sábado, 23 de marzo de 2013

1976: Dictadura militar o Dictadura marxista




Jorge Fernández Zicavo

Este 37º aniversario del golpe de Estado dado por las Fuerzas Armadas argentinas el 24 de marzo de 1976 para poner fin a siete años de guerra revolucionaria marxista, e inducidas a ese quiebre del orden institucional por todos los partidos políticos en reuniones informales y en el Congreso de la Nación, es una buena oportunidad para reflexionar sobre la palabra Dictadura.

Real Academia Española de la Lengua:

1- Gobierno que, bajo condiciones excepcionales, prescinde de una parte, mayor o menor, del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad en un país.

2- Gobierno que en un país impone su autoridad violando la legislación anteriormente vigente.

Sus antecedentes más remotos, al menos en nuestra civilización occidental, fueron los Treinta Tiranos griegos del siglo V a. C.
También en el mismo siglo, el cónsul y general Lucio Quincio Cincinato fue designado dos veces Dictatóre por el Senado: para salvar a Roma de una inminente invasión y, diecinueve años después, para impedir que el rico y ambicioso Espurio Melio diera un golpe de Estado contra la República.

De la definición académica y de estos ejemplos, se deduce que una dictadura es una opción excepcional que puede ser decidida por el propio ordenamiento jurídico, o impuesta externamente mediante la fuerza. Asimismo, queda claro que, en ambos casos, están condicionadas por dos factores: razones de fuerza mayor y transitoriedad.

Sin duda, el primero de estos factores es el decisivo y más polémico, pues requiere demostrar la existencia de esas razones en una gama de variantes que, aplicadas al siglo XX que nos ocupa, iban desde escenarios de desestabilización política revolucionaria: huelgas generales acompañadas de insurrecciones, motines y terrorismo, que un gobierno legítimo pero débil -y en ocasiones cómplice- convertían en crónico por no aplicar rigurosamente el Código Penal y la Constitución (España, 1931-1936); hasta escenarios de abierta sedición: fuerzas civiles insurgentes alzadas en armas contra las fuerzas del Estado para aniquilarlas, tomar el poder y proclamar un régimen totalitario (Argentina, 1969-1976). En el primer escenario podrían incluirse los casos más complejos de Italia y Alemania, aunque señalando sus peculiaridades específicas: nacionalismo expansionista, sentimientos revanchistas tras la Primera Guerra Mundial, el racismo antisemita y bancarrota económica de Alemania, etc.

Lógicamente, la fuerza o debilidad de las razones que se aleguen para justificar la implantación de una dictadura, serán aceptadas por algunos ciudadanos y rechazadas por otros.

El XX ha sido -abrumadoramente- un siglo de dictaduras. Totalitarias unas: marxismo soviético, fascismo italiano, nazismo alemán, marxismo maoísta chino, marxismo en las colonias soviéticas de Europa oriental, marxismo castrista cubano, etc. Autoritarias otras: Franco en España, Salazar en Portugal, los “coroneles” en Grecia, Pinochet en Chile; Uriburu, Justo, Ramírez, Aramburu, y Juntas militares en Argentina… y un rosario de ejemplos en toda América Latina: Bolivia, Brasil, Uruguay, Paraguay, Venezuela, Nicaragua… más las africanas de Gadaffi e Idi Amin, o las de Asia central como el Irán de Jomeini o el Irak de Hussein.

Por otra parte, todas esas dictaduras pueden dividirse entre las originadas por un asalto armado al poder (Fuerzas Armadas y/o fuerzas revolucionarias), y las implantadas por gobernantes legitimados por las urnas: Mussolini y Hitler.
En resumidas cuentas, vemos que la definición de Dictadura admite una amplia gama de variantes.

Dado que las izquierdas fundadoras del primer Estado totalitario de la Historia (Rusia, 1917), desde su paranoica afirmación de una supuesta “superioridad moral” condenan exclusivamente a las dictaduras de derecha, es necesario hacer algunas precisiones.

En primer lugar, hay dictaduras Autoritarias moralmente justas y políticamente necesarias: aquellas que tomen el poder mediante un golpe de Estado para impedir que se implante una dictadura Totalitaria que destruya los fundamentos históricos y culturales de la Nación.

Ejemplos:

1- El golpe de Estado llevado a cabo por el Ejército español el 18 de julio de 1936, cuando la sedición de comunistas, socialistas y anarquistas (después de cinco años de huelgas revolucionarias, insurrecciones y terrorismo contra la Segunda República), habían iniciado, gracias al gobierno del Frente Popular fundado y estrechamente vigilado por la Komintern de Stalin, la última fase de su escalada estratégica: control absoluto del poder e implantación de un régimen totalitario de partido único que denominaban “democracia popular”. El golpe militar chileno de 1973 también puede homologarse al caso español, por cuanto la organización del movimiento Unidad Popular y la radicalización progresiva de su gobierno, fueron copiados literalmente del Frente Popular.

2- El golpe de Estado llevado a cabo por las Fuerzas Armadas argentinas el 24 de marzo de 1976, después de que la población civil y el Estado llevaran soportando, durante siete años, las consecuencias de la guerra revolucionaria desatada por las izquierdas para tomar el poder e implantar un régimen totalitario de partido único afín al modelo castrista.

Estos tres ejemplos demuestran que una dictadura militar reactiva-defensiva queda justificada o legitimada cuando un gobierno constitucional no puede, o no quiere, impedir que su Estado-Nación y su pueblo sean atacados por organizaciones subversivas decididas a implantar una régimen marxista totalitario; llámese dictadura del proletariado o gobierno popular; y consista su estrategia en copar totalmente gobiernos constitucionales, como en España, o en desencadenar una guerra revolucionaria, como en Argentina.

Como dijera hace poco un general del Ejército español, respecto a la actual amenaza secesionista de los nacionalistas catalanes, la unidad y soberanía de un Estado-Nación está por encima de la democracia y de cualquier otro ordenamiento jurídico, pues los sistemas políticos están al servicio de la Nación, y no a la inversa.

A estas palabras sensatas, podríamos añadir que la última ratio defensiva de una Nación, tanto en el ámbito militar (guerra contra otro país), como en el político cuando se trate de implantar en nuestras sociedades de cultura occidental un régimen totalitario asiático-leninista, no son las instituciones civiles (poder ejecutivo, legislativo y judicial), sino las Fuerzas Armadas; o sea, el pueblo en armas.

Este mismo razonamiento, basado en una identificación y selección de prioridades, fue el que asumieron las Fuerzas Armadas argentinas el 24 de marzo de 1976 para aniquilar mediante el contraterrorismo de Estado a una subversión marxista armada que, de haber conseguido tomar el poder y proclamar la “Patria Socialista”, hubiera sumido al pueblo en la misma pesadilla de esclavitud y terrorismo de Estado similar al que imperaba en la Cuba castrista. Aniquilación, por cierto, decretada e iniciada un año antes por el gobierno constitucional que derrocaron; por lo cual, el único cambio que supuso el golpe de Estado militar, consistió en que las Fuerzas Armadas pasaron a asumir la conducción política de la guerra contrarrevolucionaria vigente.

Por una de esas habituales ironías del destino, en la Argentina actual los militares, policías y gendarmes que, al precio de 608 bajas mortales, derrotaron a la subversión marxista empeñada en desarrollar su guerra revolucionaria hasta transformarla en una guerra civil, ahora son presos políticos del régimen Kirchner-Montonero; mientras que los terroristas homicidas supervivientes han conseguido hacerse con el poder y, en el colmo de la inmoralidad más abyecta, se han convertido en apasionados defensores de los Derechos Humanos. Solamente de los humanos de izquierda, claro está, porque respecto al total de 816 civiles, policías y militares asesinados por los “jóvenes idealistas” y “militantes populares”, la izquierda argentina, que tenía y sigue teniendo como objetivo un Estado socialista, es amnésica, sorda y muda.

sábado, 16 de marzo de 2013

Cruzada roja contra el Papa Bergoglio





Jorge Fernández Zicavo

Como era previsible, pocas horas después de que el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio fuera proclamado Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, las usinas mediáticas de la izquierda mundial comenzaron a disparar su artillería pesada contra el nuevo Papa para amargarle la fiesta a esa cristiandad que tanto odian.
La excusa que utilizaron para lanzar sus ataques, obtenida en una urgente consulta a Wikipedia para saber quién diablos era ese ignoto cardenal, fue una supuesta colaboración de Bergoglio con las Juntas Militares que gobernaron la República Argentina a partir de su golpe de Estado en marzo de 1976. La actual ultraizquierda de ese país, toda ella dirigida por antiguos terroristas homicidas, sostiene que el entonces Provincial de la Compañía de Jesús pudo haber facilitado -por omisión o pasividad- la captura de dos religiosos por las fuerzas contraterroristas del Estado durante aquellos años de guerra civil revolucionaria; y que luego no hiciera gestiones para conseguir su liberación.

En la tarde del pasado miércoles 13, la prensa zurda y sus militantes-periodistas se encontraron ante una de esas bombas informativas que electrizan las redacciones y triplican las ventas; por lo cual, en pocos minutos los directores de los Medios hicieron oler sangre a sus mastines y transformaron los teclados de las computadoras en picadoras de carne.

Demás esta decir que en España el primero en iniciar lo que sin duda acabará perfilándose como una Cruzada sistemática contra este Papa y el Vaticano, fue el anticlerical-fóbico EL PAIS; un diario que durante la sangrienta semana madrileña de marzo de 2004 ya demostró las excelencias de su técnica manipuladora y golpista.

Continuando con la serie dedicada a desnudar el dispositivo político-semántico (el texto tutor: matriz, programa), que tutela o controla el trabajo de la enunciación en el discurso de las izquierdas (Camila Vallejo y Stéphane Hessel), me ocuparé (cursiva) de un texto publicado a toda prisa por el citado diario oficioso del Partido Socialista Obrero Español a las 02:53 horas del 14 de marzo en su edición digital.
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La sombra de la dictadura argentina alcanza al papa Francisco

Como enseñara el semiólogo Roland Barthes, en los “textos tutores” el título suele contener la cifra o clave de su enfoque, que en este caso es la palabra "alcanza", utilizada con una evidente intencionalidad vinculante entre la Dictadura y el Papa Bergoglio, a quién, como mínimo, el enunciado convierte en un sospechoso obligado a demostrar su inocencia.

Entradilla:
El nuevo Pontífice es acusado de haber denunciado a dos sacerdotes de la Compañía de Jesús ante el régimen militar.

Redactor:
Alejandro Rebossio
Buenos Aires
14 MAR 2013 - 02:53 CET

La supuesta colaboración del nuevo papa Francisco con la última dictadura de su país, Argentina (1976-1983), constituye el capítulo más oscuro de su vida. Organizaciones de defensa de los derechos humanos lo acusan de haber denunciado a dos sacerdotes de la Compañía de Jesús ante el régimen cuando él era provincial de esa congregación.

Establecido el texto tutor por medio del sujeto escribiente, comienza la articulación de su estructura reforzando la ya citada Sombra con lo Oscuro de su vida, y haciendo que la Supuesta sea inevitablemente contaminada por su vecina Colaboración. Como bien sabe todo psicolingüista (y publicista), el lector registrará esta última.

En cuanto a las organizaciones de defensa de los derechos humanos, es muy probable que la mayoría de los lectores españoles ignoren que estas ONG’s han sido fundadas por antiguos terroristas homicidas, y que son generosamente financiadas con los "fondos de reptiles" presidenciales obsequiados por el matrimonio de los corruptos y ex terroristas montoneros Kirchner. Y seguramente, desconocerán también las estafas llevadas a cabo por la Asociación de Madres de Plaza de Mayo presidida por la millonaria constructora de viviendas Hebe Pastor de Bonafini, notable apologista del terrorismo internacional que celebró con champagne el atentado de las Torres Gemelas y protege en Argentina a terroristas de ETA y de las FARC reclamados por la Justicia de sus países
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… Los dos curas jesuitas se llamaban Orlando Yorio, ya fallecido, y Francisco Jalics, que vive en Alemania. Ambos se habían ido a vivir a barrios de chabolas de Buenos Aires para comprometerse más de cerca con los pobres.
Pero para las autoridades de la Iglesia esa opción era mal vista. “Mucha gente que sostenía convicciones políticas de extrema derecha veía con malos ojos nuestra presencia en las villas miseria”, cuenta Jalics en su libro Ejercicios de meditación, de 1995:

“Interpretaban el hecho de que viviéramos allí como un apoyo a la guerrilla y se propusieron denunciarnos como terroristas. Nosotros sabíamos de dónde soplaba el viento y quién era responsable por estas calumnias. De modo que fui a hablar con la persona en cuestión y le expliqué que estaba jugando con nuestras vidas. El hombre me prometió que haría saber a los militares que no éramos terroristas. Por declaraciones posteriores de un oficial y 30 documentos a los que pude acceder más tarde pudimos comprobar sin lugar a dudas que este hombre no había cumplido su promesa sino que, por el contrario, había presentado una falsa denuncia ante los militares”, añade Jalics…

Estos párrafos ya asumen plenamente su función manipuladora utilizando el viejo truco de desinformar al lector; o lo que es lo mismo, jugando impunemente con las palabras, porque el prestidigitador Rebossio sabe que los lectores españoles ignoran lo que ocurrió en Argentina durante la pasada década del setenta.
¿Y qué enmascara o maquilla la frase conmovedora y generadora de simpatía, “compromiso cercano con los pobres”? Pues el hecho de que aquellos curas “comprometidos” no iban a las villas miserias (poblados de chabolas) como religiosos, sino como militantes de organizaciones armadas marxistas que, al tiempo que divulgaban un “cristianismo de liberación” justificador de la lucha armada contra el capitalismo explotador, captaban nuevos militantes.

Resumiendo el contexto: desde mediados de los años sesenta, en la Iglesia Católica latinoamericana germinó un movimiento teológico, ideológico y político que, siguiendo la estela del Papa Juan XXIII y el Concilio Vaticano II (aquel nefasto experimento de “diálogo entre cristianos y marxistas”), pretendía izquierdizar a los cristianos y cristianizar a los izquierdistas por estar convencidos de una supuesta coincidencia moral entre cristianismo y socialismo. Figuras rectoras de aquella “teología de la liberación” fueron el obispo brasileño Helder Cámara, el obispo mexicano de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo y el sacerdote brasileño Leonardo Boff. La muerte en combate del cura guerrillero colombiano Camilo Torres en 1966, sería la culminación simbólica de aquella izquierda eclesiástica. En Argentina esa corriente fundó en 1968 el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, uno de los cuales, Gerardo Ferrari, ingresó en la organización terrorista Fuerzas Armadas Peronistas y murió al año siguiente en un enfrentamiento armado con la policía. Otra organización de este tipo fue Cristianismo y Revolución, fundada por el ex seminarista Juan García Elorrio e integrada por sacerdotes y militantes laicos de la izquierda peronista (Carlos Ramus, Mario Firmenich, Graciela Daleo...), que más tarde fundarían la organización terrorista Montoneros; autora, hasta ser aniquilada por las Fuerzas Armadas en 1979, de unos 500 homicidios, más cientos de ataques a instalaciones militares y policiales, secuestros, etc.

En cuanto a lo dicho por el cura Jalics sobre unos fantasmagóricos “oficial y 30 documentos que le permitieron comprobar, sin lugar a dudas” las acusaciones contra Bergoglio, resulta tan descaradamente manipulador, que produce vergüenza ajena
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… Ese hombre era Jorge Bergoglio, el entonces provincial jesuita y ahora papa, según contó Yorio en una carta de 1977 al asistente general de la Compañía de Jesús que obtuvo el periodista Horacio Verbitsky en una extensa investigación. Años después, cuando la democracia había regresado a Argentina, Yorio también comentó a otros sacerdotes que Bergoglio no los había “entregado”, pero sí los había “mandado al frente” (delatado) ante los militares, según relata a EL PAÍS un testigo directo de aquella confesión.

Como seguramente el lector español de EL PAIS ignora, este Horacio Verbitsky no es un simple “periodista”, sino el ex sub-jefe del Servicio de Información Montonero, responsable por lo tanto, de centenares de atentados, secuestros y homicidios, pues todas las operaciones de la organización pasaban antes por sus manos y por las de su jefe, el también “periodista” Rodolfo Walsh, que además era un agente de la Inteligencia cubana. Conviene recordar al lector que una de las manipulaciones semánticas más cínicas y recurrentes de la izquierda argentina, es la de citar a sus militantes terroristas muertos en combate y/o ejecutados, exclusivamente por su actividad profesional, omitiendo toda mención a su “doble vida”. Siguiendo esta norma (ver listado oficial de Desaparecidos), acabarán diciendo que en Bolivia no fue ejecutado el guerrillero o terrorista Che, sino el médico Ernesto Guevara.

En la misma línea de manipulación y desprecio a la inteligencia de sus lectores, el artículo, es decir, el diario EL PAIS, se atreve a conferir la condición de prueba documental a un fantasmagórico... “testigo directo”
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… El 23 de mayo de 1976 Yorio y Jalics fueron secuestrados por la dictadura. Padecieron cinco meses en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los principales centros clandestinos de detención y tortura del régimen. Un interrogador le dijo a Yorio que sabían que no era guerrillero pero que con su trabajo en la villa unía a los pobres y eso era subversivo, según reconstruyó Verbistky. La Iglesia argentina, cuya jerarquía colaboró con la dictadura mientras una minoría ofrecía una valiente resistencia, intercedió para que los liberasen y así fue. Ambos fueron arrojados drogados en un bañado de una ciudad cercana a Buenos Aires, Cañuelas, un 24 de octubre.

Aquí la contradicción e irracionalidad queda manifiesta una vez más por la incoherencia de sostener que la jerarquía eclesiástica que intercedía ante los generales para liberar prisioneros, al mismo tiempo colaboraba con la dictadura. Este párrafo viene a demostrar cómo la mentira o mala fe de un discurso siempre acaba enredándose en sus telarañas. Aunque esto no disminuye la eficacia del “texto tutor”, pues están concebidos para lectores que por complicidad ideológica y “pensamiento único y débil”, ya están predispuestos a dar por cierto todo su contenido.

… En el libro El Jesuita, en 2010, Bergoglio contestó a las acusaciones: “Nunca creí que estuvieran involucrados en actividades subversivas como sostenían sus perseguidores, y realmente no lo estaban. Pero, por su relación con algunos curas de las villas de emergencia, quedaban demasiado expuestos a la paranoia de caza de brujas. Como permanecieron en el barrio, Yorio y Jalics fueron secuestrados durante un rastrillaje. La misma noche en que me enteré de su secuestro, comencé a moverme. Cuando dije que estuve dos veces con el dictador Jorge Videla y dos con el jefe de la Armada Emilio Massera, fue por el secuestro de ellos”.

La justicia argentina citó a Bergoglio cuando era cardenal, arzobispo de Buenos Aires y jefe de la Iglesia argentina como testigo en el segundo juicio sobre los crímenes de la ESMA, que finalizó en 2011. Pero el ahora pontífice se excusó por su investidura de ir a los tribunales y fueron los magistrados los que tuvieron que ir a tomarle declaración en el edificio de la Curia porteña.

Otro desplazamiento subliminal del significante. Aquí, “testigo” en un juicio por crímenes inevitablemente será contaminado por “crímenes” y se desplazará hacia “involucrado”.

… Bergoglio también ha sido citado como testigo en una causa en Francia por el asesinato en (sic) la dictadura argentina del sacerdote de ascendencia francesa Gabriel Longueville. Una hermana y tía de desaparecidos pidió que además se le interrogara en Argentina por sus presuntos conocimientos sobre el robo de bebés de secuestradas por la dictadura. Bergoglio, en cambio, dice que durante aquellos años protegió, escondió y ayudó a exiliarse a perseguidos por el régimen. Claro que nunca se situó entre los pocos obispos y sacerdotes que asumieron un papel de abierta lucha contra las violaciones de los derechos humanos de aquellos años.

Nueva explotación de la ambigüedad consustancial al significante “presunto”: excelente terreno para sembrar la sombra de la sospecha sobre la víctima de una cruzada difamatoria que no ha hecho más que empezar.

En cuanto a violaciones de los derechos humanos, el firmante de la nota - y obviamente, EL PAIS que al publicarla la asume- repiten esa letanía políticamente correcta y progre, sin precisar a qué tipo o clase de humanos se refiere esta bandera de la corrompida ONU y de la prevaricadora Corte Penal Internacional. Respecto al caso argentino, si a las víctimas del terrorismo marxista, o a sus asesinos legalmente aniquilados* por el contraterrorismo de Estado. Como ejemplos de terroristas convertidos ahora en abanderados de esos derechos, puede citarse a las montoneras Pilar Calveiro y Graciela Daleo; no siendo un dato menor, el hecho judicialmente acreditado de que ambas colaboraron con los marinos de la ESMA hasta el extremo de delatar a decenas de compañeros que luego fueron ejecutados, y de realizar misiones de Inteligencia contra los exiliados en varios países de América Latina y Europa. Actualmente, Calveiro da conferencias sobre la materia en la Universidad Autónoma de México, y la Daleo coordina una Cátedra Libre de Derechos Humanos en la Universidad de Buenos Aires.
* Decreto de un gobierno constitucional, y ratificado por el Congreso de la Nación.

El “texto tutor”, en resumidas cuentas, es un texto canónico (síntesis de un amplio corpus discursivo) destinado a la difusión subliminal (recepción acrítica) de premisas ideológicas o doctrinales. Por eso mismo, su estrategia manipuladora, articulada mediante maniobras o trucos muy elementales, y groseramente evidentes cuando se los analiza, es indiferente e inmune a las contradicciones o incoherencias propias de la irracionalidad. Su savia y función no es el logos, sino la fe, en su acepción laica de credulidad.



viernes, 8 de marzo de 2013

Lo que no cuentan de Hugo Chávez




Agustín Laje

La muerte del Hugo Chávez humano ha dado paso al nacimiento del Hugo Chávez mítico: una versión falaz e insolente del dictador bolivariano, despojada de sus atrocidades y abarrotada de supuestas virtudes que lo ubican, como todo mito de esta naturaleza, en el pagano altar de los ídolos políticos.

El poder simbólico de la muerte es de inimaginable vigor en las sociedades humanas. La muerte nos fascina, nos sensibiliza, sacude eso llamado empatía que nos permite ponernos en el lugar del otro, como rezan algunas teorías sociales y psicológicas. Paradójicamente, la muerte muchas veces nos acerca a quien ya no tiene existencia terrenal y, precisamente por esto, contribuye a la emergencia de los mitos políticos.

La muerte tiene el poder de borrar historias y crear historietas. Sepultar hechos y construir fantasías. Otorgar plenarias indulgencias y amordazar visiones alternativas. En definitiva, censurar verdades y alentar mentiras. Todo ello, en presunto “honor” del difunto, por supuesto. Ejemplos argentinos en la historia reciente sobran. Ernesto Che Guevara, de asiduo fusilador a exponente de la “lucha por los Derechos Humanos”. Néstor Kirchner, de corrupto matón multimillonario a fetiche “nacional y popular”. Ambos viven hoy, pero en remeras (camisetas), de algunos fanáticos. La muerte, evidentemente, todo lo puede.

¿Pero quién murió realmente el pasado 6 de marzo de 2013 (descontando que ésta haya sido la verdadera fecha de su muerte)?
La pregunta es válida, en tanto y en cuanto el nacimiento del Chávez mítico no tardará en pervertir la verdad histórica del bolivariano dictador.

En términos políticos, murió un caudillo profundamente antidemocrático que, fracasado en su intentona golpista del 4 de febrero de 1992 contra el presidente democrático Carlos Andrés Pérez (intentona que dejó un saldo de más de 20 muertos y decenas de heridos), entendió que la democracia debía ser destruida desde adentro. En 1999, habiendo obtenido el poder mediante formas democráticas, Hugo Chávez activó entonces su plan para fagocitar la democracia desde su interior, socavando la independencia de poderes; destituyendo caprichosamente a incontables jueces y colocando a dedo a otros que le fueran funcionales; controlando celosamente la Asamblea General; obstaculizando el actuar de la oposición; violentando la libertad de expresión a niveles insoportables, y destruyendo instituciones vitales para el funcionamiento sano de toda democracia.

Así las cosas, aquel cuyo poder tuvo un origen democrático, en su ejercicio se volvió un dictador, pues reunió en su persona la suma del poder público y pronto se convirtió, además, en un enemigo declarado de los Derechos Humanos. Cabe mencionar que Hugo Chávez fue denunciado nada menos que por la Human Right Watch (Informe 2008) y por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que en su informe de 2009 subrayó que el dictador Chávez “criminaliza a los defensores de los Derechos Humanos, judicializa la protesta social pacífica y persigue penalmente a los disidentes políticos”. La dictadura chavista, que acabó retirándose de la CIDH en la OEA, no se privó de tener sus numerosos presos políticos y sus exiliados. Un caso interesante es el del político opositor Alejandro Peña Esclusa, quien padeciendo cáncer fue encarcelado a partir de un sucio trabajo de los grupos de inteligencia de Hugo en 2010. Esta terrible enfermedad que soportaba el preso político, naturalmente empeoró en prisión, y las presiones de organismos de Derechos Humanos sólo obtenían indiferencia por parte del chavismo que gozaba de la situación.

A este veloz recorrido por el legado político de Hugo Chávez, debemos agregar que su gobierno ha sido considerado el más corrupto de toda América Latina por el prestigioso ranking que hacen los expertos de Transparencia Internacional. Es de conocimiento público la fortuna que han hecho los políticos del “socialismo del Siglo XXI” y sus amigos (conocidos como “boliburgueses”), incluyendo al mismísimo difunto y a su familia, por supuesto. La Venezuela bolivariana también ocupa el último puesto del Índice de Desarrollo Democrático de América Latina (2012), que si bien no incluye a Cuba en su ponderación, habla a las claras del proceso dictatorial que introdujo Hugo Chávez en el país de Bolívar, a pesar de su origen electoral.

En términos económicos, murió un pésimo administrador que, más preocupado por repartir prebendas y desarrollar su sistema clientelar, descuidó una inédita posibilidad que tuvo Venezuela de modificar su ineficiente estructura económica. Esta posibilidad estuvo dada por la exponencial alza del precio internacional del petróleo, que es prácticamente lo único que exportan los venezolanos. El día que Chávez ganó las elecciones, el barril de petróleo costaba 9 dólares; en 2011 ya estaba en 160 dólares. Estamos hablando de un incremento de casi el 1800% de aquello que representa el 96% del ingreso por exportaciones del país. En 14 años de gobierno chavista, se estima que ingresaron 980.000 millones de dólares por petróleo (de los cuales varios millones se usaron para financiar la dictadura castrista y organizaciones terroristas como las FARC) gracias a factores que nada tienen que ver con la habilidad en el manejo de la economía, sino con una coyuntura internacional dada. Si aquel número no le dice mucho, considere que Estados Unidos destinó en su Plan Marshall para la recuperación de 18 países, la suma de 12.741 millones de dólares.

Sin embargo, y a pesar de este inédito viento de cola, Venezuela continúa desindustrializada, en permanente crisis energética, importando prácticamente todo de afuera, y padeciendo una inflación que está entre las más destructivas del mundo casi llegando al 30%.

En los últimos años han cerrado más de 107.000 empresas, que constituyen un 15% del total. Y es que la libertad económica en Venezuela ha sido coartada casi al extremo. El último informe anual de Libertad Económica en el Mundo, del prestigioso Fraser Institute, señala que los venezolanos tienen el país menos libre de las 144 naciones computadas. En el Índice 2013 de Libertad Económica de la Heritage Foundation, Venezuela aparece en el puesto 174 sobre 176 países considerados. Junto a Cuba, el país de Hugo Chávez es el de menor seguridad jurídica de todo el continente y, por lo tanto, el peor para invertir.

En términos sociales finalmente, murió un belicista que, mientras militarizaba a la población, introducía la discordia y la división social. Arguyendo descabelladas hipótesis de conflicto como una “guerra asimétrica” contra los Estados Unidos, Hugo Chávez armó y entrenó a más de 25.000 milicianos irregulares en una suerte de escuadrón de la muerte llamado “Guardia Territorial”. Además, conformó los “Movimientos Bolivarianos Revolucionarios” que, con una impronta casi guerrillera, controlan los barrios al estilo de los “Comandos de Defensa de la Revolución” de Fidel Castro. Todo esto, sin contar la reserva militar de 500.000 civiles dispuestos a enfrentarse contra “el imperialismo” (conflicto armado que sólo estaba en las esquizofrénicas neuronas del dictador bolivariano) que anunció allá por 2005, o la militarización de niños en las llamadas “guerrillas comunicacionales”.

Semejante militarización irregular, división social y fanatismo político, hacen hoy de Venezuela uno de los países más inseguros del mundo, con una tasa de 73 homicidios por cada 100.000 habitantes.

Murió Hugo Chávez. Recordémoslo como verdaderamente fue: políticamente, un enemigo de la democracia que consiguió destruirla desde su interior; económicamente, un pésimo administrador con suerte que desperdició una posibilidad inédita de desarrollar a Venezuela; y socialmente, un militarista desquiciado que quiso pergeñar un Estado policíaco en permanente paranoia, y acabó fragmentando a toda una sociedad que ahora, sin el caudillo, armada y fanatizada, espera por tiempos más violentos aún.

La Prensa Popular

Buenos Aires
07.03.2013

sábado, 2 de marzo de 2013

El discurso "indignado" de Stéphane Hessel

Hessel testimoniando su apoyo al líder de Hamás, Ismail Haniyeh



Jorge Fernández Zicavo

En otros artículos publicados en este Blog sobre el Movimiento lumpen-anarquista de los “indignados” madrileños, y la comunista chilena Camila Vallejo, he señalado las taras que caracterizan al discurso general de la izquierda reaccionaria, es decir, de toda la izquierda mundial: tópicos banales, mitos, endogamia narcisista, pensamiento-consigna, petulante presunción de superioridad moral, silencio sobre su historial totalitario y genocida, etc. Después de unos setenta y cinco años reproduciéndose (puede datarse su nacimiento en 1936: propaganda electoral diseñada por la Komintern para el Frente Popular español), este tipo de discurso “militante” ha conformado un canon que, debido a su superficialidad crítica, ha sido bautizado como pensamiento débil.

Sus características de discurso uterino y autolegitimador, responden a las que el semiólogo Roland Barthés definió como texto o discurso “tutor”: aquellos que, partiendo de una perspectiva conceptual rígidamente cerrada, tutelan o supervisan el proceso de la significación a cargo de la cadena significante (las palabras). El texto o discurso tutor sería pues, una matriz o programa que garantiza la correcta producción del Sentido pre-asignado por el enfoque ideológico.
El “tutor” que produce y regula estos textos alude, por lo tanto, a un ente omnisciente, a un mecanismo o función puesta en marcha por una combinación de premisas ideológicas, culturales y psicológicas. De ahí que Barthés, y Emile Benveniste, uno de los padres de la lingüística moderna, sostengan que no hay Autor (sujeto empírico) de un texto, sino un Sujeto de la Enunciación (la función “tutor”) que se apodera y utiliza a ese sujeto, digamos... como un ventrílocuo a su muñeco. Asimismo, el psicoanalista Jacques Lacan se sumó a esta teoría de la enunciación afirmando que “el hombre es un ser hablado” (por el inconsciente y la cultura), por cuanto... “Quien habla en el relato no es el que escribe, y el que escribe no es el que es”.

Tras esta introducción inevitablemente comprimida, y atendiendo a la sugerencia de algunos lectores del Post dedicado a Camila Vallejo para analizar otros textos izquierdistas, comentaré una nota de prensa dedicada a glosar las supuestas ideas originales del gurú de la progresía contestataria, Stéphane Hessel -recientemente fallecido-, que alimentaron las consignas de la izquierda “indignada”. Estamos, por lo tanto, ante un texto con dos sujetos de la enunciación: Hessel y el redactor de la nota. Incluso podríamos hablar de un tercero: el diario El Mundo, que publica esta nota por coincidir con su discurso tutor institucional.

Las breves observaciones glosadas por el autor de este Post van en cursiva.
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Muere Stéphane Hessel
Juan Manuel Bellver
Corresponsal en París
El Mundo
27.02.2013

Stéphane Hessel ha muerto a los 95 años. El autor del best-seller "¡Indignaos!", que llegó a vender más de cuatro millones de copias en más de 100 países desde su lanzamiento en octubre de 2010 e inspiró en España el movimiento ciudadano del 15-M, falleció durante la noche en su domicilio parisino, según ha anunciado esta mañana a AFP su esposa Christiane Hessel-Chabry.
Antiguo diplomático y héroe de la Resistencia, este venerable pensador nonagenario protagonizó al final de su vida un auténtico fenómeno literario con un librito de 32 páginas que denunciaba con tremenda autoridad moral el materialismo lampante y la tiranía de los mercados financieros. Sin la menor promoción, puesto que Indigène era una modesta editora alternativa de Montpellier, con el lomo simplemente grapado y al precio testimonial de 3 euros, 'Indignez vous' se convirtió en pocos meses en el ensayo político más influyente de su tiempo, pero no hizo rico a nuestro hombre, que había renunciado desde el principio a los derechos de autor.

* El dispositivo tutor al que se suma el corresponsal, establece su topografía ideológica: el texto discurrirá por el territorio de la subcultura “alternativa”. Por lo demás, aún si diésemos por cierto que Hessel renunció a cobrar sus derechos de autor, un opúsculo grapado vendido a 3 euros está muy lejos de ser un “precio testimonial” para una “modesta editora alternativa” que se embolsó la fantástica suma de 12.000.000 de euros; una cuestión nada baladí y con muchas derivaciones. En cuanto a llamarle “pensador”, sabido es que la misma se aplica a los filósofos y, aunque el mal informado corresponsal lo afirme más adelante, Hessel no lo era.

¡Indígnese usted! Se supone que el primer mundo disfruta de una sociedad del bienestar basada en los valores democráticos y en la riqueza que generan algunas de las más productivas economías del planeta. Y, sin embargo, algo va mal. En Francia, país tradicionalmente modélico en cuestión de libertades, cooperación internacional y logros sociales, se desprecia al débil y se exalta el culto a dinero", denunciaba en sus páginas.

* Las miserias intelectuales del discurso tutor (mentir, manipular, despreciar las contradicciones), irrumpen de manera explosiva en el texto por medio de una verdad de Perogrullo enunciada por Hessel, ya que, como en toda acción humana, a lo largo de la Historia en todos los sistemas políticos y económicos siempre algo ha ido, va, e irá, mal. Por otra parte, el “pensador” Hessel cae en una patética contradicción, pues su “sin embargo”, es la excepción que confirma la regla confirmada por él: las excelencias de un sistema que permite a los ciudadanos del Primer Mundo “disfrutar de una sociedad del bienestar rica y democrática”; y en lo que a Francia se refiere, apostilla que es “modélica en libertades y logros sociales”. ¡Casi nada! Como suele decirse, esta incoherencia produce vergüenza ajena.

Hessel ha conquistado al lector occidental gracias a su innegable carisma personal y a su historia de héroe de guerra. Además, su mensaje resulta claro y conciso para “un pueblo harto de las promesas de los políticos y cada vez más desengañado del liberalismo capitalista", explicaba en su día el diario 'Libération'.

* Si, según el diario trotskista Liberation, Hessel conquistó al “lector occidental” (¿qué será eso?), por su carisma y valor en la guerra, ello no habla muy bien del talento o rigor crítico de sus lectores. Por lo demás, Hessel insiste en su demagogia simplona, pues resulta groseramente obvio que el pueblo francés estará tan harto de las promesas de sus políticos, como todos los pueblos del planeta.

Otra dictadura

"La dictadura internacional de los mercados financieros amenaza la paz y la democracia", señalaba, para luego hacer un llamamiento a "una insurrección pacífica contra el consumo masivo, el desprecio por los débiles y la competencia de todos contra todos". Puestos en boca de cualquier otro escritor, muchos de estos conceptos habrían resultado demagógicos. Pero Hessel tenía una autoridad moral difícilmente cuestionable y sus palabras se convirtieron en el santo y seña de esos cientos de miles de ciudadanos que se echaron a la calle en los meses siguientes para protestar contra los recortes sociales y la tiranía especulativa de los mercados.

* Aquí la retórica catastrofista de Hessel roza lo patológico. Algunos teníamos entendido que las “dictaduras que amenazan la democracia y la paz” no son los… ¡mercados financieros! sino las terroristas de Hamás en Gaza y de Al Fatah en Ramala, y especialmente las totalitarias de Corea del Norte e Irán cuyos crímenes contra su población civil y su explícita amenaza de desencadenar una tercera guerra mundial nuclear la izquierda reaccionaria mira con simpatía porque todas ellas son enemigas del “imperialismo yankee”. Conviene recordar que el judío e israelí-renegado Hessel, era un activo militante de la "causa" palestina. Respecto a la rabieta infantil de una “insurrección pacífica contra el consumo masivo”, es consecuencia de una de las fobias predilectas de la izquierda reaccionaria (el consumismo); una supina bobada, pues el “consumo masivo” que tanto le escandaliza, es consecuencia de una buena situación económica que genera excedentes salariales para invertir en bienes, mercancías y servicios. Amén de la obviedad de que un mayor consumo aumentará la producción y el empleo. El corresponsal, por otra parte, no nos explica por qué Hessel es una “autoridad moral incuestionable” cuya demagogia no puede cuestionarse.

"El poder del dinero, que tanto combatimos, nunca fue más insolente y egoísta. Hago un llamamiento a los ciudadanos a asumir la responsabilidad por las cosas que no funcionan en nuestra sociedad. Deseo que cada uno de ustedes encuentre un motivo por el que indignarse con el sistema", proseguía su texto. Esa indignación a la que apelaba hace tres años Hessel era la misma que, según él, impulsó la resistencia contra el invasor nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Nacido en Berlín en 1917, hijo de intelectuales criado en París y nacionalizado francés en 1937, el difunto filósofo tuvo una vida de auténtica película.

* El disparate de homologar nada menos que la invasión nazi-alemana de Francia en 1940 con la actual crisis financiera iniciada en 2008, está destinado a establecer en la mente del lector adolescente una insidiosa analogía subliminal (históricamente errónea), entre fascismo y capitalismo; o la ecuación Derecha = Capitalismo = Crisis, profetizada por la biblia marxista. De esta manera, el texto tutor de Hessel y asociados borra de un plumazo la co-responsabilidad de los gobiernos socialistas en la gestación de la actual crisis financiera mundial; concretamente, respecto al endeudamiento de los Estados por ellos gobernados para seguir financiando las subvenciones y servicios asistenciales del “Estado de bienestar” que tantos votos les proporciona; y a que nada hicieron para eliminar las burbujas inmobiliarias que alimentaron el desastre; ni establecieron controles o regulaciones a la “dictadura de los mercados financieros”, “tiranías especulativas de los mercados”, y al “poder del dinero… insolente y egoísta”. Sería interesante saber si también dirige estos anatemas a la actual China social-capitalista.

Además, si el moralista Hessel “desea que los ciudadanos encuentren un motivo para indignarse contra el sistema”, parece lógico deducir que hasta ahora éstos no encuentran ninguno pues a pesar de la crisis el sistema sigue funcionando. Contrariando los deseos de Hessel, la realidad indica que el Primer Mundo está sumido en una de las cíclicas crisis del capitalismo, pero no en una catástrofe terminal.
En cuanto al Movimiento español de los Indignados, el hecho de que sólo haya tenido un año de vida, hace innecesario analizarlo aquí. La Historia demuestra, especialmente tras el mayo parisino de 1968, el carácter fugaz e irrelevante de los movimientos de protesta organizados por las clases medias contestatarias que juegan a la “revolución”. Por último, conviene recordar que Hessel jamás cursó estudios de filosofía ni editó libro alguno sobre la materia. Tan sólo publicó un libro de Memorias: “Mi baile con el siglo”, y el citado cuaderno grapado de 32 páginas que nos ocupa. Eso es todo lo escrito y publicado por el “pensador y filósofo”
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Todo por Francia

Durante la ocupación nazi, se puso a las órdenes de De Gaulle. En 1944 fue arrestado por la Gestapo, torturado y enviado al campo de Buchenwald, donde iba a ser ejecutado. Dos días antes de que se cumpliera la sentencia, con la complicidad del médico del campo, cambió su identidad por la de otro preso fallecido de tifus durante esa noche y pudo esquivar la horca. Se escapó, fue capturado, volvió a huir, volvió a caer. Bajo el nombre de Michel Boitel, fue huésped de media docena de cárceles nazis antes de saltar de un tren durante un traslado e ir a unirse a las tropas estadounidenses que entraron en París.
Al final de la guerra, se incorporó a la carrera diplomática siendo nombrado embajador en China y luego secretario de la comisión que redactaría en 1948 la Declaración de Derechos del Hombre. Vinculado al Ministerio de Asuntos Exteriores hasta su jubilación en 1985, militante del Partido Socialista desde 1986 por simpatía hacia Mitterand, Hessel siempre fue un pensador lucido cuya principal ideología eran los derechos inalienables del individuo.

* A estas alturas ya comienzo a dudar de tal fantástica biografía heroica, con una Gestapo que no fusila a un miembro de la Resistencia ¡y judío! que se burla de ella fugándose nada menos que de seis cárceles y dos campos de concentración según cuenta la única biografía localizada en Google; y me malicio que se menciona para reforzar el mensaje ideológico y político del “pensador lúcido y defensor de los Derechos del Hombre”.

Al final, esa vida llena de aventuras encontró un nuevo requiebro en 'Indignaos'. Cuando en España su éxito circulaba boca a oreja, EL MUNDO preguntó a los filósofos Patxi Mangado y José Antonio Marina acerca de su valor. Los dos coincidieron en sus sensaciones: las páginas de Hessel habían conectado con sus lectores por la simplicidad de su mensaje, una llamada a la dignidad personal y social muy básica, poco elaborada conceptualmente pero, por eso mismo, capaz de sensibilizar a públicos muy amplios.
Hessel no engañaba a nadie. Sus entrevistas también eran así, básicas, vigorizantes, a su manera, optimistas: "Probablemente estamos entrando en una nueva fase de la historia porque la gente se ha dado cuenta de que no es sólo parte de una horda codiciosa y que, en realidad, la solidaridad es lo que nos hace más ricos", dijo en otoño de 2011. "En España hay que seguir indignándose y decir no a lo inaceptable. Pero también hay que decir sí a la acción y a la innovación constructiva. Ahora me preocupan las fuerzas con las que estamos obligados a trabajar, que no están equipadas para hacer frente al desorden en el que vivimos: la injusticia, la pobreza... Hay que inventar una nueva democracia y crear nuevas fuerzas políticas para lograr un nuevo panorama", explicó algún mes antes, cuando se publicó 'Indignaos' en España. Aquel día, por cierto, Hessel manifestó su simpatía por el PSOE y por José Luis Rodríguez Zapatero.

* Aquí, el corresponsal se suma a la manipulación de sus lectores silenciando el balance negativo que los citados filósofos hicieron de Hessel. Algo que puede verificarse entrando en la página web de El Mundo que hemos utilizado..