sábado, 12 de octubre de 2013

III Internacional (comunista): Estado Mayor de la revolución mundial

A la izquierda, Lenin



Jorge Fernández Zicavo

Reproducimos la carta enviada a 35 Partidos y Ligas comunistas convocándoles al Primer Congreso de la Internacional Comunista (Tercera Internacional del movimiento socialista), que sería inaugurada por Lenin en Moscú el 2 de marzo de 1919.

Cuatro meses antes había terminado la dantesca I Guerra Mundial que supuso la desaparición de cuatro imperios al coste de nueve millones de combatientes europeos muertos; y por otra parte, la Revolución Rusa del 25 de octubre de 1917 todavía seguía provocando que centenares de militantes socialistas fundaran partidos bolcheviques y se lanzaran a desencadenar insurrecciones de obreros y soldados.
Así, en enero de 1919 los comunistas alemanes habían intentado ponerse al frente de una insurrección de obreros, soldados y marineros que duró diez días y concluyó con el asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht a manos de la milicia ultraderechista Freikorps. Asimismo, dos semanas después de clausurarse este Primer Congreso de la III Internacional, los comunistas húngaros proclamaron una República Soviética que sería aniquilada en agosto.

Tras una introducción general, la carta enumera las premisas básicas a debatir en el Congreso:

1.- El período actual es el de la descomposición y el hundimiento de todo el sistema capitalista mundial y será el del hundimiento de la civilización europea en general si no se destruye al capitalismo con sus contradiccio-nes insolubles.

2.- La tarea del proletariado consiste en la actualidad en apoderarse del poder del Estado. La toma del poder del Estado de la burguesía y la organización de un nuevo aparato del poder proletario.

3.- El nuevo aparato del poder debe representar la dictadura de la clase obrera y, en determinados lugares, también la de los pequeños campesinos y obreros agrícolas, es decir que debe ser el instrumento de la subversión sistemática de la clase explotadora y el de su expropiación. No la falsa democracia burguesa (esa forma hipócrita de dominación de la oligarquía financiera) con su igualdad puramente formal, sino la democracia proletaria, con la posibilidad de realizar la liberación de las masas trabajadoras; no el parlamentarismo sino la auto administración creada por las propias masas, con la participación real de esas masas en la administración del país y en la actividad de la construcción socialista, ese debe ser el modelo del Estado proletario. El poder de los Consejos (soviets) obreros y de las organizaciones obreras es su forma concreta.

4.- La dictadura del proletariado debe ser el incentivo de la expropiación inmediata del capital, de la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción y de la trasformación de esta propiedad en propiedad popular. La socialización (por socialización entendemos aquí la abolición de la propiedad privada que pasa a manos del Estado proletario y de la administración socialista de la clase obrera), de la gran industria y de los bancos; la confiscación de las tierras de los grandes propietarios terratenientes y la socialización de la producción agrícola capitalista; la monopolización del comercio; la socialización de los grandes inmuebles en las ciudades y las grandes propiedades en el campo; la introducción de la administración obrera y la centralización de las funciones económicas en manos de organismos emanados de la dictadura proletaria. Estos son los problemas esenciales en la actualidad.

5.- Para la seguridad de la Revolución Socialista, para su defensa contra enemigos interiores y exteriores, para la ayuda a las otras fracciones nacionales del proletariado en lucha, etc., es preciso proceder al desarme completo de la burguesía y de sus agentes, y el armamento general del proletariado.

6.- La situación mundial exige ahora el contacto más estrecho posible entre los diferentes sectores del proletariado revolucionario y la unión total de los países en los cuales la Revolución Socialista ha triunfado. (¿?)

7.- El método fundamental de la lucha es la acción de masas del proletariado, incluida la lucha abierta a mano armada contra el poder del Estado del capital.

Con nuestro saludo socialista

Firman:
Lenin y Trotsky por el Comité Central del Partido Comunista Ruso, y dirigentes comunistas de Polonia, Hungría, Austria, Letonia, Finlandia, los Balcanes y Estados Unidos de América.

El primer artículo del Estatuto aprobado por el Primer Congreso fijaba el objetivo estratégico:

1º — La Nueva Asociación Internacional de los Trabajadores es fundada con el objeto de organizar una acción conjunta del proletariado de los diversos países, tendiente a un solo fin: la liquidación del capitalismo, el establecimiento de la dictadura del proletariado y de una república internacional de los soviets que permitirán abolir totalmente las clases y realizar el socialismo, primer grado de la sociedad comunista.
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El resultado orgánico de esta III Internacional fundada a instancias del Partido Comunista bolchevique de Rusia (posteriormente, Partido Comunista de la Unión Soviética), fue la creación de la Komintern (Internacional Comunista), concebida como “partido mundial de la revolución” destinado a fundar partidos comunistas y a coordinar la subversión política y sindical en los cinco continentes. Esas actividades clandestinas serían llevadas a cabo por revolucionarios profesionales que a su vez, dado que la Rusia soviética era un Partido-Estado, operarían en estrecha relación con la GPU (más tarde OGPU, NKVD y KGB): el aparato de seguridad responsable de la policía política y el espionaje exterior.

La Komintern estaba dirigida por un Comité Ejecutivo cuyos dos primeros presidentes, los rusos Grigori Zinoviev y Nikolai Bujarin, miembros del Comité Central del Partido, fueron fusilados por orden de Stalin durante el Gran Terror de 1936-1938 desatado contra Trotski y sus seguidores; aunque, como en estos dos casos, también contra cualquiera que el dictador considerara su enemigo. Bujarin fue reemplazado por el búlgaro Georgi Dimitrov, y a éste le sucedió el ucraniano Dimitri Manuilski hasta que Stalin disolvió la Komintern en 1943.

La subordinación de los partidos comunistas a la Komintern, aparato del Partido-Estado de la Rusia soviética que les consideraba sucursales o “embajadas” extraoficiales, quedaba reflejada en sus denominaciones, a las que añadían... Sección (italiana, alemana, española, etc.), de la Internacional Comunista. Este carácter ecuménico de la Komintern, similar a una Iglesia de Roma que envía misioneros a fundar nuevas comunidades, se evidenciaba, también, en el hecho de que la mayoría de los PC's nacionales fueron fundados por delegados extranjeros de la Komintern. Un ejemplo: el Partido Comunista de España fue fundado en 1920 por el ruso Mijail Gruzenberg, el norteamericano Charles Phillips y el hindú Manabendra Nath Roy.

En definitiva: la Komintern operó en todo el mundo como un “estado mayor” de la revolución comunista mundial, aunque en sus 24 años de existencia no se produjo ninguna. Hubo que esperar a 1948 (triunfo de la revolución china, cinco años después de desaparecer la Komintern), para que hubiera una segunda después de la rusa. Además, sus errores en esa revolución provocaron una masacre de miles de comunistas entre 1925 y 1927. La única gran operación a escala mundial de la Komintern fueron las Brigadas Internacionales que combatieron en la guerra civil española.

Respecto a América Latina, los delegados de la Komintern fundaron varios PC's y pusieron bajo su autoridad a los que ya existían. Dedicaron una especial atención al mexicano; y al argentino fundado en 1918 como Partido Socialista Internacional pero que en 1921 se adhirió a la III Internacional como PCA. La Komintern apostó por el italiano Vittorio Codovilla (Ottobiano 1894 - Moscú 1970) que en 1912 emigró a Buenos Aires enviado por el Partido Socialista de Italia y llegaría a ser Secretario General del PCA. En 1927 integró los secretariados Latinoamericano y Británico-Americano de la Komintern, y en 1936 fue enviado a España durante el efímero gobierno del Frente Popular y primeros años de la guerra civil como máxima autoridad extraoficial del PCE.

La operación más espectacular llevada a cabo en América Latina por la NKVD-Komintern fue el asesinato de Trotski el 21 de agosto de 1940 en México, a manos del comunista español Ramón Mercader, hijo de una comunista y espía de la Unión Soviética que fue condecorada por Stalin con la Orden de Lenin. Ramón Mercader fue ayudado por comunistas mexicanos que tres meses antes, al mando del pintor David Alfaro Siqueiros, ya habían intentado liquidar al legendario creador del Ejército Rojo. Dado que esa operación fue dirigida por el Secretariado Latino de la Komintern que supervisaba a los PC's de Italia, Francia, Rumanía, Portugal, España y América Latina, la participación de Codovilla se da por descontada. Sobre todo, porque en la guerra civil española había organizado las Checas dedicadas a asesinar anarquistas y trotskistas que no aceptaban la orden de Stalin, "primero ganar la guerra, y después hacer la revolución". En aquel enfrentamiento fratricida entre las izquierdas, "una guerra civil dentro de la guerra civil", el trotskista Andreu Nin, que en los primeros años de la Rusia soviética fue secretario personal de Lenin, sería torturado hasta la muerte en 1937 por el jefe de la NKVD en España, coronel Alexander Orlov.


Vittorio Codovilla y Dolores Ibarruri "la Pasionaria", en Moscú

El poder de aquellos delegados, que por intermedio del Comité Ejecutivo cumplían lo ordenado por Stalin, era prácticamente ilimitado. Cuando llegaban a un país para inspeccionar al PC, sus secretarios generales temblaban, pues los “inquisidores” verificaban si estaban aplicando correctamente la línea ideológica y política determinada por el último Congreso de la Komintern; una línea que el maquiavélico “zar” Stalin solía modificar con giros desconcertantes y calculados: que nadie supiera muy bien a que atenerse, que dudara respecto a si sus órdenes eran literales o una “idea general” que debía ser interpretada o descodificada, era el perverso método utilizado por el dictador para mantener aterrorizados a los altos mandos políticos y militares.

Básicamente, la misión de los delegados consistía en redactar informes referentes al Partido visitado; pero también, dada la peculiar relación NKVD-Komintern inherente al Partido-Estado soviético, informaban sobre el personal de las embajadas y consulados.

Aunque la Komintern fue disuelta por Stalin en 1943 para adaptar el movimiento comunista internacional a nuevas coordenadas estratégicas (con la excepción de los países europeos, cuyos PC's combatían en los movimientos de Resistencia contra la invasión nazi-alemana), tras finalizar la II Guerra Mundial e iniciarse la Guerra Fría el accionar subversivo de la Unión Soviética continuó bajo la supervisión del KGB (Comité para la Seguridad del Estado).

Dentro de esta nueva estrategia “fría” de expansión geopolítica de la URSS (consolidar sus Estados satélites de Europa oriental en los años cincuenta, y disputar a los Estados Unidos el botín asiático, árabe y africano en los sesenta), deben analizarse los procesos descolonizadores y guerras de liberación nacional desencadenadas a partir de 1960 en el Tercer Mundo.

Además de Vietnam, el enfrentamiento entre EE.UU. y la URSS se produjo también en la guerra de Angola -extendida en ocasiones a Namibia y Sudáfrica-, en la que la Cuba castrista pagó la “ayuda” soviética de cientos de miles de millones de dólares en armamento y petróleo, enviando entre 1975 y 1992 un total de 275.000 efectivos de sus Fuerzas Armadas bajo el mando del general Arnaldo Ochoa; quien tras ser honrado como héroe nacional y admitido en el Comité Central del Partido Comunista sería fusilado por orden de Fidel Castro. Asimismo, entre 1977 y 1978 Cuba envió 15.000 combatientes y 6.000 asesores militares a Etiopía como parte del apoyo que la URSS daba al izquierdista Frente de Liberación del Pueblo Eritreo. En las campañas de Angola y Etiopía murieron 8.000 militares cubanos que Fidel Castro llamaba "combatientes internacionalistas".
Por otra parte, esta intervención cubana en África no era nueva, ya que entre 1965 y 1966 el “Che” Guevara había combatido en la guerra del Congo al frente de un contingente de militares cubanos disfrazados de guerrilleros. Con resultados tan desastrosos como los que le aguardaban en Bolivia.

Finalmente, la Unión Soviética desafió a los Estados Unidos nada menos que en América Latina -su tradicional “patio trasero” y reserva estratégica-, lanzando la ambiciosa operación subversiva de la Conferencia Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), celebrada en La Habana en agosto de 1967.
En dicha conferencia, que reunió a todas las izquierdas latinoamericanas bajo un espíritu de Cruzada o Guerra Santa antiimperialista, el Estado cubano títere de la URSS declaró oficialmente el inicio de la Guerra Revolucionaria en el continente; si bien, como es sabido, sus tropas no fueron los ortodoxos y reformistas PC's que abogaban por una “revolución democrático-burguesa”, sino unas heterodoxas y fanáticas sectas guevaristas. Esta estrategia de un doble accionar, legal y clandestino, estuvo siempre presente en la política exterior de la URSS.

La aniquilación de la Guerra Revolucionaria continental en su “frente” argentino a finales de 1979, puso fin al audaz proyecto soviético-cubano.
Diez años después de aquella derrota los alemanes del Este derribaban el Muro de Berlín, y en 1991 la Rusia comunista y su imperio se desintegra-ban después de 74 años que conmovieron al mundo.







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