viernes, 20 de junio de 2014
Discurso de la Presidenta "Isabel" Perón a los nuevos oficiales de las Fuerzas Armadas
A los documentos inherentes a la "guerra revolucionaria argentina 1969-1979" que ya hemos publicado, añadimos el discurso pronunciado por la Presidenta de la República María Estela Martínez viuda de Perón durante la ceremonia anual de entrega de sables a los nuevos oficiales de las Fuerzas Armadas. Naturalmente, el interés histórico de aquel discurso presidencial radica en que refleja el contexto de aquellos trágicos y convulsionados años; algunos de cuyos datos resumimos para situar al lector:
Según la última versión del Informe de la CONADEP actualizado el 24 de marzo de 2006 (tercer aniversario del golpe de Estado), entre 1973 y 1974 (gobiernos constitucionales) hubo 600 desapariciones forzadas de personas y 500 ejecuciones sumarias. Por razones que ignoramos, la CONADEP no contabilizó las cifras de 1975; precisamente el año en el que las ejecuciones sumarias y los muertos por atentados con explosivos alcanzaron niveles inauditos. Ante ese informe de la CONADEP, las ONG's defensoras de los DD.HH. agrupadas en la plataforma ¡Justicia Ya! calcularon que entre el 20 de junio de 1973 (día de la llamada "masacre de Ezeiza"), y el 24 de marzo de 1976, hubo 900 desapariciones y 1.500 asesinatos; aunque no aportaron prueba documental alguna.
Asimismo, durante 1975 las bandas marxistas con estructura paramilitar (Montoneros y ERP) llevaron a cabo sus más audaces y sangrientos ataques-compamientos a unidades del Ejército Argentino: RIM 29º de Formosa y Batallón de Arsenales 601º en Monte Chingolo-Buenos Aires; y de la Armada: voladura parcial de la fragata Libertad; y la Fuerza Aérea: derribo de un Hércules C130 con 114 gendarmes a bordo, en Tucumán.
A lo anterior debe añadirse que durante 1973 y 1975 los gobiernos constitucionales pusieron fuera de la ley por el delito de Sedición a las organizaciones armadas marxistas ERP y Montoneros, embarcadas desde 1970 en lo que respectivamente denominaban Guerra Civil Revolucionaria y Guerra Popular; implantaron el Estado de Sitio, y encarcelaron a 1.500 terroristas a disposición del Poder Ejecutivo, sin que todas esas medidas legales sirvieran para poner fin a esa situación. Un fracaso que motivaría los decretos de Aniquilación militar de la Subversión, primero en la provincia de Tucumán y posteriormente en todo el territorio nacional. Por cierto, ya en enero de 1974 el Presidente Perón había convocado a todos los argentinos -en mensaje a la Nación radiotelevisado, y en un radiograma dirigido a las Fuerzas Armadas-, para "aniquilar el terrorismo criminal" ... "exterminarlos uno a uno para el bien de la República".
Finalmente, recordemos que en la fecha de este discurso, el desastroso gobierno presidido por "Isabel" Perón estaba llegando a su fin: dos meses después, las Fuerzas Armadas -a cuyos comandantes vemos tras la Presidenta- darían su golpe de Estado con el apoyo manifiesto de todos los partidos políticos.
Por circunstancias históricas que no es posible resumir aquí y que son bien conocidas, la Presidenta nunca estuvo cualificada para ocupar ese cargo; entre otras razones, porque nunca fue una "política" en el sentido profesional del término. Pero digamos en su descargo, que intentó gestionar de la mejor manera posible una situación que la desbordaba y que ni siquiera Perón (el más sabio y experimentado líder político de la historia argentina), consiguió resolver en los pocos diez meses en que ocupó aquella, su tercera presidencia.
Más allá de la inevitable retórica siempre presente en este tipo de discursos ceremoniales (que los presidentes o ministros nunca redactan), queda bien clara la firme y sincera convicción de la Presidenta en cuanto a su determinación de acabar con la subversión armada de las izquierdas. Decenas de anteriores discursos oficiales y en el ámbito gremial y político del peronismo, confirman su sincero carácter beligerante en lo que acertadamente calificó como combate.
Las "negritas" han sido puestas por nosotros.
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Viernes 9 de enero de 1976
Teatro Colón, Ciudad de Buenos Aires
Jóvenes Oficiales:
En mi carácter de Comandante en Jefe de la Fuerzas Armadas cumplo con el trascendente deber de haceros entrega del arma que os confiere los atributos del mando.
Iniciaréis un camino difícil, lleno de sacrificios, pero con una meta honrosa que justifica cada uno de los tramos y los resume a todos: la Defensa de la Patria.
Tal vez, como pocas veces en la gloriosa historia argentina, estos conceptos dejan de ser un formalismo protocolar, para convertirse en norma y consigna, en cuyo acabado cumplimiento habéis empeñado el honor y la vida.
El arma que os entrego es, a la vez, símbolo y realidad.
Símbolo del mando, del coraje y de la lucha; realidad acuciante del enfrentamiento y de la victoria contra los enemigos de la patria.
Os sumáis a un combate en el que defenderéis el acervo cultural que todos los argentinos han forjado a través de la historia; combate en el que se deciden en definitiva la persistencia de la doctrina de Cristo, la vigencia de los valores y principios por los que dieron su sangre muchas generaciones de argentinos.
En esta hora de lucha, es preciso que tengamos bien claro cuál es la realidad que enfrenta nuestra patria.
Estamos siendo atacados y el ataque al que somos sometidos, en diversos frentes, va dirigido esencialmente a los cimientos de nuestra nacionalidad.
Existe un frente económico en el que se intenta destruir nuestra capacidad de decisión para someternos a los dictados de grupos de intereses internos y sectarios aliados a los centros de poder económico y financiero internacional.
Existe un frente político en el que se persigue quebrar los principios de unidad nacional con los que éste gobierno accedió al poder.
Existe un frente moral en el que se pretende por la exaltación de un materialismo desenfrenado, socavar los valores éticos de conducta para con la sociedad y con la familia.
Existe un frente psicológico en el que se busca confundir, desorientar y engañar al pueblo argentino, para quebrar el temple de su espíritu y la fe en su propio destino.
Campañas sistemáticas con claros fines agresivos atacan la majestad de las instituciones del Estado y lesionan el sentimiento de seguridad de los habitantes de la Nación.
Para ello se han usado todos los recursos, desde los medios de comunicación hasta el rumor sibilino e insidioso.
Finalmente, existe un frente terrorista, ateo, mercenario, inhumano y delirante, empeñado en trastocar nuestros principios y valores más esenciales, regando con sangre inocente nuestro suelo patrio.
Es ésta la realidad subversiva en la que tendréis que desarrollar vuestra acción.
Vosotros habéis elegido el camino de las armas.
Por ello combatiréis al enemigo en uno de sus frentes fundamentales y allí tendréis el honor de cumplir acabadamente con la misión que habéis decidido asumir.
Pero es también mi misión, en mi carácter de Presidente de la Nación y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, aseguraros que no estaréis solos en esta lucha.
Vosotros actuaréis en el frente militar con la eficiencia y valentía que siempre han distinguido en el mundo a las armas argentinas.
El gobierno por su parte, actuará con firmeza y decisión en los restantes frentes, en los que el enemigo quiere destruirnos .
Tenemos detrás nuestro, un pasado de gloria que defender, tenemos también un presente convulsionado que encauzar, y un futuro venturoso que realizar.
Vosotros escucháis ahora mis palabras.
Cuando en el futuro alcancéis la jerarquía que en vuestra carrera demuestre que os habéis dotado de experiencia y formación necesarias para los más altos niveles de la conducción militar podréis entonces discernir, con elevado criterio, si hemos sabido cumplir con el compromiso que contraemos con la historia.
Este mensaje no es sólo para vosotros, sino para todos los argentinos, pues cada uno debe sentirse, en su ámbito de responsabilidad, un soldado de la Patria.
Soldados, cuyas armas deben ser la claridad ideológica, la insobornable honestidad, la prudencia de no escuchar provocaciones, la inteligencia de desoír los señuelos del enemigo, el coraje de colaborar con quienes, día a día, ofrendan sus vidas por la libertad, seguridad y el porvenir de nuestros hijos.
A todos nos incumbe esta lucha.
Solo cambia el campo de combate: para unos será el monte, (1) para otros el aula, la fábrica o la oficina, pero nadie tiene derecho a sentirse ajeno o incrédulo.
(1) Clara alusión a la campaña militar contra el ERP en los montes de Tucumán (Operativo Independencia), aunque en la fecha del discurso la fuerza subversiva ya estaba prácticamente aniquilada. Sólo se llevaban a cabo operaciones de limpieza contra algunos combatientes residuales.
Y si así fuera, las jóvenes vidas de argentinos tronchadas resultarían un sacrificio estéril, un infame anatema sobre la conciencia de todos los argentinos.
Vosotros sois el brazo armado de la Nación, pero todas las manos argentinas deben robustecer el poder de éste brazo para conferirle la fuerza del pueblo que es la fuerza de la historia.
Jóvenes Oficiales: cada uno de vosotros sabe, con el alto grado de lucidez que la nación reclama, que defiende verdades sólidas como muros.
Ante esas verdades no temblará jamás la mano que empuñe el arma que hoy recibiréis.
El sacrificio y la entrega por el destino de la Patria constituyen una ofrenda sagrada que el pueblo argentino jamás olvidará.
Marchad hacia la victoria con la protección de Dios, nuestro Señor, que pido para todos vosotros.
Muchas Gracias
Clarín, 10 de enero de 1976. Clic para ampliar
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