sábado, 22 de septiembre de 2012

Comisario General, Alberto Villar ¡Presente!





Es la Policía la que debe dictar la ley a los insurrectos y no éstos a ella; por eso habéis sido instruidos en los principios de la Ofensiva, y los hombres que conduciréis en el futuro, nunca recibirán de vosotros la orden de ¡Adelante! sino la de ¡Seguidme!

Alberto Villar, 1969
Comisario y Director de la Escuela de Personal Subalterno de la Policía Federal Argentina.
Palabras pronunciadas ante oficiales de Policías provinciales que asistieron al curso sobre "Desórdenes urbanos" impartido por él.
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He elegido como introducción este párrafo del breve discurso pronunciado por Villar en aquella ocasión, porque en él se resumen su carácter de combatiente ofensivo, su concepción ejemplarizadora del mando, y su determinación de impedir que las izquierdas terroristas continuaran desafiando impunemente a la Ley. Cualidad psicológica, conducta profesional y mandato legal, que aplicó durante su larga trayectoria al servicio de la seguridad del Estado y de los ciudadanos.

Generalmente, los artículos dedicados al comisario Alberto Villar en Internet proceden de webs izquierdistas dedicadas a falsear la historia argentina de la década del setenta y a hacer la apología del terrorismo marxista y apátrida que la ensangrentó. Ambas cosas, sostenidas con la desfachatez moral y el desorden psíquico de negar lo que al mismo tiempo afirman: la existencia de aquella Guerra Revolucionaria, al mismo tiempo que glorifican a los terroristas que la llevaron a cabo. La misma ocultación-negación que aplican en sus listados de Desaparecidos al no mencionar la organización a la que pertenecían.

Dado que considero al comisario Alberto Villar como uno de los más emblemáticos combatientes de la guerra librada por las fuerzas armadas, de seguridad y policiales del Estado argentino contra aquella izquierda apátrida alzada en armas contra su propio pueblo; y como un ejemplo de coherencia y sacrificio puestos al servicio de la causa de la Libertad amenazada por la subversión marxista, el eje de esta nota será una reconstrucción cronológica de su biografía profesional, porque ella define por sí misma la extraordinaria personalidad y relevancia histórica del personaje. Como austero hombre de acción y soldado que fue, intuyo que esta manera de resumir su trayectoria vital le hubiera complacido. Sirva pues este artículo-homenaje para no olvidar a quien fuera asesinado por el terrorismo marxista precisamente por ser el más eficiente de sus enemigos. Tal como calificara el jefe del ERP, Mario Roberto Santucho, al general de brigada Guillermo Vilas que les aniquiló en las selvas tucumanas, el comisario Villar llegó a convertirse en "una pesadilla" para todas las organizaciones terroristas en el campo de batalla urbano, en particular, para Montoneros.

Alberto Villar nació el 20 de julio de 1923 en el porteño barrio de Congreso y, casualmente, muy cerca del Departamento Central de la PFA.

Inicialmente, su padre Emilio Villar, de profesión panadero, y su madre María del Carmen García, ambos inmigrantes españoles, habían vivido en la localidad bonaerense de Ramos Mejía ocupándose de un pequeño comercio de ferretería. Alberto tuvo una hermana, de nombre Marina.

En 1941, tras terminar el bachillerato ingresó en la Facultad de Ciencias Económicas, pero en febrero de 1942 abandonó esos estudios e ingresó en la Escuela de Cadetes "Coronel Ramón L. Falcón" de la Policía Federal.

En enero de 1943 fue destinado a la comisaría 44º como cadete meritorio en régimen de prácticas.
En noviembre cumplió el servicio militar obligatorio como Aspirante a Oficiales de Reserva en la Escuela de Artillería de la Guarnición de Campo de Mayo.

En abril de 1944 se reintegró a la Comisaría 44º como oficial escribiente, y en agosto pasó al Cuerpo Guardia de Infantería. En enero de 1945 fue ascendido a oficial ayudante, y en julio de ese mismo año a oficial subinspector.

En enero de 1949 ascendió a oficial inspector.

En agosto de 1950 fue destinado a la Comisaría 10ª y en septiembre de 1951 a la 40ª

En 1952 regresó al Cuerpo Guardia de Infantería, siendo destinado a Custodia Presidencial.

Tras un periodo de Disponibilidad a causa de un incidente con el conflictivo Juan Duarte, hermano de Eva Perón, a finales de 1953 fue destinado a la División Investigaciones, donde prestó servicio hasta el 31 de diciembre se 1957.

En enero de 1958 fue ascendido a oficial principal y destinado a las secciones Leyes Especiales y a Seguridad Personal, donde integró la custodia del presidente de la República Arturo Frondizi.

En junio de 1958 regresó al Cuerpo Guardia de Infantería como jefe de la 3ª Compañía.

En abril de 1961 fue ascendido a subcomisario, y en mayo se graduó como Paracaidista Militar.
También durante ese año, impartió cursos sobre "Motines Urbanos" a coroneles de la Escuela Superior de Guerra del Ejército.

En 1963 fue nombrado jefe del 2º Batallón del Cuerpo Guardia de Infantería.

En ese año 1963, obtuvo una beca de la ONU para seguir cursos técnicos en Francia, organizados por la Sureté, la Gendarmería Nacional y los Cuerpos Republicanos. Los cursos versaron sobre Disturbios Callejeros, Tácticas Antimotines, Carros Blindados y Helicópteros policiales, Inteligencia, Allanamientos, Control Electrónico del Tránsito y Rutas de Acceso a París, y conocimiento general de la estructura de Interpol.

Gracias a los conocimientos adquiridos y a la buena impresión que causó a sus colegas franceses, con ocasión de la visita del general De Gaulle a Argentina en octubre de 1964, fue designado jefe de su custodia.
Después de ese servicio, fue nombrado Segundo Jefe de Seguridad Personal.

En enero de 1966 ascendió a comisario y fue destinado a la Comisaría 12º

En enero de 1967 fue nombrado Director de la Escuela de Personal Subalterno.

En 1968 fue seleccionado como Profesor de Táctica para un curso de oficiales jefes en la Escuela Superior de Policía Federal.

En enero de 1969 ascendió a comisario inspector, continuando como Director de la Escuela.
Ese mismo año impartió cursos de capacitación para Policías Provinciales sobre "Guerrilla Urbana" organizados por el Consejo Nacional de Seguridad; y también dictó una conferencia sobre "Técnicas de lucha en las calles, allanamientos y guerrilla urbana" en la X Brigada de Infantería del Ejército.

En enero de 1970 asumió la jefatura de la 5ª Zona de Seguridad Metropolitana.

En mayo de 1970 dictó una serie de conferencias en la VII Brigada Aérea de Morón para jefes y oficiales de esa Fuerza.

El 29 de mayo, tras producirse el secuestro del ex presidente de la República, teniente general ® Pedro Eugenio Aramburu, por la organización terrorista Montoneros, fue puesto al frente de un vasto y complejo operativo de rastrillaje que incluyó helicópteros cedidos por la Fuerza Aérea. Además del mando operativo, coordinó las tareas de Inteligencia que el 16 de julio permitieron localizar el lugar donde Aramburu permaneció secuestrado y finalmente fuera asesinado: la Estancia "La Celma" en la localidad bonaerense de Timote.

En junio de 1970 dictó una conferencia sobre Guerrilla Urbana en el Primer Escuadrón de Gendarmería Nacional de Campo de Mayo, y a continuación en la Guarnición Aérea de Córdoba, en el Comando del Tercer Cuerpo de Ejército, en la Escuela Superior de la Prefectura Naval y en el Liceo Militar Don José de San Martín.

En agosto de 1970 asumió la jefatura de la División Tránsito. En esas fechas, como consecuencia de la escalada subversiva iniciada el 29 de mayo de 1969 durante el "cordobazo", la jefatura encargó a Villar la formación de un Cuerpo de Unidades Móviles de Represión (antimotines y acciones de guerrilla urbana) dependiente de la Dirección General de Orden Urbano. El Cuerpo, que sería conocido popularmente como "brigada antiguerrillera", quedó integrado por 100 efectivos a bordo de 50 motocicletas BMW-600; conductor y un tirador con FAL o ITAKA en cada una. Dentro de esa nueva etapa estratégica la PFA también creó una Brigada Motorizada de Combate y un Escuadrón Aéreo de Helicópteros.

Entre el 10 y 14 de noviembre de 1970 la "brigada antiguerrillera" operó por primera vez durante la grave insurrección estudiantil dirigida por el recién fundado Ejército Revolucionario del Pueblo, conocida como el "tucumanazo", cuya dimensión, tras desbordar a la Policía de Tucumán hostigándola con francotiradores, hizo necesaria la intervención de la Gendarmería Nacional y de tropas del Ejército procedentes de Salta y Jujuy. Villar acudió a reforzarlas con 50 de sus hombres, a quienes dirigió sobre el terreno conduciendo su motocicleta. Los cinco días de combates urbanos, dan una idea de la magnitud alcanzada por aquella insurrección.

En enero de 1971 fue ascendido a inspector mayor y nombrado Director de Orden Urbano.

En marzo de 1971 se produjeron en la capital de Córdoba unas movilizaciones insurreccionales lideradas por el Ejército Revolucionario del Pueblo, Montoneros y Fuerzas Armadas Peronistas conocidas como "el viborazo". En líneas generales, unos 15.000 activistas obreros y estudiantiles consiguieron controlar un radio de 30 manzanas en las que incendiaron automóviles, asaltaron supermercados, levantaron barricadas y cortaron los accesos a la ciudad. Desbordada la Policía de Córdoba y la Dirección de Orden Urbano de la PFA, a primeras horas de la noche llegaron por avión 100 motoristas de la Brigada Antiguerrillera al mando de Villar, que después de varias horas de operaciones nocturnas apoyadas por todos los efectivos disponibles, consiguieron recuperar el bastión de los insurrectos: los barrios Clínicas y Alberdi que llamaban "territorio liberado", y practicar 300 detenciones.

La tercera intervención de la Brigada Antiguerrillera tuvo lugar el 3 de julio de 1971 en el aeropuerto de Ezeiza, cuando aterrizó un Boeing 707 de la línea Braniff, secuestrado por un norteamericano y una guatemalteca durante el vuelo México-New York, y desviado primero a Monterrey, donde liberaron a los pasajeros a cambio de 100.000 dólares, y posteriormente a Buenos Aires tras una escala en Lima. En Ezeiza exigieron repostar combustible para llegar a la República Socialista de Argelia. El jefe de la PFA, general de brigada Jorge Cáceres Monié, concurrió a Ezeiza acompañado por Villar, quien, espontáneamente, sin esperar órdenes, desinfló las ruedas del avión y lo rodeó con efectivos de Orden Urbano, de su Brigada Antiguerrillera y francotiradores.
A continuación comenzó a ensayar una posible operación de asalto en un avión similar situado en un hangar, que no fue necesaria porque los secuestradores se rindieron. Este suceso sirvió para reflejar claramente la personalidad de Villar, que a continuación recibió el premio "Coronel Ramón L. Falcón".

El 12 de agosto de 1971 dictó una conferencia sobre "La subversión a nivel nacional" en la Escuela Superior de Guerra.

El 26 de agosto de 1971 dictó una conferencia en la Escuela Superior de Guerra de Estado Mayor sobre el tema "Apreciación en el marco de la Policía Federal, sobre la situación actual de la lucha contra la subversión".

En octubre de 1971 ascendió a comisario mayor y pasó a Disponibilidad en la modalidad Servicio Pasivo.

En marzo de 1972 fue reincorporado al Servicio Activo como Asesor del jefe de la PFA, general Cáceres Monié.

Tras los acontecimientos producidos el 22 de agosto de ese año (fuga masiva de terroristas de la cárcel de Rawson, y posterior muerte de algunos de los que fueron capturados, al intentar éstos desarmar a sus guardianes en la base naval de Trelew), Villar impidió con su Brigada Antiguerrillera que sus cómplices les rindieran homenajes públicos no autorizados.

El 1 de enero de 1973 pidió el Retiro Voluntario como consecuencia de la campaña política y mediática desatada contra él y la PFA por la izquierda, tras los graves enfrentamientos ocurridos en la ciudad de Córdoba entre policías cordobeses y federales al mando de Villar. De nada sirvió que el jefe de la PFA, general Cáceres Monié organizara en las instalaciones del Cuerpo de Policía Montada una ceremonia de desagravio a Villar y a la Fuerza, a la que asistió solidariamente el presidente Lanusse.

El 28 de enero de 1974 el presidente constitucional de la República, teniente general Juan Domingo Perón, le convenció para que se reincorporara, le ascendió a comisario general y le nombró Sub-Jefe de la PFA. Villar era entonces el funcionario policial mejor informado sobre las estructuras de las organizaciones subversivas.

El 1º de mayo de 1974 dirigió personalmente el dispositivo de seguridad desplegado en la Plaza de Mayo con ocasión del discurso dirigido por el general Perón a los trabajadores. Como se recordará, aquel acto supuso la ruptura pública entre Perón y los Montoneros, a quienes acusó públicamente de ser lo que todos los argentinos siempre supieron: que eran marxistas infiltrados en el Movimiento Peronista.

El 11 de mayo de 1974 fue nombrado Jefe de la PFA

Pocas semanas después, se desplazó a la selva tucumana al frente del escuadrón "Centuriones" de la PFA para operar contra la guerrilla del ERP; pero como los subversivos abandonaron la zona que se les asignó, el mando del Ejército decidió que regresaran a Buenos Aires.


Villar en la selva tucumana durante el Operativo Independencia

En agosto de 1974, en un escenario de gravísimos atentados terroristas por todo el país, y tras el fallido intento de copamiento del Regimiento de Infantería Aerotransportada 17º de Catamarca por una Compañía del Ejército Revolucionario del Pueblo (que el mismo día había copado sangrientamente la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos de Córdoba), Villar movilizó una Fuerza de Tareas de 2.500 efectivos pertenecientes a la Brigada Antiguerrillera, a la Guardia de Infantería, a la Policía Montada y a la División Canina. Con parte de estos efectivos persiguió a un grupo de insurgentes, pero por llevarles varias horas de ventaja éstos consiguieron llegar a los montes de Tucumán.
A continuación, y en relación con estos dos sucesos, Villar coordinó personalmente operaciones de Inteligencia en Catamarca, Córdoba, Tucumán, Mendoza y Santa Fe.

El 1 de noviembre de 1974 el comisario general Villar y su esposa Elsa Marina Pérez, gracias a fallos inconcebibles de su custodia, fueron asesinados por la Organización terrorista Montoneros en el río Tigre, mediante una carga explosiva colocada en su lancha de recreo.
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Jorge Fernández Zicavo

Dedico este texto-homenaje, a la memoria de la esposa del comisario general Villar, Elsa Marina; a sus hijas Mercedes y Susana; y a los 123 policías federales asesinados por las izquierdas terroristas.

Los datos utilizados en la redacción de este texto provienen del libro "¡SEGUIDME! Vida de Alberto Villar", publicado en 1983 por el comisario general de la PFA, Jorge Muñoz.
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Post Data para una historia de la infamia.

La Escuela de Suboficiales y Agentes pasó a llevar el nombre del comisario general Villar, pero en abril de 2011 el Gobierno presidido por la ex montonera Cristina Fernández de Kirchner, a propuesta de su ministra de seguridad y antigua oficial del Ejército Montonero, Nélida Garré, anuló ese homenaje y ordenó retirar el busto de Villar situado en el patio del Departamento Central de la PFA.
Asimismo, se cambiaron los nombres de la Escuela de Cadetes, y de la Escuela Superior de Policía, dedicados hasta entonces a los otros dos jefes de la Policía Federal que al igual que Villar fueron asesinados por el terrorismo de izquierda. El coronel Ramón L. Falcón, por anarquistas en 1909, y el general de brigada Cesáreo Cardozo, por Montoneros en 1976.

También el ex jefe de la PFA, general Cáceres Monié, y su esposa, fueron asesinados por Montoneros, en 1975.
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Policía Federal Agentina

El Termidor argentino

sábado, 15 de septiembre de 2012

Iglesia Católica argentina. De la palabra valiente al silencio oportunista

Monseñor Caggiano junto al general Onganía. No hemos podido conseguir foto del cardenal con el presidente Perón o con la presidenta María Estela Martínez de Perón



Ofrecemos a nuestros lectores los párrafos más sustanciales de un documento de indudable relevancia histórica: las palabras pronunciadas el 26 de octubre de 1974 por el Arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires y Cardenal Primado de la República Argentina, monseñor Antonio Caggiano, durante una misa de "acción de gracias y por los caídos en cumplimiento del deber", celebrada en la Catedral Metropolitana ante la plana mayor de la Policía Federal presidida por su jefe, el comisario general Alberto Villar. Nombrado por el gobierno constitucional presidido por María Estela Martínez de Perón.

La importancia de este texto, leído por la máxima autoridad de la Iglesia Católica argentina, radica en la rotunda lógica de su autor, Doctor en Filosofía y Teología, y en la valentía con que la Iglesia de aquellos trágicos años de una Guerra Civil Revolucionaria desencadenada por las izquierdas, repudió abiertamente el accionar criminal y apátrida del terrorismo marxista y se posicionó, inequívocamente, sin complejos, junto a las fuerzas del Estado que las estaban combatiendo desde 1969 al precio de soportar bajas mortales en atentados y en combates, que para entonces ya sumaban más de cuatrocientas. Un compromiso con la defensa de la Nación y de los tradicionales valores morales, religiosos, jurídicos, culturales y políticos de la sociedad argentina, que hoy debería abochornar a la actual jerarquía eclesiástica sometida obscenamente al régimen de los antiguos montoneros Kirchner, cuya propaganda ha transformado a aquellos homicidas alentados y adiestrados militarmente por la Cuba castrista, en angelicales "militantes populares".

Asimismo, resulta sorprendente la pasmosa actualidad de algunas de sus observaciones sobre la guerra psicológica desatada en la década del sesenta por la subversión marxista.
Por ejemplo, la referida al vaciamiento demagógico y destructivo, al estilo gramsciano, del contenido o significado de las viejas palabras que nombran valores esenciales de la sociedad argentina de todos los tiempos. En particular, alerta sobre el uso perverso que se hacía de la palabra "represión", despojada de su cometido racional, es decir, cuando es ejercida por el Estado para impedir que los enemigos de la Nación y de su ciudadanía consigan implantar mediante el terror una dictadura marxista.
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Como todos los años, en la Semana de la Policía Federal, habéis dedicado un día a la Acción de Gracias a Dios y al recuerdo de vuestros compañeros difuntos.

Siempre ha estado bien que así lo hicierais, cumpliendo con Dios nuestro Señor, dador de todo bien; pero es evidente que hoy, este acto tan noble y ejemplar tiene características singulares.

En medio de las tensiones que conmueven a todos los pechos argentinos que, angustiados, contemplan los excesos de la violencia y el terror que siguen empapando nuestra tierra con la sangre de hermanos derramada vil, injusta y cruelmente; vosotros que vivís y sentís casi diariamente en carne propia la tensión y el impacto de los asesinatos de vuestros camaradas de armas caídos en el servicio y defensa del orden público y de las vidas de vuestros conciudadanos, os hacéis presentes hoy en torno al altar de Dios, para pedirle inspiración y coraje necesarios para perseverar dignamente en el servicio del país, tutelando los derechos fundamentales de la dignidad humana y de su bienestar; de la convivencia civilizada en todo el ámbito nacional y del bienestar de sus habitantes.

Vuestra actitud es reconfortante y aleccionadora para quienes por diversos motivos, y aún por el cumplimiento de sus propios deberes, se ven amenazados por la prepotencia del terror y la violencia que sumen a sus familiares en la angustia y, más que en el temor, en el espanto.

Vosotros, por la misma misión y las funciones de vuestro cargo en las filas de la Policía Federal Argentina, debéis defender el orden y el bienestar, la justicia, la libertad y la paz en la República.

Debéis hacerlo sin odios, pero con firmeza, de acuerdo a la disciplina que os imponen vuestros deberes. Puede llegar, pues, un momento en que tengáis que hacerlo con el riesgo de perder la vida en el cumplimiento de vuestras obligaciones; y estáis, además, siempre expuestos a caer por un ataque traidor que no da tiempo a la defensa.

Y bien. A pesar de todo, la Nación necesita de instituciones organizadas, como la Policía Federal que cumple funciones de policía de seguridad y judicial en el territorio de las provincias y en la capital de la Nación dentro de la jurisdicción del Gobierno de la Nación.

A esta institución tenéis el honor de pertenecer y vuestro servicio a la Nación en ella, exige que tengáis una conciencia clara, no solamente del honor que comporta, sino también de la responsabilidad que implica.

El sostén de vuestra voluntad para perseverar en un servicio tan difícil como peligroso y agobiador en tiempos de tormenta como los que pasamos, es la convicción profunda de que este servicio que prestáis a la Patria es necesario para su misma vida y desarrollo, para su bienestar y libertad, en justicia y en amor.

(…)

He calificado estos tiempos duros que atravesamos de "desorientación y confusión". Lo son, y en alto grado.
Una campaña tenaz y demoledora, la llamada Guerra Psicológica, aparentemente ineficaz, utilizando los medios de comunicaciones sociales -principalmente audiovisuales-, rápidamente ha invadido todos los ambientes, vaciando de su verdadero contenido a las palabras que hemos utilizado hasta hace poco, para expresar con el mismo significado nuestros deberes y obligaciones, nuestras leyes, nuestras tradiciones y las relaciones humanas, familiares, nacionales e internacionales.

Esas palabras siguen existiendo, pero ya no significan lo que antes significaban: tienen sentido peyorativo, por lo cual ellas mismas destruyen, condenan y rechazan las realidades que antes significaban, y hoy son utilizadas para reprobar instituciones y actividades humanas, como perversidades que deben ser combatidas.

Así, la palabra "represión" se repite de continuo como una condenación oprobiosa y detestable que alcanza también a las instituciones destinadas a reprimir el mal.

(…)

La energía y las fuerzas físicas no son buenas ni malas: el bueno o malo, en sentido humano es el hombre que las maneja recta o racionalmente y de acuerdo a la luz de su razón y a la Ley de Dios. Así se han realizado todos los progresos admirables de la Humanidad.

(…)

Todo esto -
dice Caggiano, tras mencionar varios avances científicos- ha podido hacerlo el hombre utilizando racionalmente las energías y fuerzas de la naturaleza, en el conocimiento y utilización del mundo físico y biológico.

Eso mismo ha realizado utilizando fuerzas y energías en el progreso de la Humanidad. ¿Qué sería de la familia y qué sería de la sociedad civil, si el hombre no contara con la "fuerza subordinada" sí, a su razón; pero como respaldo del orden y del bienestar, de la justicia y de los derechos de la persona humana y de toda la ciudadanía?

Así pues, no sólo el hombre, sino también la sociedad civil pueden y deben contar con el respaldo de la fuerza, sin la cual no podrían alcanzar su propia finalidad, en servicio y promoción del hombre. La fuerza y energía que respalda los derechos humanos, que promueve su bienestar y progreso, defiende su libertad y administra la justicia, debe utilizarse racionalmente, es decir, rectamente, de acuerdo a la Ley moral impresa en la naturaleza humana y codificada en el derecho natural, a las leyes civiles, y sobre todo, a la Ley Revelada por Dios.

¿Por qué se rechaza hoy como inadmisible la represión? Comprendo que haya represiones inadmisibles, cuando se abusa de la fuerza y no se tiene en cuenta el carácter de la agresión. Pero el asesinato, el asalto a mano armada y los secuestros preparados con metralleta en mano ¿no deben reprimirse? ¿Querría decir entonces, que una persona no tiene derecho a defenderse o a defender a su familia? ¿Querría decir que la Nación no puede defender a la ciudadanía y no puede defender la misma vida de la Nación, cuyas estructuras se intenta suplantar por un régimen socialista de Estado, que de hecho es materialista, y en consecuencia ateo y esencialmente totalitario?

La represión, pues, cuando es racional no sólo es conveniente, sino a veces necesaria. ¿No reprimió acaso el Señor a latigazos a los mercaderes que profanaban el Templo?

Defendeos contra la tergiversación de los conceptos. Hay una represión racional, en que se usa rectamente la fuerza para la defensa de la vida humana y de sus derechos sagrados; para defensa del bienestar y progreso del hombre; para defensa de la vida misma de la Nación y sus instituciones. Ved pues, cuán necesaria y cuán noble es vuestra profesión.

Lo primero, pues, que corresponde es dar gracias a Dios por la dignidad y nobleza de vuestra misión. Lo primero, pues, que corresponde, es dar prevalencia en vuestra mente a este pensamiento que debe regir vuestra vida, puesta al servicio del bienestar del país.

Se corren riesgos, es verdad; pero servir a la Patria, defender sus derechos, la justicia, el bienestar y la paz de sus hijos merece bien de Dios y de los hombres. Por eso vuestra vocación requiere que seáis dignos del Supremo Hacedor y de la Patria.

Este concepto debe ser el ideal de vuestra vida y actividad como hombres de la Policía Federal Argentina: las ideas y los ideales son, por su naturaleza, representaciones y conocimientos dinámicos que impulsan a la acción; son motores que llevan la voluntad a la realización o actuación de lo que se conoce o de lo que representan las ideas. He aquí vuestro ideal: él os dará el carácter de vuestra dignidad y honor de pertenecer a una institución necesaria para la vida misma de la nacionalidad, a cuyo servicio estáis consagrados.

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Agradecemos a la Sra. Rosalía Taborda de Molina, la gentileza de facilitarnos este documento.