martes, 12 de abril de 2011

24 de marzo - La memoria a medias



Agustín Laje Arrigoni

Cumpliéndose en el día de la fecha 35 años del 24 de marzo de 1976, cabe afirmar que la "memoria" ha desplazado a la historia en lo referido a la lectura que hace la sociedad de los violentos años `70. Se ha enaltecido una supuesta "memoria colectiva" en desmedro de los hechos históricos, cuestión ésta que desde su concepción es errada: la memoria, por definición, es personal y parcial (nadie puede recordar por mí, y lo que recuerdo hoy, además de ser resultado de valoraciones y emociones individuales, lo puedo olvidar mañana o alterar involuntariamente). No existe tal cosa como la memoria del colectivo; lo que existe es el sistemático estudio de la historia, nutrido por hechos y documentos.

El relato oficial de los años `70 se ha valido del eufemismo de la "memoria colectiva" precisamente para dejar fuera de la historia numerosos acontecimientos y circunstancias que, por cuestiones políticas e ideológicas, no resultan convenientes de propagar. La "memoria colectiva" no se trata de otra cosa que del sesgado y manoseado libreto que unos pocos inyectan en otros muchos. Política pura, en definitiva. En este nuevo aniversario del 24 de marzo podrán apreciarse los efectos corrosivos que ha tenido la "memoria" en la historia de los `70. En efecto, en los actos "por la memoria, la verdad y la justicia", nadie mencionará que mientras Isabel era derrocada por las Fuerzas Armadas, el país afrontaba una sangrienta "guerra interna" reconocida de esta forma por la Justicia Argentina en la Causa 13 declarada explícitamente por organizaciones terroristas subversivas contra la República. "Estamos desarrollando una guerra civil concentrando los principales recursos hacia la lucha militar y encarando el enfrentamiento con criterio de aniquilamiento" sostuvo el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en sus órganos de prensa en febrero de 1975. (1)

"Nuestra estrategia sigue siendo la guerra integral", declararon por su parte los Montoneros en 1973, también durante una gestión constitucional (2). Más aún, nadie en las arengas que hoy se vociferen mencionará que en esa "guerra revolucionaria" las bandas terroristas perpetraron, en el período que va de 1969 a 1979, la cantidad de 21.642 acciones extremistas, guarismo que arroja un promedio de casi seis atentados diarios en ese espacio de tiempo, según los datos de la Causa 13 (Juicio a las Juntas Militares). Las miles de víctimas que fueron consecuencia de esos atentados, por si faltara indicarlo, tampoco estarán contempladas en la "memoria colectiva".

Pero el reemplazo de la historia por la memoria también tiene otros efectos igualmente nocivos, en tanto que el relato oficial de la década del `70 omite advertir que numerosos sectores que hoy se llenan la boca de "derechos humanos", cuando las Fuerzas Armadas tomaron el poder tuvieron una conducta opuesta de cabo a rabo a las banderas con las que ahora se envuelven para hacer política y lucrar. Ejemplo de ello lo constituye nada menos que el Partido Comunista, que en una declaración pública del 25 de marzo de 1976 aseveró: "La movilización del 24 de marzo había sido precedida de una intensa campaña que reclamaba 'rectificar el rumbo'. Efectivamente, era necesario y urgente cambiar el rumbo". (3)

Algo similar podría decirse del Partido Socialista, que no tuvo reparos en comandar la intendencia de Mar del Plata durante el Proceso, o de colocar a uno de sus mejores hombres, Américo Ghioldi, como embajador en Portugal. Semejante es el juicio que cabe sobre destacadas personalidades como Ernesto Sábato, recordado por la "memoria" como uno de los luchadores más infatigables por los Derechos Humanos, pero que la historia lo registró en mayo de 1976 disfrutando de almuerzos con Videla, y calificándolo a este último frente a los medios de comunicación como "excelente", "culto", "modesto", y como "un General con civismo" (4).

En el caso de una figura más destacada en la política actual, como lo es el polémico canciller Héctor Timerman, mientras los "memoriosos" del setentismo aseguran que se trata de un "paladín de los Derechos Humanos", la historia indica que fue nada menos que el director del diario La Tarde, el vespertino que funcionó como una suerte de usina de conspiración que pretendía crear un clima propicio para el golpe. En el diario dirigido por el canciller kirchnerista se vertieron conceptos como "no sólo de elecciones vive la democracia" (5), y se informó que durante el Proceso, la represión al terrorismo era "ajustada a las normas jurídicas" (6), y que había total "vigencia de los Derechos Humanos". (7)

En sus intentos por descontextualizar la historia, la "memoria" también hará caso omiso al estado de situación que reflejaba, a la sazón, la prensa en general. Así, en los actos que tendrán lugar en el día de la fecha, nadie hablará de que el diario La Opinión (de Jacobo Timerman, padre de Héctor) titulaba en una nota de tapa "Un récord que duele: cada 5 horas asesinan a un argentino" a dos días del golpe, poniendo de manifiesto la gravedad de la situación que se vivía. Asimismo, un día antes a ese titular, La Prensa había informado que "Hubo 1358 muertos desde 1973 por acciones terroristas". Y respecto al grado de adhesión popular a la posibilidad de una intervención militar, La Opinión informó el 20 de marzo que "prácticamente un noventa por ciento de los argentinos habla hoy de la proximidad de un golpe de estado".

Son datos que surgen de los documentos de la época, pero que ciertamente están excluidos del historietismo memorioso. ¡Ni qué hablar de la responsabilidad de la dirigencia política en los sucesos del 24 de marzo de 1976! Ello no tiene lugar en la "memoria colectiva", que prefiere creer que el derrocamiento de Isabel fue producto de la maldad de un puñado de generales tan sádicos como chiflados. Luego, el apoyo explícito o tácito de la clase política en general a la intervención militar, registrado en la historia, será borrado sin mayores inconvenientes del discurso oficial. En efecto, no se recordará que la UCR, a través de Balbín, solicitó a Videla que tomara el poder y, además, que el partido declaró que el gobierno constitucional estaba sumergido en "un proceso que por su hondura, vastedad e incomprensible dilatación, alcanza su límite" (8). Tampoco se considerará que, del lado del peronismo, el diputado oficialista Luis Sobrino Aranda de alguna manera llamaba a las FF.AA. indicando al abandonar su banca que "el proceso político argentino está agotado", o que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Victorio Calabró, fue quien entregó a militares de alto rango mapas de la Casa de Gobierno a los fines de que las tropas del Regimiento de Infantería 7 no se cruzaran con la policía ese 24 de marzo. (9)

El uso político y rentístico que se ha hecho de los años `70, tiene por consecuencia una clara dificultad (cuando no imposibilidad) en la comprensión de qué nos pasó a los argentinos por entonces, sus causas y consecuencias. Mientras la memoria siga estando por sobre la historia, y aquella siga constituyéndose en la piedra angular de un proyecto político de las características del kirchnerismo, feriados como el de hoy no serán más que puro cuento.
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1- Revista El Combatiente. Edición del 17 de febrero de 1975.
2- Revista Militancia, Nº 1, 1973, p. 10.
3- Los comunistas y la nueva situación argentina. Declaración del PC. 25 de marzo de 1976.
4- Diario La Nación, 20 de mayo de 1976.
5- Diario La Tarde, 22 de marzo de 1976.
6- Diario La Tarde, 8 de junio de 1976.
7- Citado en Diario Perfil, 3 de noviembre de 2007.
8- García Montaño, Diego. Responsabilidad Compartida. Córdoba, Ediciones del Copista, 2003, p. 112
9- Yofre, Juan Bautista. Nadie fue. Buenos Aires, Edivérn, 2006, p. 380

Pulicado en:
http://www.lanueva.com/edicion_impresa/nota/24/03/2011/b3o006.html

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