sábado, 30 de junio de 2012

El Termidor argentino (1)

12 de octubre de 1973. Perón (78 años), asume su tercera presidencia.



Jorge Fernández Zicavo

La doctrina contraterrorista que el Estado argentino comenzó a aplicar en todo el territorio nacional a partir del 6 de octubre de 1975 (decreto P.E.N. 2772), fue la respuesta al gran desarrollo alcanzado por la subversión armada a partir del 25 de mayo de 1973.

En aquella convulsa jornada, Héctor José Cámpora fue investido presidente de la República en su condición de candidato-puente del proscripto y exiliado general Perón. Estaba previsto -según lo negociado entre éste y el entonces presidente de facto, general Alejandro Agustín Lanusse- que Cámpora renunciara a los pocos meses y convocara nuevas elecciones, ya con el anciano líder en el país y como candidato a la presidencia. El lema de la campaña fue "Cámpora al gobierno, Perón al poder".

Como anticipo de una ofensiva izquierdista programada, Cámpora sólo invitó a las ceremonias a dos presidentes latinoamericanos marxistas: Salvador Allende (Chile), Osvaldo Dorticós (Cuba), y al general "antiimperialista" Omar Torrijos (Panamá).

Tras una noche de vértigo, en la que unos 3.000 izquierdistas pretendían derribar las puertas de la cárcel de Villa Devoto para liberar a los "combatientes populares", Cámpora, estrictamente vigilado por los jefes montoneros que durante la campaña electoral le habían apoyado con grandes movilizaciones organizadas por su aparato de superficie JP (Juventud Peronista), procedió a firmar los Decretos redactados por su ministro del Interior y abogado defensor de "presos políticos de la dictadura militar", Esteban Righi.

1- Liberación inmediata de los 363 terroristas encarcelados a Disposición del Poder Ejecutivo y/o por la Cámara Federal en lo Penal creada por el gobierno de Lanusse el 28 de mayo de 1971 para combatir legalmente a la subversión armada.

Nota: Las 8.927 causas abiertas durante esos dos años, permiten hacernos una idea de cómo era la vida cotidiana de los argentinos: 12 homicidios, secuestros, atentados explosivos, atracos a bancos, y ataques a fuerzas militares y de seguridad, diarios.

2- Disolución de la citada Cámara y cesantía de sus jueces.

3- Derogación de las leyes "represivas", en particular una que penalizaba con prisión perpetua y/o pena de muerte, el asesinato de militares, policías y jueces.

A continuación, dispuso que aviones de Aerolíneas Argentinas y de Austral trajeran a la ciudad de Buenos Aires a los terroristas presos en cárceles del interior para ser homenajeados como "guerrilleros" heroicos y románticos, y autorizó que pistoleros montoneros formaran una custodia presidencial paralela a la oficial, tal como había hecho Allende en Chile con los terroristas del MIR.

El martes 27, el Indulto fue ratificado en el Congreso de la Nación por todos los partidos políticos mediante la Ley de Amnistía 20.508; una ley surrealista y criminal cuyo Artículo 1º consagró la impunidad penal para "los delitos perpetrados por móviles políticos, sociales, gremiales o estudiantiles antes del 25 de mayo de 1973... cualquiera sea el bien jurídico lesionado". O sea: incluidos los asesinatos y homicidios que lesionaron el bien jurídico primordial del derecho a la vida.
Conviene repetirlo: esta ley criminal contra el Estado, la Constitución y el Código Penal fue votada por los diputados y senadores de todos los partidos políticos.

Exultantes ante esta rendición del Estado que les daba "licencia para matar", las izquierdas armadas iniciarían la segunda fase de la guerra revolucionaria aumentando espectacularmente su accionar a nivel de pistolerismo gangsteril -asesinatos de políticos, militares y sindicalistas peronistas ortodoxos, secuestros extorsivos, atracos a bancos, etc.-, y paramilitar: ataques a unidades del Ejército.

Ya el 25 de marzo el ERP había adelantado su posición ante el nuevo gobierno copando la Central Nuclear de Atocha; y Montoneros y FAR lo hicieron pocos días después del 25 de mayo en una rueda de prensa:

Nuestra estrategia sigue siendo la Guerra Integral, es decir, la que se hace en todas partes, en todos los momentos y por todos los medios, con la participación de todo el pueblo en la lucha y utilizando los más variados métodos de acción, desde la resistencia civil, pasando por las movilizaciones, hasta el uso de las armas.

El 28, el gobierno Cámpora estableció relaciones diplomáticas con los Estados comunistas de Cuba, República Democrática Alemana, Vietnam del Norte y Corea del Norte. El 6 de junio se disolvió la División de Informaciones Policiales Antidemocráticas (DIPA) de la Policía Federal y se ordenó destruir sus archivos.

Resumiendo: las organizaciones terroristas llegaron a la conclusión de que el gobierno de Cámpora, y el que le relevara, presidido por Perón, continuarían aplicándoles la misma política represiva legalista del anterior gobierno militar: juicio y cárcel, pero con tribunales ordinarios. Aunque, especulaban, eso ocurriría en contadas ocasiones, pues esperaban que su campaña de terror contra los jueces de la Cámara Federal en lo Penal (seis se exiliaron, dos fueron objeto de atentados fallidos y Jorge Vicente Quiroga fue asesinado por el ERP-22), paralizara a muchos jueces y fiscales. Y no se equivocaron.
También muchos policías decidieron no jugarse la vida durante el arresto de un terrorista que quedaría en libertad a las pocas horas; o meses después, mediante alguna graciosa Amnistía.

Ante este nuevo escenario de impunidad, con un Estado de Derecho arrasado por el pacto camporista-montonero y el conjunto de los partidos políticos, todas las organizaciones terroristas "hermanas" se volvieron más agresivas y omnipotentes, porque comprobaron que su "política de las armas" contra el "Estado burgués-capitalista aliado al imperialismo yankee", era correcta. Esta se basaba en la hipótesis de que la utilización sistemática del terror contra el Estado y la población civil desafecta, a la larga resultaría insoportable para los gobiernos represivamente supeditados a un viejo Código Penal que no contemplaba los delitos vinculados al fenómeno del terrorismo político.

Por su parte, las Fuerzas Armadas, el Movimiento Peronista, los empresarios, los dirigentes sindicales, la prensa, y la sociedad civil anticomunista en general, llegaron a una conclusión obvia: que la vía legal utilizada hasta entonces por la dictablanda militar para combatir a las organizaciones terroristas quedaba definitivamente descartada, pues, como se demostró el 25 de mayo, la prerrogativa política del Indulto y Amnistía decretada por el Poder Ejecutivo bastaba para impedir el cumplimiento íntegro de las penas y permitía reiniciar, una y otra vez, nuevos ciclos históricos de terror que acabarían conduciendo a una guerra civil generalizada.

¿Y Perón?
Su posición era inequívoca, y racional, puesto que este polifacético personaje fue ante todo y sobre todo, un estadista: el único político argentino que elaboró una doctrina de Estado, resumida en lo interno por su modelo socialdemócrata de Comunidad Organizada y en lo internacional por su teoría de la Tercera Posición.

Como buen estratega, el general había manipulado tácticamente a las "formaciones especiales del Movimiento" (Montoneros-FAR-FAP), en su partida de ajedrez con el general Lanusse. En su carta a Montoneros (20.02.1971), respondiendo la suya del 09.02.1971, el viejo zorro les halagó con frases como estas: "la importantísima función guerrera de Montoneros en nuestro Movimiento" (...) "en la guerra revolucionaria todo es lícito si la finalidad es conveniente".

Pero una vez conseguido el objetivo de retornar al país y al poder mediante el alfil Cámpora apoyado por los peones montoneros, como jefe del Movimiento y Presidente de la República comenzó a recomendarles (en realidad, ordenarles), que abandonaran la lucha armada y se limitaran a la militancia política para contribuir a los éxitos del nuevo gobierno peronista.
La lucha armada había sido táctica (de su carta: "la guerra de guerrillas no es un fin en sí misma, sino un medio para desgastar al enemigo"), pero de ninguna manera estratégica, como afirmaba Montoneros en la suya: "no interferiremos el ala política del Movimiento, pero nos mantendremos en la actividad, señalando la vía armada como único método estratégicamente correcto para la toma del poder" (...) "somos una opción estratégica, y por lo tanto, no subordinaremos nuestro accionar a una acción táctica". O sea, que en 1973 mantenían radicalmente lo dicho en 1971 y desacataban el liderazgo de Perón: "Nuestra estrategia sigue siendo la guerra integral".

Para evidenciar la nueva relación Perón-Montoneros y demás organizaciones armadas, reproducimos algunos fragmentos de sus discursos pronunciados durante 1973 y 1974. En ellos podremos apreciar cómo el desafío de estas organizaciones fueron agotando su paciencia y radicalizándole.

EL CAMINO DE NUESTRA REVOLUCIÓN
Leído en la CGT (Confederación General del Trabajo), el 30 de julio de 1973.

Tras la renuncia de Cámpora, forzada por Perón tras los gravísimos enfrentamientos armados entre Montoneros y la derecha sindical peronista el 20 de junio en Ezeiza, ejercía interinamente la presidencia de la República el presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Alberto Lastiri.

Cuando se habla de revolución, algunos creen que se hace a fuerza de bombas y de balazos. Revolución, en su verdadera acepción, son los cambios estructurales necesarios que se practican para ponerse de acuerdo con la evolución de la humanidad, que es la que rige todos los cambios que han de realizarse. Por eso, a esta muchachada apresurada, hay que decirles, como le decían los griegos creadores de la revolución: "Todo en su medida y armoniosamente". Así llegaremos. No llegaremos por la lucha violenta: llegaremos por la acción racional e inteligente realizada en su medida, y armoniosamente.

UNA REVOLUCIÓN EN PAZ PARA TODOS LOS ARGENTINOS
21 de septiembre de 1973
Difundido por la Radio y Televisión oficial. Cierre de la campaña electoral para los comicios del día 23.

(Dos semanas antes, el día 6, una compañía del ERP había copado el Comando de Sanidad del Ejército en la ciudad de Buenos Aires, muriendo en el combate que se produjo a continuación el teniente coronel Raúl Juan Duarte Ardoy, del Regimiento de Infantería 1º "Patricios").

(…) Es indiscutible que dentro de la situación en que se vive y en la que se han alterado gravemente los fundamentos del orden y la convivencia, reemplazados por un activismo no siempre justificado ni constructivo, el Estado se ve precisado a recurrir a un rigor que nosotros preferiríamos sustituir por la persuasión, que siempre resulta más efectiva cuando media la comprensión y la buena voluntad.

(...) Así como cada argentino tiene el derecho de vivir en seguridad y pacíficamente, y el gobierno tiene el irrenunciable deber de asegurarlo, no es menos cierto que la ciudadanía ha de cooperar en lo que de ella dependa, para que tales circunstancias puedan cumplirse en orden y tranquilidad.

(...) Por eso, ni es concebible, ni puede aceptarse como natural, la existencia de fuerzas organizadas para imponer designios de sectores extraños por medios violentos, mientras el resto de la ciudadanía desarmada debe asistir indefensa al atropello y el delito.

En tales casos, no puede esperarse de la acción gubernamental sino la imposición de la ley por el medio que sea. De ello se infiere que tales organizaciones han de colocarse cuanto antes dentro de la ley, o han de ser sometidas aunque sea por la fuerza, como deber ineludible del gobierno.

Para que todo ello pueda ser realizado racionalmente y con provecho cierto, es preciso también que la juventud se persuada de que la lucha activa ha terminado, y que comienza otra lucha, no menos importante, por la Reconstrucción y la Liberación de la Patria, en la que hay que llegar a la unidad nacional cohesionada con una solidaridad de todos los argentinos que sea garantía de una paz indispensable para la Reconstrucción.


El 23 de septiembre, dos días después de este discurso, se celebraron las elecciones que la candidatura Perón - "Isabel" Perón ganó con el 62% de los votos, y el Poder Ejecutivo ilegalizó al ERP por el delito de Sedición, mediante el Decreto 1454/73.

Apenas cuarenta y ocho horas después, el 25, Montoneros y las FAR enviaron un "mensaje" a Perón asesinando a José Ignacio Rucci, Secretario General de la CGT. El comando asesino estuvo formado entre otros por Roberto Cirilo Perdía, Horacio Mendizabal, Norberto Habegger, Juan Julio Roqué, Francisco "Paco" Urondo y su pareja Lidia Massaferro; ocupándose de la Inteligencia, Rodolfo Walsh. Anteriormente, Perdía y Mendizabal habían asesinado a los líderes sindicales Vandor y Alonso.

El 1 de octubre, Perón declaró la guerra a Montoneros mediante una Orden Reservada emitida por el Consejo Superior Peronista. En ella se ordenaba "movilizar todos los elementos humanos y materiales del Movimiento Nacional Justicialista en una guerra contra los grupos marxistas, terroristas y subversivos que de forma sistemática atacan al Movimiento y a sus dirigentes… grupos marxistas infiltrados en los cuadros del Movimiento para desvirtuar los principios doctrinarios del Justicialismo y presentar posiciones aparentemente más radicalizadas".

O sea, Montoneros y las FAR que, continuando con su desacato al liderazgo de "un Perón traidor que una vez en el poder había girado a la derecha", se fusionarían el 12 de octubre, precisamente el día en que "el viejo, que ya no hablaba de Socialismo Nacional", asumió su tercera presidencia.

Entre varias medidas referentes al combate político contra los infiltrados, en la Orden Reservada se decidía formar un "sistema de Inteligencia" coordinado por un organismo central específico.
_ _ _

El domingo 20 de enero de 1974 por la noche, horas después de que el ERP hubiera copado la Guarnición de Azul asesinando al coronel Gay y a su esposa, y retirarse llevándose como prisionero al teniente coronel Ibarzabal, el presidente Perón leyó un Mensaje a la Nación transmitido por radio y televisión. Le acompañaban la vicepresidenta, los ministros, los presidentes del Senado y la Cámara de Diputados, y los comandantes en jefe del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Reproducimos algunos párrafos de su discurso:

(...) Ya no se trata sólo de grupos de delincuentes, sino de una organización que, actuando con objetivos y dirección foráneos, ataca al Estado y a sus Instituciones como medio de quebrantar la unidad del pueblo argentino y provocar un caos que impida la reconstrucción y la liberación en que estamos empeñados. Es la delincuencia asociada a un grupo de mercenarios que actúan mediante la simulación de móviles políticos tan inconfesables como inexplicables.

(...) En consecuencia, el Gobierno Nacional, en cumplimiento de su deber indeclinable, tomará de hoy en mas las medidas pertinentes para atacar al mal en sus raíces, echando mano a todo el poder de su autoridad y movilizando todos los medios necesarios.

El Movimiento Nacional Justicialista movilizará, asimismo, sus efectivos para ponerlos decididamente al servicio del orden y colaborar estrechamente con las autoridades empeñadas en mantenerlo.

Pido, asimismo, a todas las fuerzas políticas y al pueblo en general, que tomen partido activo en la defensa de la República, que es la afectada en las actuales circunstancias. Ya no se trata de contiendas políticas parciales, sino de poner coto a la acción disolvente y criminal que atenta contra la existencia misma de la patria y sus instituciones, que es preciso destruir antes de que nuestra debilidad produzca males que pueden llegar a ser irreparables en el futuro

El aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal es una tarea que compete a todos los que anhelamos una patria justa, libre y soberana, lo que nos obliga perentoriamente a movilizarnos en su defensa y empeñarnos decididamente en la lucha a que dé lugar. Sin ello, ni la reconstrucción nacional ni la liberación serán posibles
.

Por primera vez, Perón proponía oficialmente que los partidos políticos y todo el pueblo argentino se implicaran en la tarea de "aniquilar" el terrorismo marxista.

El lunes 21, en su condición de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, envió un radiograma a todas los comandos y unidades, del que reproducimos este fragmento:

(...) La decisión soberana de las grandes mayorías nacionales de protagonizar una revolución en paz, y el repudio unánime de la ciudadanía, harán que el reducido número de psicópatas que va quedando sea exterminado uno a uno para el bien de la República.

El martes 22 mantuvo una tensa reunión -televisada en directo para todo el país-, con los nueve diputados de la Juventud Peronista (Montoneros), que se negaban a votar en el Congreso una ley que redefiniera en el Código Penal el delito de "asociación ilícita" para endurecer las penas a los delincuentes subversivos. Como no hubo acuerdo, al día siguiente los expulsó del Movimiento -al igual que a Cámpora- y les ordenó renunciar a sus escaños en la Cámara.
En esa reunión Perón se explayó sobre la nueva doctrina contra-terrorista del Estado que venía considerando. Reproducimos unos párrafos de su larga y belicosa respuesta a los montoneros:

Para nosotros es un problema bien claro. Queremos seguir actuando dentro de la ley y para no salir de ella necesitamos que la ley sea tan fuerte como para impedir esos males.

Si no tenemos la ley, el camino será otro; y les aseguro que puestos a enfrentar la violencia con la violencia, nosotros tenemos más medios posibles para aplastarla; y lo haremos a cualquier precio, porque no estamos aquí de monigotes.

Nosotros vamos a proceder de acuerdo con la necesidad, cualquiera sean los medios. Si no hay ley, fuera de la ley, también lo vamos a hacer, y lo vamos a hacer violentamente, porque a la violencia no se le puede oponer otra cosa que la propia violencia. Eso es una cosa que la gente debe tener en claro, pero lo vamos a hacer; no tenga la menor duda
.

Según un testimonio, que por los detalles parece verosímil, a continuación Perón convocó al comisario (R) de la Policía Federal, y buen conocedor de las organizaciones subversivas, Alberto Villar, para encargarle que creara una fuerza contraterrorista civil, obviamente clandestina. Existiera o no esa reunión, lo cierto es que pocos días después Villar fue reincorporado, ascendido a comisario general y nombrado sub-jefe de la PFA. Posteriormente, siendo jefe de la fuerza, sería asesinado por Montoneros el 1 de noviembre de 1974.
La organización, un escuadrón de la muerte al estilo de la OAS francesa que operó en Argelia, fue bautizada como Alianza Anticomunista Argentina (AAA) y controlada políticamente por el secretario privado de Perón y Ministro de Bienestar Social, José López Rega, aunque en realidad la sigla AAA también fue utilizada por diferentes grupos de la extrema derecha peronista. Se calcula que durante 1974 y 1975, ejecutaron a unas 400 personas vinculadas al terrorismo marxista.

Aniquilación... Exterminio. La futura doctrina represiva de la subversión marxista ya está claramente definida en lo esencial.


Presidente Perón pocos días después de los sucesos de Azul. Rictus y mirada reflejan su determinación de aniquilar la izquierda terrorista.
_ _ _

MENSAJE A LA NACIÓN ARGENTINA
Transmitido por la Radio y Televisión oficial el 4 de febrero de 1974.

Esperamos también que la juventud argentina se capacite y organice, al punto de ser una garantía de éxito futuro en el trasvasamiento generacional indefectible.
Esta juventud ha de pensar que tanto vale el número en que ha de congregarse como la calidad de los dirigentes que los encuadren y conduzcan. No deben olvidar, sobre todo, que la lucha ha terminado en sus formas cruentas; comienza el trabajo constructivo y creador donde cada uno tiene una misión que cumplir.

Han elegido un gobierno. Espero que haya sido para obedecerle y cumplir sus designios ideológicos y doctrinarios preestablecidos. Las desviaciones, abiertas u ocultas, como los engaños preconcebidos, ni tienen razón de ser ni pueden ser tolerados en la hora histórica que nos toca vivir.


CUANDO EL PUEBLO SE DECIDE A LUCHAR SUELE SER INVENCIBLE
12 de junio de 1974 (17:30 horas)
Discurso desde los balcones de la Casa Rosada ante una concentración en la Plaza de Mayo. Sería el último. Falleció diecinueve días después.

Mientras nosotros no descansamos para cumplir la misión que tenemos, y responder a esa responsabilidad que el pueblo ha puesto sobre nuestros hombros, hay muchos que pretenden manejarnos con el engaño y con la violencia.
_ _ _

El 1º de mayo de 1974 se había producido la espectacular y definitiva ruptura pública entre los Montoneros y Perón en la Plaza de Mayo. La astuta estrategia de infiltrarse en el Movimiento Peronista en 1970 presentándose ante la clase obrera como "soldados de Perón", había llegado a su fin. Las imágenes de los montoneros huyendo de la Plaza perseguidos violentamente por militantes de los sindicatos peronistas, consagraron simbólicamente esa derrota. Aquel peronismo "auténtico" u ortodoxo de la Comunidad Organizada, definitivamente extinguido con la muerte de su ideólogo y líder, era una formidable muralla ideológica, política y sociológica contra la subversión marxista.
Ojalá que en el futuro el pueblo argentino no tenga que lamentar esa pérdida.

A finales de mayo comenzó a operar en la selva de Tucumán la Compañía de Monte "Ramón Rosa Jiménez" del ERP (100 combatientes). En agosto el ERP copó la Fábrica Militar de Explosivos de Córdoba, pero fracasó al intentarlo en el Regimiento de Infantería Aerotransportada 17º de Catamarca.

En septiembre, Montoneros, ya políticamente aislados de la masa peronista tras ser desenmascarados por Perón como infiltrados, y cada vez más acosados por la Triple A, comunicó que todos sus aparatos políticos, sindicales y estudiantiles de superficie integrados en la JP pasaban a la clandestinidad. A partir de ese momento, toda la militancia fue militarizada. Ese mismo mes llevaron a cabo el secuestro de los hermanos y empresarios Born, que les reportó la entonces fantástica cifra de 60.000.000 de Dólares.

El 6 de noviembre, tras el asesinato del Jefe de la Policía Federal, Alberto Villar, y de su esposa, el Poder Ejecutivo decretó el Estado de Sitio "para erradicar expresiones de una barbarie patológica que se ha desatado como forma de un plan terrorista aleve y criminal contra la Nación toda".



Ir a Página Principal para ver las últimas Entradas

martes, 26 de junio de 2012

El Termidor argentino (2)

Generales de Brigada Luciano Benjamín Menéndez, Acdel Vilas y Antonio Bussi revistando tropas del "Operativo Independencia" en Tucumán.



Jorge Fernández Zicavo


1975
Ante los escasos resultados obtenidos por la Gendarmería, Policía Federal y la V Brigada de Infantería de Monte contra la Compañía "Ramón Rosa Jiménez" del ERP en Tucumán, el 5 de febrero de 1975 el gobierno presidido por María Estela Martínez de Perón ordenó mediante el Decreto 261/75:

El Comando General del Ejército procederá a ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de elementos subversivos que actúan en la provincia de Tucumán.

Para ello se puso en marcha el Operativo Independencia al mando del general de brigada Acdel Edgardo Vilas, que asimismo fue nombrado comandante de la citada V Brigada y gobernador de la provincia. Hasta entonces Vilas era el Director de la Escuela Superior de Estudios Militares.

Con el Operativo Independencia se inició la segunda fase de la contraofensiva termidoriana "blanca" que, a diferencia de la anterior (AAA), sería estatal y militar.

En este Operativo el Ejército Argentino aplicó la doctrina del Ejército francés en materia de guerra revolucionaria, elaborada durante sus campañas en Indochina y Argelia. Desde 1957, oficiales franceses venían impartiendo cursos en la Escuela Superior de Guerra de Buenos Aires por los que pasaron cientos de oficiales.
Vilas fue uno de ellos. Sus libros de cabecera eran "La guerra moderna y la lucha contra las guerrillas" y "Guerra, Subversión, Revolución" del coronel Roger Trinquier. El autor, especializado en paracaidismo y operaciones de comando, combatió durante cinco años a las guerrillas comunistas del Viet Minh, organizó una fuerza paramilitar anticomunista de 30.000 nativos en Camboya, y operó cuatro años en Argelia contra el Frente de Liberación Nacional. Durante la famosa Batalla de Argel, el entonces teniente coronel Trinquier, fue sub-comandante de la X División de Paracaidistas del Ejército al mando del general Jacques Massu.

La "doctrina francesa" sobre contrainsurgencia rural y urbana fue resumida así por el coronel Trinquier:

1- La guerra civil revolucionaria y/o guerra popular concebida por el marxismo, emprendida por fuerzas irregulares y clandestinas integradas por efectivos que son a la vez civiles y paramilitares camuflados en la población, sólo puede ser derrotada mediante un accionar también irregular y clandestino.

Las naciones que la padezcan deben prescindir de las Convenciones de Ginebra pensadas para guerras entre ejércitos regulares de Estado, pues se trata de un tipo de guerra de guerrillas insurgente, asimétrica y "sucia" que combina operaciones militares y terrorismo.

En ocasiones la guerra revolucionaria surge en una colonia contra la metrópoli imperial para lograr la independencia o liberación nacional (Indochina y Argelia). En otras, intenta desatar una guerra civil en el seno de una nación destinada a tomar el poder e implantar un Estado socialista totalitario de partido único (la estrategia castro-guevarista aplicada en toda América Latina).

2- Debido a la invisibilidad o anonimato que la "doble vida" proporciona al combatiente-terrorista, el arma decisiva contra la guerra revolucionaria es la Información. Conocer la estructura orgánica y el sistema de seguridad de la fuerza enemiga es el objetivo primordial. Sólo cuando se la conozca podrán comenzar las operaciones tácticas destinadas a identificar, localizar y capturar a sus miembros. Sean combatientes-terroristas o "militantes políticos" de superficie.

3- Esa secuencia sólo podrá iniciarse y reproducirse mediante interrogatorios reforzados con una violencia física que permita destruir rápidamente la voluntad del prisionero antes de que los miembros de su célula adviertan su caída y puedan retirar armamento y explosivos de casas operativas. A los "oficiales" y jefes capturados, dada la importancia de la información que pueden proporcionar, se les ofrecerá convertirse en delatores, y posteriormente operar activamente contra su Organización, a cambio de salvar su vida. Para romper su blindaje psicológico y desconcertarlos, la oferta le será formulada por camaradas suyos ya "doblados" o "quebrados" a los que daba por muertos. Éstos le convencerán de que la guerra revolucionaria está perdida.

4- Una vez obtenida la poca información que puede proporcionar un combatiente de base o soldado, será ejecutado sumariamente y se hará desaparecer su cadáver: EE.UU. en Saigón y Francia en Argel. Obviamente, en sus textos la "doctrina francesa" defendida por Trinquier y generales como Massu o Aussaresses, consideraba inevitable un grado suficiente de tortura para quebrar la resistencia del terrorista, pero no mencionaba nada referente a ejecuciones y desapariciones.

5- Cuando esta secuencia comience a funcionar ininterrumpidamente, los terroristas se verán obligados a pasar a la defensiva y a profundizar su clandestinidad, con el consiguiente aislamiento político y social entre "el pez y el agua", que a su vez repercutirá en su logística.

El mérito del general Vilas fue descubrir que hasta estonces se había estado operando en Tucumán con una hipótesis equivocada: el "verdadero" frente de guerra no estaba en el monte sino en la ciudad capital de la provincia, pues allí se encontraban la comandancia política-militar, la reserva de 200 guerrilleros para relevos y bajas, sus arsenales, y los servicios de comunicaciones, sanidad y propaganda. Si se destruía esta estructura urbana los guerrilleros quedarían aislados en el monte y sería relativamente sencillo aniquilarlos. Esa fue la clave del éxito. En sólo seis meses de operaciones en la ciudad de San Miguel, el Comité Ejecutivo del PRT-ERP reconoció la derrota y puso fin al frente rural tucumano. Al precio de unos 300 subversivos ejecutados y/o muertos en combate.

Cumplida la misión encomendada, Vilas fue nombrado segundo comandante del V Cuerpo de Ejército con asiento en Bahía Blanca, donde arrasó la importante estructura universitaria de Montoneros. En Tucumán le reemplazó el general de brigada Domingo Bussi, quien en dos meses terminaría con las operaciones de limpieza. Obviamente, Bussi continuó aplicando la misma doctrina.

En el año 1975, ERP y Montoneros alcanzaron su mayor potencial en combatientes y logística, pero para el ERP sería también el año de su derrota definitiva.

Empeñado en fundar un ejército guerrillero regular que pudiera plantearse la posibilidad de aniquilar al Ejército Argentino, consiguió pasar del nivel de Compañía al de Batallón. En abril copó el
Batallón de Arsenales 121º de Santa Fe (sexta unidad del Ejército atacada por ellos), llevándose una importante cantidad de armas. En total, en sus ataques a unidades del Ejército Argentino, el ERP obtuvo un botín de 760 armas: fusiles de asalto, subfusiles, pistolas, ametralladoras pesadas, una ametralladora antiaérea, morteros y lanzagranadas.

Pero el 23 de diciembre fracasó en su séptimo y más ambicioso ataque: el
Batallón de Arsenales 601º de Monte Chingolo, Lanús, Provincia de Buenos Aires, donde esperaban apoderarse de 18 toneladas de armas. Por primera vez atacaron con un Batallón, pero tras una feroz batalla de ocho horas tuvieron unas 130 bajas mortales. Después de esta derrota demoledora, sumada a la de Tucumán, el ERP dejó de operar, y desapareció definitivamente en julio del 76 al morir el comandante Mario Roberto Santucho resistiendo su captura.

En cuanto a Montoneros (que en agosto había dinamitado una fragata de la Armada y derribado en Tucumán un avión Hércules de la Fuerza Aérea con tropas de la Gendarmería Nacional a bordo, amén de cometer durante todo ese año centenares de homicidios, atentados con explosivos y secuestros), el 5 de octubre llevó a cabo la primera operación de su flamante Ejército Montonero contra el
Regimiento de Infantería de Monte 29º de Formosa. Tras asesinar salvajemente a diez soldados conscriptos desarmados, tuvieron que huir dejando sobre el terreno doce combatientes muertos.
La masacre de soldados conscriptos conmocionó al país, y provocó que al día siguiente el gobierno presidido por María Estela Martínez de Perón respondiera con el famoso Decreto 2772:

Las Fuerzas Armadas, bajo el comando superior del Presidente de la Nación que será ejercido a través del Consejo de Defensa, procederán a ejecutar las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a los efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país.

En 1975 las fuerzas policiales y militares del Estado, más los grupos derechistas que firmaban Triple A, ejecutaron o dieron muerte en combate a unos 900 subversivos.

_ _ _

1976 - 1979

Almirante Emilio Massera, Teniente General Jorge Videla y Brigadier General Orlando Agosti

Tercera y última fase del Termidor argentino. Sus consecuencias son sobradamente conocidas: cumpliendo lo ordenado por el anterior gobierno constitucional en octubre, al que derrocaron el 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas aniquilaron la subversión en todo el territorio nacional.

Para el registro histórico, la guerra civil revolucionaria terminó el 12 de noviembre de 1979 (última acción de la contraofensiva montonera), arrojando un trágico saldo de 816 civiles, policías y militares asesinados por los termidorianos "rojos", y 6.000 terroristas ejecutados por los "blancos".



Ir a Página Principal para ver las últimas Entradas

lunes, 11 de junio de 2012

General Vilas. La pesadilla del ERP



Jorge Fernández Zicavo

En enero de 1975, ante los escasos resultados conseguidos por las operaciones militares contra la guerrilla del trotskista Ejército Revolucionario del Pueblo en los montes selváticos de Tucumán, el coronel Acdel Edgardo Vilas fue ascendido a general de brigada y nombrado comandante de la V Brigada de Infantería con asiento en dicha provincia.

El objetivo estratégico del ERP, y de la Junta Coordinadora Revolucionaria que integraba junto con el MIR chileno, el ELN boliviano y Tupamaros de Uruguay, consistía en consolidar una "zona liberada" para ser reconocido internacionalmente como una fuerza beligerante en una guerra civil argentina y, a continuación, extenderla a las provincias de Salta y Jujuy limítrofes con Bolivia. Es decir, recorrer el camino inverso al intentado por el Che y sus 16 militares cubanos y 26 comunistas bolivianos en 1967.

El 5 de febrero el gobierno de la Nación presidido por María Estela Martínez de Perón ordenó por Decreto 261/75:

El comando General del Ejército procederá a ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de elementos subversivos que actúan en la provincia de Tucumán.

Dichas operaciones fueron enmarcadas dentro de un nuevo plan estratégico: el Operativo Independencia. Como comandante de la V Brigada, el general Vilas fue nombrado gobernador de Tucumán y jefe del citado operativo, quedando subordinadas a su mando las tropas y medios de la Armada (infantes de marina), de la Fuerza Aérea (cazabombarderos A-4B Skyhawk, bombarderos Canberra y cazas Pucará), de la Gendarmería Nacional, de la Policía Federal y de la Policía de Tucumán que considerara necesario movilizar. Tal acumulación (rotativa) de efectivos, respondía al propósito simbólico de implicar a todas las fuerzas del Estado en los combates contra una agresión a la República Argentina apoyada por la subversión marxista internacional desde París (Cuarta Internacional -trotskista-) y La Habana.

Vilas fue escogido para esa misión por ser uno de los oficiales formados en los cursos impartidos desde 1957 en la Escuela Superior de Guerra de Buenos Aires por oficiales franceses veteranos de las guerras de Indochina y Argelia. Por lo tanto, era un experto en la estrategia de guerra contrarrevolucionaria elaborada por el Ejército francés y divulgada por los libros del coronel de Infantería y jefe de la Agrupación de Comandos Mixtos Aerotransportados, Roger Trinquier, "La guerra moderna" y "Guerra, Subversión, Revolución". La aportación de Trinquier, además de su propia praxis combatiente en las guerras coloniales, fue sistematizar como doctrina sus experiencias y las de los generales de las Fuerzas Especiales Paul Aussaresses, y Jacques-Emile Massu; comandante de la X División de Paracaidistas (Trinquier fue el subcomandante), que llevó el peso de las operaciones contraterroristas en la Batalla de Argel; reconstruidas en un excelente film dirigido por el italiano Gillo Pontecorvo en 1965.

Como jefe del Operativo Independencia, el general Vilas planificó y condujo las operaciones que entre marzo y finales de noviembre de 1975 aniquilaron a la Compañía de Monte "Ramón Rosa Jiménez" del ERP en la selva, y a sus ramificaciones urbanas en San Miguel de Tucumán, capital de la provincia.
La clave del éxito consistió en que, a diferencia de la etapa anterior, y tras un exhaustivo trabajo de Inteligencia sobre la estructura orgánica del ERP, Vilas comprendió que el "verdadero" frente de guerra o teatro de operaciones no era el monte sino la ciudad de San Miguel, por cuanto allí estaban la comandancia política-militar, 200 guerrilleros de reserva para cubrir bajas y relevos mensuales, los depósitos de armas, pertrechos y alimentos; los servicios de sanidad, documentación, transportes, comunicaciones y propaganda.

Este radical cambio de perspectiva desbarató los planes de los estrategas erpianos, porque su objetivo de fijar sobre el terreno selvático a las fuerzas del Estado no sólo no se cumplió, sino que fue su Compañía de Monte (cien combatientes dispersos en diez campamentos), la que quedó rodeada e inmovilizada en una nueva zona de operaciones decidida no por ellos sino por el Ejército Argentino.
Perdida la iniciativa -movilidad constante y ataques sorpresivos, esenciales en la guerra de guerrillas-, y desconcertados ante el hecho de que en una primera fase el Ejército no entrara masivamente en el monte (aunque el 14 de febrero hubo un enfrentamiento en Río Pueblo Viejo), los erpianos pasaron varias semanas dedicados a la vida rutinaria de los campamentos: guardias, lecturas colectivas de textos marxistas, etc. Cuando en mayo intentaron tomar la iniciativa (aniquilar con 117 combatientes el Puesto de Comando Táctico de Famaillá), la columna guerrillera fue interceptada en Manchalá por dos suboficiales y 12 soldados, quienes tras un intenso combate -con una buena posición: dentro de la escuela del pueblo- y la aproximación de refuerzos, les obligaron a huir por los cañaverales mientras arrojaban sus armas, municiones y petrechos.

Finalmente, en septiembre el Comité Ejecutivo del PRT-ERP celebró en la selva un Plenario presidido por el comandante Mario Roberto Santucho en el que se reconoció el fracaso y se decidió el abandono gradual de los campamentos. Sin embargo, la posterior muerte en combate de los "capitanes" Oscar Asdrubal Santucho y Jorge Carlos Molina, y del "teniente" Manuel Negrin en octubre, más la captura del campamento central, obligaron a que la retirada fuera total e inmediata.
Desde entonces, y hasta la primera quincena de diciembre, las fuerzas del Estado se ocuparon fundamentalmente de rastrillar la capital para destruir la infraestructura del ERP y capturar a los últimos terroristas en sus madrigueras.

El 15 de diciembre de aquel año 1975 que presenció el mayor desarrollo del ERP y a la vez su aniquilación, el general Vilas fue nombrado sub-comandante del V Cuerpo de Ejército con sede en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, siendo relevado como jefe del Operativo Independencia, como comandante de la V Brigada y como gobernador, por el general Antonio Bussi, quien en dos meses acabó con los combatientes residuales del ERP que habían desobedecido la orden de repliegue. Las bajas mortales producidas en la provincia de Tucumán durante el segundo semestre de 1974 y todo 1975, fueron de 45 militares (16 en un accidente aéreo) y aproximadamente 300 terroristas.


Generales Vilas (izquierda) y Bussi. Ambos le enseñaron a los civiles disfrazados de "comandantes", que la guerra es cosa de profesionales

En Bahía Blanca, uno de los principales bastiones universitarios de Montoneros, esta organización criminal también sería arrasada por la estrategia contraterrorista francesa (urbana) adoptada por el Ejército Argentino en detrimento de la norteamericana (contrainsurgencia selvática) impartida en la Escuela de las Américas -aunque ambas coincidieran en lo fundamental-: aislamiento social de los subversivos para que no pudieran "moverse como el pez en el agua" (Mao Tse-Tung); identificación, localización, captura, interrogatorio y ejecución sumaria.

Durante la campaña de Tucumán, el general Vilas fue escribiendo un Diario de Campaña de gran interés histórico. Hasta la fecha el Diario no ha sido publicado y nadie sabe quién lo tiene, o si ha sido destruido. Sin embargo, el sitio de Internet Nunca Más.org reprodujo varios de sus capítulos.

Con la perspectiva del tiempo, hoy resulta evidente que la adopción por el Ejército Argentino de la termidoriana "doctrina francesa" fue técnicamente acertada, y que el camino hacia la derrota definitiva de la subversión marxista quedó abierto por el general Vilas y los oficiales de su Estado Mayor. La aplastante victoria sobre el ERP en Tucumán y en Buenos Aires (Monte Chingolo), ambas en diciembre de 1975, resultó ser decisiva para la guerra contrarrevolucionaria porque supuso aniquilar la mitad del potencial de todas las organizaciones insurgentes, de tal manera que a partir de entonces las operaciones de las fuerzas conjuntas del Estado pudieron centrarse exclusivamente en el Ejército Montonero y en otras bandas terroristas de menor importancia.

Causando una última derrota a aquellas izquierdas alzadas en armas contra el Estado y la población civil anticomunista, el general Vilas, que según algunos testimonios desquiciaba a Santucho, falleció en la Ciudad de Buenos Aires el 23 de julio de 2010 sin que el régimen de los ex montoneros Kirchner hubiera podido vengarse condenándolo a prisión perpetua mediante esa farsa jurídica que llaman "terrorismo de Estado" y "delitos de lesa humanidad".
_ _ _

Declaraciones de apoyo al Operativo Independencia



Ir a Página Principal para ver las últimas Entradas

martes, 5 de junio de 2012

Los "dos demonios" de Argentina

General Reynaldo Bignone y Fidel Castro en Nueva Delhi, marzo de 1983. Minutos después hubo un abrazo para rubricar el apoyo cubano a la soberanía argentina de las islas Malvinas, pero la foto nunca se publicó.


Eduardo Goligorsky

La aparición en el diario El País (7-XII-2010) de un artículo de Tzvetan Todorov que desenmascaraba las miserias del terrorismo revolucionario argentino escandalizó a los nostálgicos de las utopías totalitarias.

El hecho de que Todorov hubiera permanecido sólo una semana en Argentina fue utilizado para impugnar sus conclusiones, cuando éstas no eran sino el fruto de su larga experiencia como estudioso de los regímenes dictatoriales de izquierda y derecha, y también de los campos de exterminio y los gulags. El autor de Memoria del mal, tentación del bien tiene autoridad intelectual más que suficiente para abordar con rigor la na­turaleza necrófila de los dos demonios que desquiciaron a la sociedad argentina.

Escribe Todorov en el artículo referido:

"El periodo 1973-1976 fue el de las tensiones extremas que condujeron al país al borde de la guerra civil. Los Montoneros y otros grupos de extrema izquierda organizaban asesinatos de personalidades políticas y militares, que a veces incluían a toda su familia, tomaban rehenes con el fin de obtener un rescate, volaban edificios públicos y atracaban bancos (...) Luchaban en nombre de una ideología que, de haber salido victoriosa, probablemente habría provocado tantas víctimas, si no más, como sus enemigos (...) No hay que olvidar que la inmensa mayoría de los crímenes colectivos fueron cometidos en nombre del bien, la justicia y la felicidad para todos".

El poeta montonero

Montoneros (así bautizados en homenaje a los caudillos feudales del siglo XIX) y el Ejército Revolucionario del Pueblo (franquicia local de la IV Internacional, trotskista) tenían claro el modelo: la dictadura castrista. Juan Gelman (Premio Cervantes de Poesía 2007), que puso su prosa primeramente al servicio del Partido Comunista prosoviético, luego del prochino y por fin de la guerrilla castrista –como secretario de prensa para Europa del Movimiento Peronista Montonero–, explicó:

"El Partido Comunista argentino postulaba que primero había que hacer la revolución democrático-burguesa y atravesar una serie de etapas históricas, por las cuales, con suerte, nos íbamos a liberar en el año 2500 (...) Cuando se produce la Revolución Cubana, todas aquellas consideraciones político-ideológicas se van al carajo, pues queda probado entonces que en América Lati­na se puede seguir otra vía para la toma del poder y liberarse así de los yanquis".

Gelman, cómplice de los incontables asesinatos que perpetraron sus camaradas, incluidos los de presuntos desertores y disidentes de la banda, también fue condenado a muerte por la jerarquía montonera cuando rompió con ella por razones tácticas. Dicha ruptura no fue acompañada por una reflexión sobre la naturaleza perversa de su propio proyecto totalitario, y en cambio anatematizó al presidente Raúl Alfonsín cuando éste argumentó que "un demonio combatió a otro demonio durante la dictadura militar", y que por tanto también los terroristas y guerrilleros debían ser sometidos a juicio. Gelman, el poeta galardonado, prometió: "Vamos a empezar la lucha otra vez. El enemigo está claro y vamos a empezar otra vez".

Disciplina o muerte

En enero de 1960, el Che Guevara enunció ante un grupo de visitantes locales un plan para iniciar un movimiento guerrillero en la provincia de Córdoba. La idea no cuajó, pero en 1963 el periodista Jorge Masetti, ex jefe de la agencia oficial de noticias cubana, Prensa Latina, y hombre de confianza del Che, organizó el Ejército Guerrillero del Pueblo, que inició, en la provincia de Salta, su campaña contra el más intachable de los presidentes argentinos: Arturo Illia. Masetti, que se hacía llamar Comandante Segundo, para hacer creer que el Primero era el Che en persona, no tardó en fusilar a cuatro de sus secuaces, acusados de transgredir la rígida disciplina miliciana. Tres guerrilleros murieron literalmente de hambre, Masetti se esfumó y los restantes cayeron prisioneros.

Perón y el Che

El ideólogo argentino de la guerrilla peronista fue un descendiente de irlandeses, John William Cooke, periódicamente radicado en La Habana, desde donde intentó, en vano, sellar un pacto entre Juan Domingo Perón y Fidel Castro. Perón, un embaucador sin escrúpulos, podía alentar simultáneamente a los jóvenes revolucionarios y a los pistoleros de ultraderecha que los masacraban; podía, asimismo, abrazarse con los más retrógrados dictadores latinoamericanos y escribir, cuando murió el Che:

"Hoy ha caído, en esa lucha, como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el comandante Ernesto Che Guevara. Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el mejor (...) El peronismo rinde su homenaje emocionado al idealista, al revolucionario, al Comandante Ernesto Che Guevara, guerrillero argentino muerto en acción empuñando las armas en pos del triunfo de las revoluciones nacionales en Latinoamérica".

En verdad, si algo compartían Perón, Guevara y los fanáticos de izquierda y de derecha era aquella exhortación del Che a actuar como "una eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar".


Millones en La Habana

Adoctrinados por Cooke y, aún más, por sus escritos después de que un cáncer pusiera fin a su vida en 1968, los jóvenes revolucionarios continuaron alimentando la ilusión de implantar en Argentina una dictadura de cuño castrista. En I967 la Organización Latinoamericana de Solidaridad, reunida, cómo no, en La Habana, resolvió crear en cada país un Ejécito de Liberación Nacional. Así nacieron las Fuerzas Armadas Peronistas, uno de los grupos que habrían de fusionarse en Montoneros. A partir de 1965 los precursores de estos grupos peronistas y del ERP trotskista ya habían empezado a viajar a Cuba para recibir adoctrinamiento, entrenamiento militar y equipos de combate. Entre 1967 y 1968 viajaron a Cuba dos de los que habrían de ser los asesinos del general Pedro Eugenio Aramburu: Norma Arrostito y Fernando Abal Medina, autor este último del disparo homicida. El tercer culpable convicto y confeso del crimen con el que iniciarían su feroz trayectoria Montoneros fue Mario Eduardo Firmenich, quien se convirtió en asiduo visitante de La Habana cuando la banda decidió ocultar allí el cuantioso botín obtenido en numerosos atracos y secuestros. Sólo el de Juan y Jorge Born reportó, en 1974, 64 millones de dólares.

Martín Caparros y Eduardo Anguita transcriben en un pasaje de La voluntad, su descomunal (3 tomos, 1.900 páginas) reseña casi hagiográfica de la ofensiva revolucionaria, una curiosa advertencia que Fidel Castro formuló a un grupo de novatos: "Aquí ustedes reciben instrucción y después hacen lo que quieren. Es más, si alguno sale a robar bancos con lo que aprendió acá, no es problema de la Revolución Cubana, será problema del que lo hace". El mismo libro describe las tratativas de los guerrilleros peronistas y trotskistas nada menos que con el comandante Arnaldo Ochoa, que entonces estaba al frente del Ejército en la región de La Habana y más tarde, ya convertido en héroe nacional, sería fusilado por orden de Castro; y con Manuel Piñeiro, Barbarroja, viceministro del Interior y jefe del Servicio de Inteligencia cubano.

Arengas envenenadas

En 1988 Hebe de Bonafini, la soez mandamás de las Madres de Plaza de Mayo, se jactó de que los insurrectos estaban subordinados a los esquemas de la dictadura castrista:

"Hemos venido por primera vez a Cuba para conocer todo lo que podamos de esta revolución con la que soñaron nuestros hijos, este espejo en el que ellos se miraban y que era también el espejo del Che".

No se equivocaba Todorov al sostener que los derrotados "luchaban en nombre de una ideología que, si hubiera salido victoriosa, probablemente habría provocado tantas víctimas, si no más, como sus enemigos". Para confirmar esta hipótesis, basta estudiar las arengas envenenadas de la citada señora Bonafini. En 1996 manifestó su simpatía por los terroristas etarras: "Sabemos de sus luchas, de sus esfuerzos por ser libres (...) No dejen de rebelarse frente al sistema (...) nunca bajen la cabeza ante la represión". En 1999, cuando alguien le preguntó por qué no se reunía también con las madres de las víctimas del terrorismo, la descarada respondió: "Nosotras nos juntamos con los que luchan y no con los familiares de los militares y policías que torturan, matan o violan".

Festejar la matanza

La señora Bonafini no se recató a la hora de exhibir su mayúsculo desprecio por los derechos humanos e incluso por la vida humana cuando, después del ataque contra las Torres Gemelas, brindó con champán, en La Habana, para festejar la matanza. Entrevistada por la revista argentina Tres puntos (25-X-2001), vociferó:

"¿Pero cómo no me voy a poner contenta de que hayan caído esos hijos de puta alguna vez? (...) Es verdad que me alegré y festejé el hecho de que a este capitalismo salvaje que nos destruye le haya tocado alguna vez. Ellos no me dan lástima. Están cagados de miedo."

Y en una conferencia para adictos confirmó:

"El día del atentado yo sentí que había hombres y mujeres muy valientes (...) Declararon la guerra con sus cuerpos, manejando un avión para estrellarse y hacer mierda el poder más grande del mundo. Y me puse contenta, por qué no".

Es significativo que esta sádica sea la acompañante favorita de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en todos los actos donde, con el pretexto de la memoria histórica y la defensa de los derechos humanos, fingen rendir homenaje a las víctimas de la dictadura militar, aunque lo que hacen es canonizar a los protagonistas más perversos de la campaña subversiva mientras relegan al olvido a los muchos, muchísimos, caídos inocentes: los "indiferentes y los tibios" a los que amenazaba el general Saint-Jean.

Tampoco hay que extrañarse de que sea así: el peronismo acoge, en obscena promiscuidad, a los devotos de todas las supercherías violentas de izquierda y derecha, amancebados con caudillos suburbanos aliados del narcotráfico y la trata de blancas, empresarios privilegiados, funcionarios corruptos, sindicalistas mafiosos y una fauna variopinta de políticos camaleónicos.

Carnavales demagógicos

¿Derechos humanos? Este nefasto conglomerado sólo se acuerda de ellos para manosearlos en sus festivales demagógicos. Carlos Brocato, un clarividente intelectual argentino despreciado por la izquierda, con la que él, sin embargo, se identificaba, abordó este tema con implacable racionalidad:

"Las fuerzas represivas secuestran y asesinan (...) El foquismo terrorista también secuestra y asesina. ¿Por qué razón debo aceptar que el terrorismo no hace esto sino que captura y ejecuta? (...) ¿Por qué un robo se convierte en una expropiación por el simple hecho de que quienes lo perpetran invocan la revolución, los ideales socialistas?"

Y más adelante hace decir, caricaturizándolos, a quienes adjudican cualidades angélicas a su demonio favorito:

"Debéis dejar en libertad a esos luchadores porque no tenéis derecho, represores, a impedir que ellos continúen disparando contra vosotros".

Igualmente racionales fueron los argumentos que esgrimieron, en la revista Controversia, publicada en México, algunos veteranos ideólogos de la izquierda argentina tras su ruptura con Montoneros. "Además de los caídos en acciones, muertos de guerra reconocidos por ambos bandos –escribió allí Héctor Schmucler–, hubo policías sin especial identificación muertos a mansalva, hubo militares asesinados sólo por ser militares, dirigentes obreros y políticos exterminados por grupos armados revolucionarios que reivindicaban su derecho a privar de la vida a otros seres en función de la justeza de la lucha que desarrollaban (...) En nombre de la lucha contra la opresión, la guerrilla ha edificado estructuras de terror y violencia".

La alianza de los demonios

En el mundo real, el demonio de la represión y el de la hegemonía revolucionaria se entendieron maravillosamente, pues compartían el desprecio a los derechos humanos. La URSS vetó sistemáticamente las resoluciones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU que condenaban a la dictadura militar argentina, y fue socia comercial privilegiada de los represores. Los jefes de los Ejércitos argentino y rojo intercambiaron condecoraciones en agosto de 1979.

En 1982 el general Reynaldo Bignone, último presidente de la Junta Militar, hoy condenado por asesinato, se abrazó en Nueva Delhi, durante la Conferencia de Países No Alineados, con su colega dictador Fidel Castro, rubricando la alianza de los dos demonios contra las democracias occidentales con motivo de la guerra de las Malvinas. Algún día la sociedad argentina tendrá que incorporar esta verdad a su memoria histórica: no fueron los guerrilleros ni los políticos debilitados quienes derrotaron a la dictadura militar. La derrotó la mano de hierro de Margaret Thatcher, encarnada en la fuerza expedicionaria británica.

Y otra verdad, muy dolorosa y difícil de digerir, es que si el demonio represor no hubiera derrotado al demonio guerrillero, éste habría impuesto una copia de la dictadura castrista que ni siquiera los progres despistados que descalifican las tesis de Todorov podrían soportar.

Libertad Digital - Suplementos
19.01.2012

Eduardo Goligorsky es autor de Carta abierta de un expatriado a sus compatriotas, Sudamericana, Buenos Aires, 1983.