Entrevista a Jorge Fernández Zicavo publicada por el periódico digital español "El Diestro", el 29/06/2019. Nota: En esta reproducción el entrevistado ha hecho algunas correcciones formales.
El Blog TERMIDORIANOS fundado por usted en 2009 está especializado en historiar la trágica década 1970 argentina. ¿Cuál era el contexto internacional, continental y argentino en aquellos años?
El contexto internacional estaba condicionado por una “guerra fría” entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Era “fría” porque descartaba un enfrentamiento militar directo entre ambas potencias; pero ni el Acuerdo Truman-Stalin de 1945 ni la posterior “coexistencia pacífica” en sus etapas Eisenhower-Kruschev (1955) y Nixon-Brézhnev (1971) evitaron enfrentamientos indirectos mediante otras guerras “calientes” que les beneficiaran. Así lo hizo la Unión Soviética en África (convulsionada por guerras de liberación nacional en las colonias inglesas, portuguesas, francesas y belgas), enviando al Ejército cubano a las guerras civiles de Angola, Etiopía y Mozambique. En Angola la campaña del Cuerpo Expedicionario de las FAR cubanas duró dieciséis años (1975-1991) durante los cuales movilizó un total de 260.000 efectivos a los que Fidel Castro llamaba cínicamente “brigadistas voluntarios”. Esta espectacular “Operación Carlota”, indica la extraordinaria importancia geopolítica que la URSS daba a su colonia americana a cambio de sufragar su paupérrima economía y suministrarle armas y petróleo. Por no hablar de los 42 misiles nucleares instalados en 1962 sin tan siquiera comunicárselo antes a Castro, que se enteró cuando los estaban descargando en el puerto. Ese mismo año Cuba había enviado artillería y 686 “brigadistas” a Argelia; y en 1973, enviaría otra "Brigada" a la guerra del “Yom Kippur” contra Israel, aunque en ambos casos los argelinos y los egipcios decidieron no utilizarlas.
Obviamente, el contexto latinoamericano también fue un escenario de la “guerra fría”. La Unión Soviética atacó el “patio trasero” de Estados Unidos por intermedio de lo que llamaba “Nuestro portaviones del Caribe”, que ya en 1959, tras tomar Castro el poder, había comenzado a exportar su Revolución a países caribeños (Santo Domingo-Haití) y centroamericanos (Panamá-Nicaragua) transportando en sus buques a guerrilleros de esos países entrenados y armados en la isla “Territorio Libre de América”. Oficiales y suboficiales del Ejército Cubano (FAR) integraron algunas de esas fuerzas invasoras, tal como ocurrió en las de Panamá y Santo Domingo. Posteriormente, Cuba alentaría, entrenaría y financiaría terrorismo, guerrillas rurales y urbanas en Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil, Chile, Uruguay y, por supuesto, en la emblemática Argentina del “Che” Guevara.
De esta manera, por intermedio de Cuba la URSS patrocinó guerras “insurgentes” en el subcontinente americano. Durante la “guerra fría”, salvo excepciones como el apoyo financiero a una guerrilla angoleña enemiga de los cubanos, y la Contra nicaragüense organizada por la CIA, Estados Unidos no utilizó tropas mercenarias en África y América Latina. Se concentró en operaciones de Inteligencia en Europa, especialmente contra la OTAN. Las únicas guerras directas de ambas potencias fueron las de EE.UU. (además de Corea en los años ’50), en Vietnam del Sur (1965-75) y de la URSS en Afganistán (1979-89). Ambas catastróficas, como es sabido.
El contexto argentino cuando triunfó la Revolución Cubana (1959) era de una desestabilización política-institucional crónica desde 1955, año en que las Fuerzas Armadas derrocaron a Perón y proscribieron toda actividad política y sindical a su Movimiento, a lo que el ex presidente constitucional respondió desde el exilio con una “Resistencia” que combinaba atentados terroristas y huelgas generales organizadas por su poderosa Confederación General del Trabajo. Un posterior Gobierno constitucional (Frondizi, 1958) ganó las elecciones gracias al voto de los peronistas pactado con Perón a cambio de legalizar al Movimiento, pero en cuanto ocupó la presidencia, Frondizi no cumplió su promesa y Perón radicalizó la “Resistencia”. En este escenario inestable, un pequeño grupo peronista (UTURUNCOS) influenciado por la teoría castro-guevarista del “foquismo”, pretendió en 1959 iniciar un “foco” guerrillero en los montes de Tucumán que fue rápidamente desbaratado.
Posteriormente (1963), dentro de una Operación planificada por el “Che” (entonces Ministro de Economía) y apoyada logísticamente por Checoslovaquia, la República Democrática Alemana y Argelia, otro grupo (EGP) : EJÉRCITO GUERRILLERO DEL PUEBLO, integrado por dos oficiales y un general del Ejército cubano más unos pocos ex militantes del Partido Comunista argentino (que siempre se opuso a la “lucha armada”), intentó abrir otro “foco” en la provincia de Salta, pero fueron capturados antes de operar.
En 1967 se produciría un hecho de enorme trascendencia. En agosto se celebró en La Habana la Conferencia de la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad) donde todas las izquierdas latinoamericanas acordaron iniciar la Guerra Revolucionaria en sus países bajo la consigna de Fidel Castro “Convertir la cordillera de los Andes en la Sierra Maestra de América”. Para dar una idea del carácter estatal de la Conferencia, basta decir que fue inaugurada por el Presidente de la República Osvaldo Dorticós y clausurada por el Jefe del Estado y “líder supremo” Fidel Castro. Asistieron a la misma 326 militantes de las izquierdas nacionales. Resumiendo: se acordó fundar un Ejército de Liberación Nacional (ELN) continental que quedaría bajo la comandancia del “Che” Guevara cuando éste finalizara su campaña guerrillera en Bolivia que, por supuesto, preveían victoriosa. La Conferencia se inició leyendo un Mensaje del “Che” lanzando la consigna “Crear dos, tres, muchos Vietnam contra el imperialismo yanki”. Como es sabido, dos meses después (9 de octubre) fue capturado y ejecutado. Tras la OLAS se fundaron las “organizaciones armadas” argentinas que operarían combinando terrorismo, guerrilla urbana y rural desde 1969 hasta su aniquilación a finales de 1977; aunque hubo tres acciones terroristas residuales en 1978 y otras tres en 1979.
Abordemos ahora la Guerra Revolucionaria Argentina 1969-1979
En 1969 las flamantes “organizaciones armadas” iniciaron operaciones de terrorismo y guerrilla urbana. Un grupo conocido como “el francés” que luego se denominaría FAL (Fuerzas Argentinas de Liberación) copó un vivac dentro de una Guarnición del Ejército para robar 700 fusiles. Audaz acción de comando que resultó fallida porque las armas habían sido trasladadas. Las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) fundadas en La Habana durante la OLAS, incendiaron trece supermercados de la cadena Minimax (propiedad de Rockefeller). El PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) participó en las motines de obreros y estudiantes universitarios conocidos como "el cordobazo", y el grupo peronista DESCAMISADOS asesinó al secretario general de la poderosa Unión Obrera Metalúrgica y líder peronista, Augusto Timoteo Vandor. Gran parte de los miembros de FAL. FAR y PRT eran ex militantes del Partido Comunista. En 1970 la Organización MONTONEROS secuestró y luego asesinó al ex teniente general y ex presidente “de facto” Pedro Eugenio Aramburu que había participado en el Golpe de 1955 contra Perón. Ese mismo año el PRT fundó su EJÉRCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO (ERP).
Desde 1969, hasta finalizar la Guerra Revolucionaria en 1979, hubo un trepidante accionar terrorista-guerrillero urbano y rural que no es posible reseñar en su totalidad pero el lector podrá hacerse una idea con estos datos computados por la Causa 13/1984 que juzgó y condenó a las Juntas Militares que gobernaron, mediante un Golpe de Estado, entre 1976 y 1983.
5.225 atentados explosivos /1.052 atentados incendiarios /1.748 secuestros /1.501 asesinatos /2.402 robos de armamento /551 robos a bancos /5890 robos de vehículos / 36 robos de explosivos /20 copamientos de localidades /45 copamientos de unidades militares, policiales y de seguridad /80 copamientos de fábricas… etc.
También debe citarse el derribo de un avión Lockheed C130 de la Fuerza Aérea y el ataque con explosivos a una Fragata de la Armada. Finalmente, cabe mencionar el intento del ERP de establecer una “zona liberada” en Tucumán mediante una guerrilla rural para conseguir reconocimiento internacional. Como era de esperar, tras adaptarse a este tipo de guerra mediante una estrategia adecuada, el Ejército Argentino la derrotó en menos de un año.
¿Cuáles serían las conclusiones o resumen de aquellos años?
1. El proyecto de una guerra revolucionaria no tenía posibilidad de prosperar porque no había ni condiciones objetivas ni subjetivas. Ni el régimen burgués-capitalista estaba colapsando por una crisis terminal, ni Argentina era homologable al resto de países latinoamericanos. En las décadas 1960-70 tenía la Renta Per Cápita más alta de América Latina, bajos índices de inflación y desempleo y el 75% de su población era urbana y con una fuerte presencia política-cultural de las clases medias. Para colmo, su clase obrera era peronista, y por lo tanto, anticomunista. ¡Ni yankis ni marxistas... Peronistas! fue una popular consigna de los sindicatos. Finalmente, no había masas campesinas miserables reclamando tierras y Reforma Agraria como en Rusia, China, Vietnam o Cuba.
2. Ninguna Revolución puede triunfar con una vanguardias sin masas. Grotesca obviedad que los mesiánicos “comandantes” de las sectas armadas no tuvieron en cuenta. Lenin dedicó un librito llamando “enfermedad infantil del comunismo” al ultra-izquierdismo que por un exceso de romanticismo y voluntarismo omnipotente subestima la realidad y sobrestima sus fuerzas. Por lo visto, los pedantes intelectuales marxistas argentinos no lo leyeron.
3. La decisión de aniquilar la subversión en todo el territorio nacional (1975) fue tomada por el Poder Ejecutivo del Gobierno constitucional presidido por María Estela Martínez; y sus Decretos ordenando a las Fuerzas Armadas entrar en Operaciones fueron validados por todos los partidos en el Congreso de la Nación. Por lo tanto, las FFAA se limitaron a cumplir las órdenes de la Jefatura del Estado, tal como establecen las constituciones de todas las naciones democráticas donde impera el Estado de Derecho.
La opción de ejecutar a los prisioneros terroristas-guerrilleros y desaparecer sus cadáveres, fue la única posible para el Gobierno y FFAA porque, tras la Amnistía de los “presos políticos” ordenada por el presidente neo montonero Héctor Cámpora en 1973, que puso en la calle a 300 terroristas que inmediatamente retomaron la “lucha armada”, resultaba impensable continuar un círculo vicioso de cárcel-amnistía. El Estado no volvería a cometer aquel error y, en consecuencia, debía dar una “solución final” a siete años de una guerra revolucionaria o insurgente de apátridas subordinados a dos Estados extranjeros que agredían a la Nación. La República Argentina no sería una segunda Cuba, ni una Colombia con un “Doble Poder” de las castristas FARC en una parte de su territorio. En 1974, el tres veces presidente constitucional Perón, había pedido por radio y televisión al pueblo argentino y al Ejército:
“Aniquilarlos… Exterminarlos uno a uno para el bien de la República”
Respecto a las cifras de “desaparecidos”, la primera lista confeccionada por CONADEP (Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas) creada a instancias del presidente Alfonsín en 1984, se publicó en su libro-informe NUNCA MÁS dando la cifra de 8.961 casos denunciados por familiares; basándose en su palabra, puesto que, obviamente, al no haber cadáveres no podían probar que fueron asesinados; lo cual generó un sinfín de picarescas crematísticas. La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (ONU) recibió 5.566 denuncias. La Comisión Interamericana de DDHH (OEA) 5.580. El ex montonero Luis Labraña declaró que al solicitar fondos a un Organismo de DDHH en Holanda con una cifra “estimada” entre 3.700 a 4.700 desaparecidos, los holandeses les dijeron que no era propia de un Genocidio, por lo cual, él y la presidenta de las “Madres de Plaza de Mayo” Hebe de Bonafini la aumentaron 30.000. Algunos generales, entre ellos Videla, calcularon unos 7.000 casos. Posteriormente los nada sospechosos Néstor Kirchner y Cristina Fernández revisaron el listado CONADEP reduciéndolo de 8.961 a… 6.415.
Por lo tanto, resulta evidente que la cifra de 30.000 desaparecidos es un arma de propaganda política sin soporte documental. A ello hay que añadir que cada ex detenido-desaparecido que luego haya sido liberado, así como los familiares de primer grado de un desaparecido, cobraron 224.000 Dólares. Lógicamente, el hijo de padre y madre desaparecida cobraba el doble. La cuantía total abonada hasta el presente (la identidad de los perceptores no se facilita ni siquiera a los diputados) se calcula en 1.800.000.000 (mil ochocientos millones) de Dólares. Para que los lectores españoles se hagan una idea, en la década 1980 con 240.000 Dólares se podían comprar 2 apartamentos en los mejores barrios de Buenos Aires. Digamos, como los madrileños de Salamanca o Chamartín.
Por último, debe mencionarse el caso de las víctimas civiles, militares y policiales del terrorismo marxista, de las cuales, ni los familiares de los asesinados o caídos en combate ni las víctimas que sobrevivieron a atentados han sido reconocidas como tales ni indemnizadas. Son 1.200 víctimas mortales y 18.000 afectadas de varias maneras por el terrorismo izquierdista. Hasta hoy la existencia de estas víctimas del Terrorismo contra el Estado y la población civil es oficialmente ignorada. Son protagonistas invisibles de aquella década, testigos inoportunos para gobiernos, partidos y prensa. Unos “aguafiestas” cuya tragedia y testimonios contradicen el cómodo y rentable Relato oficial consolidado durante treinta y cinco años que sólo reconoce víctimas de lo que llaman Terrorismo de Estado. Omitiendo que fue todo lo contrario: Contraterrorismo de Estado.
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