.

    En definitiva, a pesar de sus crisis el capitalismo (con o sin democracia) se ha impuesto como Sistema económico universal. Por eso, es acertada la metáfora "darwiniana" que le considera un "organismo" vivo, en continua evolución. Cuyo últimó estadio, lógicamente, nadie puede predecir.

    Un cordial saludo.

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