Jorge Fernández Zicavo
La doctrina contraterrorista que el Estado argentino comenzó a aplicar en todo el territorio nacional a partir del 6 de octubre de 1975 (decreto P.E.N. 2772), fue la respuesta al gran desarrollo alcanzado por la subversión armada a partir del 25 de mayo de 1973.
En aquella convulsa jornada, Héctor José Cámpora fue investido presidente de la República en su condición de candidato-puente del proscripto y exiliado general Perón. Estaba previsto -según lo negociado entre éste y el entonces presidente de facto, general Alejandro Agustín Lanusse- que Cámpora renunciara a los pocos meses y convocara nuevas elecciones, ya con el anciano líder en el país y como candidato a la presidencia. El lema de la campaña fue "Cámpora al gobierno, Perón al poder".
Como anticipo de una ofensiva izquierdista programada, Cámpora sólo invitó a las ceremonias a dos presidentes latinoamericanos marxistas: Salvador Allende (Chile), Osvaldo Dorticós (Cuba), y al general "antiimperialista" Omar Torrijos (Panamá).
Tras una noche de vértigo, en la que unos 3.000 izquierdistas pretendían derribar las puertas de la cárcel de Villa Devoto para liberar a los "combatientes populares", Cámpora, estrictamente vigilado por los jefes montoneros que durante la campaña electoral le habían apoyado con grandes movilizaciones organizadas por su aparato de superficie JP (Juventud Peronista), procedió a firmar los Decretos redactados por su ministro del Interior y abogado defensor de "presos políticos de la dictadura militar", Esteban Righi.
1- Liberación inmediata de los 363 terroristas encarcelados a Disposición del Poder Ejecutivo y/o por la Cámara Federal en lo Penal creada por el gobierno de Lanusse el 28 de mayo de 1971 para combatir legalmente a la subversión armada.
Nota: Las 8.927 causas abiertas durante esos dos años, permiten hacernos una idea de cómo era la vida cotidiana de los argentinos: 12 homicidios, secuestros, atentados explosivos, atracos a bancos, y ataques a fuerzas militares y de seguridad, diarios.
2- Disolución de la citada Cámara y cesantía de sus jueces.
3- Derogación de las leyes "represivas", en particular una que penalizaba con prisión perpetua y/o pena de muerte, el asesinato de militares, policías y jueces.
A continuación, dispuso que aviones de Aerolíneas Argentinas y de Austral trajeran a la ciudad de Buenos Aires a los terroristas presos en cárceles del interior para ser homenajeados como "guerrilleros" heroicos y románticos, y autorizó que pistoleros montoneros formaran una custodia presidencial paralela a la oficial, tal como había hecho Allende en Chile con los terroristas del MIR.
El martes 27, el Indulto fue ratificado en el Congreso de la Nación por todos los partidos políticos mediante la Ley de Amnistía 20.508; una ley surrealista y criminal cuyo Artículo 1º consagró la impunidad penal para "los delitos perpetrados por móviles políticos, sociales, gremiales o estudiantiles antes del 25 de mayo de 1973... cualquiera sea el bien jurídico lesionado". O sea: incluidos los asesinatos y homicidios que lesionaron el bien jurídico primordial del derecho a la vida.
Conviene repetirlo: esta ley criminal contra el Estado, la Constitución y el Código Penal fue votada por los diputados y senadores de todos los partidos políticos.
Exultantes ante esta rendición del Estado que les daba "licencia para matar", las izquierdas armadas iniciarían la segunda fase de la guerra revolucionaria aumentando espectacularmente su accionar a nivel de pistolerismo gangsteril -asesinatos de políticos, militares y sindicalistas peronistas ortodoxos, secuestros extorsivos, atracos a bancos, etc.-, y paramilitar: ataques a unidades del Ejército.
Ya el 25 de marzo el ERP había adelantado su posición ante el nuevo gobierno copando la Central Nuclear de Atocha; y Montoneros y FAR lo hicieron pocos días después del 25 de mayo en una rueda de prensa:
Nuestra estrategia sigue siendo la Guerra Integral, es decir, la que se hace en todas partes, en todos los momentos y por todos los medios, con la participación de todo el pueblo en la lucha y utilizando los más variados métodos de acción, desde la resistencia civil, pasando por las movilizaciones, hasta el uso de las armas.
El 28, el gobierno Cámpora estableció relaciones diplomáticas con los Estados comunistas de Cuba, República Democrática Alemana, Vietnam del Norte y Corea del Norte. El 6 de junio se disolvió la División de Informaciones Policiales Antidemocráticas (DIPA) de la Policía Federal y se ordenó destruir sus archivos.
Resumiendo: las organizaciones terroristas llegaron a la conclusión de que el gobierno de Cámpora, y el que le relevara, presidido por Perón, continuarían aplicándoles la misma política represiva legalista del anterior gobierno militar: juicio y cárcel, pero con tribunales ordinarios. Aunque, especulaban, eso ocurriría en contadas ocasiones, pues esperaban que su campaña de terror contra los jueces de la Cámara Federal en lo Penal (seis se exiliaron, dos fueron objeto de atentados fallidos y Jorge Vicente Quiroga fue asesinado por el ERP-22), paralizara a muchos jueces y fiscales. Y no se equivocaron.
También muchos policías decidieron no jugarse la vida durante el arresto de un terrorista que quedaría en libertad a las pocas horas; o meses después, mediante alguna graciosa Amnistía.
Ante este nuevo escenario de impunidad, con un Estado de Derecho arrasado por el pacto camporista-montonero y el conjunto de los partidos políticos, todas las organizaciones terroristas "hermanas" se volvieron más agresivas y omnipotentes, porque comprobaron que su "política de las armas" contra el "Estado burgués-capitalista aliado al imperialismo yankee", era correcta. Esta se basaba en la hipótesis de que la utilización sistemática del terror contra el Estado y la población civil desafecta, a la larga resultaría insoportable para los gobiernos represivamente supeditados a un viejo Código Penal que no contemplaba los delitos vinculados al fenómeno del terrorismo político.
Por su parte, las Fuerzas Armadas, el Movimiento Peronista, los empresarios, los dirigentes sindicales, la prensa, y la sociedad civil anticomunista en general, llegaron a una conclusión obvia: que la vía legal utilizada hasta entonces por la dictablanda militar para combatir a las organizaciones terroristas quedaba definitivamente descartada, pues, como se demostró el 25 de mayo, la prerrogativa política del Indulto y Amnistía decretada por el Poder Ejecutivo bastaba para impedir el cumplimiento íntegro de las penas y permitía reiniciar, una y otra vez, nuevos ciclos históricos de terror que acabarían conduciendo a una guerra civil generalizada.
¿Y Perón?
Su posición era inequívoca, y racional, puesto que este polifacético personaje fue ante todo y sobre todo, un estadista: el único político argentino que elaboró una doctrina de Estado, resumida en lo interno por su modelo socialdemócrata de Comunidad Organizada y en lo internacional por su teoría de la Tercera Posición.
Como buen estratega, el general había manipulado tácticamente a las "formaciones especiales del Movimiento" (Montoneros-FAR-FAP), en su partida de ajedrez con el general Lanusse. En su carta a Montoneros (20.02.1971), respondiendo la suya del 09.02.1971, el viejo zorro les halagó con frases como estas: "la importantísima función guerrera de Montoneros en nuestro Movimiento" (...) "en la guerra revolucionaria todo es lícito si la finalidad es conveniente".
Pero una vez conseguido el objetivo de retornar al país y al poder mediante el alfil Cámpora apoyado por los peones montoneros, como jefe del Movimiento y Presidente de la República comenzó a recomendarles (en realidad, ordenarles), que abandonaran la lucha armada y se limitaran a la militancia política para contribuir a los éxitos del nuevo gobierno peronista.
La lucha armada había sido táctica (de su carta: "la guerra de guerrillas no es un fin en sí misma, sino un medio para desgastar al enemigo"), pero de ninguna manera estratégica, como afirmaba Montoneros en la suya: "no interferiremos el ala política del Movimiento, pero nos mantendremos en la actividad, señalando la vía armada como único método estratégicamente correcto para la toma del poder" (...) "somos una opción estratégica, y por lo tanto, no subordinaremos nuestro accionar a una acción táctica". O sea, que en 1973 mantenían radicalmente lo dicho en 1971 y desacataban el liderazgo de Perón: "Nuestra estrategia sigue siendo la guerra integral".
Para evidenciar la nueva relación Perón-Montoneros y demás organizaciones armadas, reproducimos algunos fragmentos de sus discursos pronunciados durante 1973 y 1974. En ellos podremos apreciar cómo el desafío de estas organizaciones fueron agotando su paciencia y radicalizándole.
EL CAMINO DE NUESTRA REVOLUCIÓN
Leído en la CGT (Confederación General del Trabajo), el 30 de julio de 1973.
Tras la renuncia de Cámpora, forzada por Perón tras los gravísimos enfrentamientos armados entre Montoneros y la derecha sindical peronista el 20 de junio en Ezeiza, ejercía interinamente la presidencia de la República el presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Alberto Lastiri.
Cuando se habla de revolución, algunos creen que se hace a fuerza de bombas y de balazos. Revolución, en su verdadera acepción, son los cambios estructurales necesarios que se practican para ponerse de acuerdo con la evolución de la humanidad, que es la que rige todos los cambios que han de realizarse. Por eso, a esta muchachada apresurada, hay que decirles, como le decían los griegos creadores de la revolución: "Todo en su medida y armoniosamente". Así llegaremos. No llegaremos por la lucha violenta: llegaremos por la acción racional e inteligente realizada en su medida, y armoniosamente.
UNA REVOLUCIÓN EN PAZ PARA TODOS LOS ARGENTINOS
21 de septiembre de 1973
Difundido por la Radio y Televisión oficial. Cierre de la campaña electoral para los comicios del día 23.
(Dos semanas antes, el día 6, una compañía del ERP había copado el Comando de Sanidad del Ejército en la ciudad de Buenos Aires, muriendo en el combate que se produjo a continuación el teniente coronel Raúl Juan Duarte Ardoy, del Regimiento de Infantería 1º "Patricios").
(…) Es indiscutible que dentro de la situación en que se vive y en la que se han alterado gravemente los fundamentos del orden y la convivencia, reemplazados por un activismo no siempre justificado ni constructivo, el Estado se ve precisado a recurrir a un rigor que nosotros preferiríamos sustituir por la persuasión, que siempre resulta más efectiva cuando media la comprensión y la buena voluntad.
(...) Así como cada argentino tiene el derecho de vivir en seguridad y pacíficamente, y el gobierno tiene el irrenunciable deber de asegurarlo, no es menos cierto que la ciudadanía ha de cooperar en lo que de ella dependa, para que tales circunstancias puedan cumplirse en orden y tranquilidad.
(...) Por eso, ni es concebible, ni puede aceptarse como natural, la existencia de fuerzas organizadas para imponer designios de sectores extraños por medios violentos, mientras el resto de la ciudadanía desarmada debe asistir indefensa al atropello y el delito.
En tales casos, no puede esperarse de la acción gubernamental sino la imposición de la ley por el medio que sea. De ello se infiere que tales organizaciones han de colocarse cuanto antes dentro de la ley, o han de ser sometidas aunque sea por la fuerza, como deber ineludible del gobierno.
Para que todo ello pueda ser realizado racionalmente y con provecho cierto, es preciso también que la juventud se persuada de que la lucha activa ha terminado, y que comienza otra lucha, no menos importante, por la Reconstrucción y la Liberación de la Patria, en la que hay que llegar a la unidad nacional cohesionada con una solidaridad de todos los argentinos que sea garantía de una paz indispensable para la Reconstrucción.
El 23 de septiembre, dos días después de este discurso, se celebraron las elecciones que la candidatura Perón - "Isabel" Perón ganó con el 62% de los votos, y el Poder Ejecutivo ilegalizó al ERP por el delito de Sedición, mediante el Decreto 1454/73.
Apenas cuarenta y ocho horas después, el 25, Montoneros y las FAR enviaron un "mensaje" a Perón asesinando a José Ignacio Rucci, Secretario General de la CGT. El comando asesino estuvo formado entre otros por Roberto Cirilo Perdía, Horacio Mendizabal, Norberto Habegger, Juan Julio Roqué, Francisco "Paco" Urondo y su pareja Lidia Massaferro; ocupándose de la Inteligencia, Rodolfo Walsh. Anteriormente, Perdía y Mendizabal habían asesinado a los líderes sindicales Vandor y Alonso.
El 1 de octubre, Perón declaró la guerra a Montoneros mediante una Orden Reservada emitida por el Consejo Superior Peronista. En ella se ordenaba "movilizar todos los elementos humanos y materiales del Movimiento Nacional Justicialista en una guerra contra los grupos marxistas, terroristas y subversivos que de forma sistemática atacan al Movimiento y a sus dirigentes… grupos marxistas infiltrados en los cuadros del Movimiento para desvirtuar los principios doctrinarios del Justicialismo y presentar posiciones aparentemente más radicalizadas".
O sea, Montoneros y las FAR que, continuando con su desacato al liderazgo de "un Perón traidor que una vez en el poder había girado a la derecha", se fusionarían el 12 de octubre, precisamente el día en que "el viejo, que ya no hablaba de Socialismo Nacional", asumió su tercera presidencia.
Entre varias medidas referentes al combate político contra los infiltrados, en la Orden Reservada se decidía formar un "sistema de Inteligencia" coordinado por un organismo central específico.
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El domingo 20 de enero de 1974 por la noche, horas después de que el ERP hubiera copado la Guarnición de Azul asesinando al coronel Gay y a su esposa, y retirarse llevándose como prisionero al teniente coronel Ibarzabal, el presidente Perón leyó un Mensaje a la Nación transmitido por radio y televisión. Le acompañaban la vicepresidenta, los ministros, los presidentes del Senado y la Cámara de Diputados, y los comandantes en jefe del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Reproducimos algunos párrafos de su discurso:
(...) Ya no se trata sólo de grupos de delincuentes, sino de una organización que, actuando con objetivos y dirección foráneos, ataca al Estado y a sus Instituciones como medio de quebrantar la unidad del pueblo argentino y provocar un caos que impida la reconstrucción y la liberación en que estamos empeñados. Es la delincuencia asociada a un grupo de mercenarios que actúan mediante la simulación de móviles políticos tan inconfesables como inexplicables.
(...) En consecuencia, el Gobierno Nacional, en cumplimiento de su deber indeclinable, tomará de hoy en mas las medidas pertinentes para atacar al mal en sus raíces, echando mano a todo el poder de su autoridad y movilizando todos los medios necesarios.
El Movimiento Nacional Justicialista movilizará, asimismo, sus efectivos para ponerlos decididamente al servicio del orden y colaborar estrechamente con las autoridades empeñadas en mantenerlo.
Pido, asimismo, a todas las fuerzas políticas y al pueblo en general, que tomen partido activo en la defensa de la República, que es la afectada en las actuales circunstancias. Ya no se trata de contiendas políticas parciales, sino de poner coto a la acción disolvente y criminal que atenta contra la existencia misma de la patria y sus instituciones, que es preciso destruir antes de que nuestra debilidad produzca males que pueden llegar a ser irreparables en el futuro
El aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal es una tarea que compete a todos los que anhelamos una patria justa, libre y soberana, lo que nos obliga perentoriamente a movilizarnos en su defensa y empeñarnos decididamente en la lucha a que dé lugar. Sin ello, ni la reconstrucción nacional ni la liberación serán posibles.
Por primera vez, Perón proponía oficialmente que los partidos políticos y todo el pueblo argentino se implicaran en la tarea de "aniquilar" el terrorismo marxista.
El lunes 21, en su condición de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, envió un radiograma a todas los comandos y unidades, del que reproducimos este fragmento:
(...) La decisión soberana de las grandes mayorías nacionales de protagonizar una revolución en paz, y el repudio unánime de la ciudadanía, harán que el reducido número de psicópatas que va quedando sea exterminado uno a uno para el bien de la República.
El martes 22 mantuvo una tensa reunión -televisada en directo para todo el país-, con los nueve diputados de la Juventud Peronista (Montoneros), que se negaban a votar en el Congreso una ley que redefiniera en el Código Penal el delito de "asociación ilícita" para endurecer las penas a los delincuentes subversivos. Como no hubo acuerdo, al día siguiente los expulsó del Movimiento -al igual que a Cámpora- y les ordenó renunciar a sus escaños en la Cámara.
En esa reunión Perón se explayó sobre la nueva doctrina contra-terrorista del Estado que venía considerando. Reproducimos unos párrafos de su larga y belicosa respuesta a los montoneros:
Para nosotros es un problema bien claro. Queremos seguir actuando dentro de la ley y para no salir de ella necesitamos que la ley sea tan fuerte como para impedir esos males.
Si no tenemos la ley, el camino será otro; y les aseguro que puestos a enfrentar la violencia con la violencia, nosotros tenemos más medios posibles para aplastarla; y lo haremos a cualquier precio, porque no estamos aquí de monigotes.
Nosotros vamos a proceder de acuerdo con la necesidad, cualquiera sean los medios. Si no hay ley, fuera de la ley, también lo vamos a hacer, y lo vamos a hacer violentamente, porque a la violencia no se le puede oponer otra cosa que la propia violencia. Eso es una cosa que la gente debe tener en claro, pero lo vamos a hacer; no tenga la menor duda.
Según un testimonio, que por los detalles parece verosímil, a continuación Perón convocó al comisario (R) de la Policía Federal, y buen conocedor de las organizaciones subversivas, Alberto Villar, para encargarle que creara una fuerza contraterrorista civil, obviamente clandestina. Existiera o no esa reunión, lo cierto es que pocos días después Villar fue reincorporado, ascendido a comisario general y nombrado sub-jefe de la PFA. Posteriormente, siendo jefe de la fuerza, sería asesinado por Montoneros el 1 de noviembre de 1974.
La organización, un escuadrón de la muerte al estilo de la OAS francesa que operó en Argelia, fue bautizada como Alianza Anticomunista Argentina (AAA) y controlada políticamente por el secretario privado de Perón y Ministro de Bienestar Social, José López Rega, aunque en realidad la sigla AAA también fue utilizada por diferentes grupos de la extrema derecha peronista. Se calcula que durante 1974 y 1975, ejecutaron a unas 400 personas vinculadas al terrorismo marxista.
Aniquilación... Exterminio. La futura doctrina represiva de la subversión marxista ya está claramente definida en lo esencial.
Presidente Perón pocos días después de los sucesos de Azul. Rictus y mirada reflejan su determinación de aniquilar la izquierda terrorista.
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MENSAJE A LA NACIÓN ARGENTINA
Transmitido por la Radio y Televisión oficial el 4 de febrero de 1974.
Esperamos también que la juventud argentina se capacite y organice, al punto de ser una garantía de éxito futuro en el trasvasamiento generacional indefectible.
Esta juventud ha de pensar que tanto vale el número en que ha de congregarse como la calidad de los dirigentes que los encuadren y conduzcan. No deben olvidar, sobre todo, que la lucha ha terminado en sus formas cruentas; comienza el trabajo constructivo y creador donde cada uno tiene una misión que cumplir.
Han elegido un gobierno. Espero que haya sido para obedecerle y cumplir sus designios ideológicos y doctrinarios preestablecidos. Las desviaciones, abiertas u ocultas, como los engaños preconcebidos, ni tienen razón de ser ni pueden ser tolerados en la hora histórica que nos toca vivir.
CUANDO EL PUEBLO SE DECIDE A LUCHAR SUELE SER INVENCIBLE
12 de junio de 1974 (17:30 horas)
Discurso desde los balcones de la Casa Rosada ante una concentración en la Plaza de Mayo. Sería el último. Falleció diecinueve días después.
Mientras nosotros no descansamos para cumplir la misión que tenemos, y responder a esa responsabilidad que el pueblo ha puesto sobre nuestros hombros, hay muchos que pretenden manejarnos con el engaño y con la violencia.
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El 1º de mayo de 1974 se había producido la espectacular y definitiva ruptura pública entre los Montoneros y Perón en la Plaza de Mayo. La astuta estrategia de infiltrarse en el Movimiento Peronista en 1970 presentándose ante la clase obrera como "soldados de Perón", había llegado a su fin. Las imágenes de los montoneros huyendo de la Plaza perseguidos violentamente por militantes de los sindicatos peronistas, consagraron simbólicamente esa derrota. Aquel peronismo "auténtico" u ortodoxo de la Comunidad Organizada, definitivamente extinguido con la muerte de su ideólogo y líder, era una formidable muralla ideológica, política y sociológica contra la subversión marxista.
Ojalá que en el futuro el pueblo argentino no tenga que lamentar esa pérdida.
A finales de mayo comenzó a operar en la selva de Tucumán la Compañía de Monte "Ramón Rosa Jiménez" del ERP (100 combatientes). En agosto el ERP copó la Fábrica Militar de Explosivos de Córdoba, pero fracasó al intentarlo en el Regimiento de Infantería Aerotransportada 17º de Catamarca.
En septiembre, Montoneros, ya políticamente aislados de la masa peronista tras ser desenmascarados por Perón como infiltrados, y cada vez más acosados por la Triple A, comunicó que todos sus aparatos políticos, sindicales y estudiantiles de superficie integrados en la JP pasaban a la clandestinidad. A partir de ese momento, toda la militancia fue militarizada. Ese mismo mes llevaron a cabo el secuestro de los hermanos y empresarios Born, que les reportó la entonces fantástica cifra de 60.000.000 de Dólares.
El 6 de noviembre, tras el asesinato del Jefe de la Policía Federal, Alberto Villar, y de su esposa, el Poder Ejecutivo decretó el Estado de Sitio "para erradicar expresiones de una barbarie patológica que se ha desatado como forma de un plan terrorista aleve y criminal contra la Nación toda".
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