jueves, 29 de agosto de 2013

El "socialismo policial" de Sergei Zubatov



Sergei Zubatov



Jorge Fernández Zicavo

Hoy dedicamos esta nota a recordar una figura emblemática para el ya viejo combate entre revolución y contrarrevolución a nivel de Inteligencia operativa: la del legendario agente de la policía política zarista, Sergei Zubatov (Moscú, 07.04.1864 - Moscú, 15.03.1917)

Hijo de un oficial del Ejército, siendo estudiante de bachillerato se interesó por la literatura revolucionaria e ingresó en un círculo anarquista. En 1883 fue arrestado, y en 1885 evitó ser deportado a Siberia a cambio de convertirse en colaborador de la policía política (Okhrana).
Gracias a su conocimiento de los grupos clandestinos moscovitas se pudo arrestar a numerosos revolucionarios, y en 1889 ingresó formalmente en la Okhrana.

En abril de 1892 se infiltró en el círculo del socialista Mihail Brusnev; en 1894 en el grupo Narodnoe Pravo (los derechos del pueblo) dirigido por Mark Natanson y Víctor Chernov; y en mayo de 1895 consiguió su mayor éxito profesional al acceder al círculo íntimo de Iván Rasputin, que para entonces estaba preparando un atentado contra el zar Nicolás II que sería desbaratado por Zubatov. Por este extraordinario servicio a la corona fue nombrado jefe de la Okhrana en Moscú.

En 1898 elaboró una insólita estrategia contrarrevolucionaria basada en que el Estado favoreciera iniciativas sociales y económicas a favor de los obreros para contrarrestar la propaganda del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia; que años más tarde, tras la Revolución de Octubre, sería refundado como Partido Comunista -bolchevique-.
La estrategia, que Zubatov bautizó irónicamente como “socialismo policial”, fue aprobada por el máximo jefe de la Okhrana y por el gobernador de Moscú.

En 1901 fundó en Moscú la Sociedad de Socorros Mutuos de Obreros de la Industria Mecánica, y a continuación abrió delegaciones en Kiev, Charkov, Ekaterinoslav, Grodno, Minks, Nicolaev, Odessa, Perm, y Vilnius, capital de Lituania. Asimismo, fundó el Partido Independiente de Obreros Judíos para sustraerlos de la influencia del Bund: la organización socialista judía.

En febrero de 1902 encabezó una multitudinaria concentración de obreros que rindieron homenaje al zar Alejandro II, asesinado en 1881 por los terroristas de Narodnaya Volya (la libertad del pueblo), depositando una corona de flores en su monumento.

Transferido a San Petersburgo en octubre de 1902 como jefe de la Okhrana, fundó una Sociedad de Socorros Mutuos a semejanza de las anteriores y reclutó como agente al pope (sacerdote) Georgi Gapón, quién en 1906 sería asesinado por el Partido Socialista Revolucionario.

Cuando en el verano de 1903 se declaró una huelga general en el sur de Rusia, Zubatov tomó la decisión de que sus Sociedades Obreras de Nicolaev y de Odessa adhirieran a la misma. Esta extrema heterodoxia del “socialismo policial” colmó la paciencia del ministro de Hacienda, Sergei Vitte; y del ministro del Interior, Wiacheslav Von Pleve, que disolvió las organizaciones fundadas por Zubatov, lo suspendió del servicio y le ordenó fijar su residencia en Vladimir.
En julio de 1904, tras ser asesinado el ministro Pleve por un atentado de anarquistas, su sucesor, Svjatopol-Mirskij, lo reintegró a sus funciones.

El 15 de marzo de 1917, al producirse la abdicación de Nicolás II como consecuencia de la marea bolchevique tolerada por el pusilánime Kerensky, el singular contrarrevolucionario Sergei Zubatov, ante la evidencia de que la caótica República tenía los días contados, se suicidó con un disparo en la sien.
Siete meses más tarde, Lenin y Trotsky sublevaban al Ejército y a la Armada en San Petersburgo y proclamaban la República de los Soviets.

Aunque la maquiavélica estrategia de Zubatov no fue suficiente para impedir el desarrollo y triunfo de la revolución rusa, sus éxitos tácticos fueron innegables; por lo cual, desde entonces las enseñanzas del “zubatismo” serían tenidas en cuenta por muchos Servicios de Inteligencia que fundaron grupos ultraizquierdistas que en ocasiones evolucionaron hacia el terrorismo. Los casos más espectaculares ocurridos en los últimos 50 años fueron el apoyo financiero y logístico que la Stasi brindó a la banda Baader-Meinhof, los Servicios italianos a las Brigadas Rojas, y los argentinos a Montoneros.


sábado, 10 de agosto de 2013

1974: "raid" homicida del ERP contra oficiales del Ejército Argentino



Jorge Fernández Zicavo

En relación a la larga lista de militares argentinos asesinados por las organizaciones terroristas durante su Guerra Revolucionaria 1969-1979, dedicaremos este artículo a un grupo de víctimas vinculadas entre sí por un mismo suceso: la llamada, por las izquierdas, “Masacre de Capilla del Rosario”; uno de los tantos mitos propagandísticos creados para demonizar las operaciones militares contra la subversión armada ordenadas por un gobierno constitucional.

El mito se origina en el desenlace que tuvo el fracasado ataque de una Compañía del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) contra el Regimiento de Infantería Aerotransportada 17º con asiento en San Fernando del Valle, provincia de Catamarca, llevado a cabo el 10 de agosto de 1974 y al que ya hemos dedicado un Post, al igual que al ataque lanzado ese mismo día por otra Compañía del ERP a la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos.

Después de varios operativos de persecución y captura de los terroristas llevados a cabo por sesenta efectivos del citado Reg. 17º apoyados por cuatro helicópteros, un grupo de catorce insurgentes fue localizado en la llamada Cañada de los Walter, próxima al pueblo Piedras Blancas, produciéndose allí un intenso combate que acabó con la muerte de todos ellos.

Como era de esperar, la propaganda del ERP presentó el suceso alegando que sus combatientes habían sido ejecutados sumariamente tras rendirse una vez agotadas sus municiones; una acusación que formulaban sistemáticamente cada vez que había bajas en sus filas, para presentar al Ejército Argentino como una banda de vulgares asesinos.

Pero en este caso, dada la humillación que supuso para la comandancia del ERP el fracaso de su “primera gran operación militar utilizando simultáneamente dos Compañías en distintas provincias”, el 19 de agosto emitió un Comunicado en el que prometía “ejecutar a 16 oficiales del Ejército Argentino”. Elevaron la cifra de 14 a 16 porque incluyeron a otros dos terroristas muertos en combate contra fuerzas policiales.

Tras esta introducción, pasamos a rescatar para la Historia a los nueve oficiales del Ejército Argentino que fueron cobardemente asesinados en emboscadas cuando estaban fuera de servicio. El ERP suspendió la amenaza de ejecutar a 16, porque la masacre provocada al asesinar al noveno oficial junto a su familia, desencadenó un fortísimo repudio social. La cifra pudo haber ascendido a diez oficiales muertos, ya que a uno de ellos Tte. 1º Ciro Ahumada sólo lograron herirlo gravemente.

25.09.1974
Coronel, Jorge Oscar Grassi
Oficial de Ingenieros. Tercer Cuerpo de Ejército, Córdoba.

25.09.1974
Tte. 1º Luis Roberto Brzic
Batallón de Comunicaciones 121º, Rosario, Santa Fe.

02.10.1974
Capitán, Miguel Ángel Paiva
Escuela Superior de Guerra, Ciudad de Buenos Aires.

07.10.1974
Mayor, Jaime Gimeno
Bioquímico del Hospital Militar Central, Ciudad de Buenos Aires.

11.10.1974
Teniente, Juan Carlos Gambandé
Liceo Militar “General Belgrano”, Santa Fe.

23.10.1974
Tte. Coronel, José Francisco Gardón
Médico. Hospital Militar de Campo de Mayo, Buenos Aires. Asesinado en San Miguel de Tucumán.

07.11.1974
Mayor, Néstor Horacio López
Liceo Militar “General Belgrano”, Santa Fe.

12.11.1974
Tte. 1º Roberto Eduardo Carballo
Batallón Ingenieros de Combate 101º, Tres Arroyos, Buenos Aires.

01.12.1974
Capitán, Humberto Viola (y su hijita de 3 años, María Cristina)
Destacamento de Inteligencia, Tucumán.
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Post Data

1- Por lo visto, también otro oficial resulto herido: el Tte. Coronel, Roberto López Paz, (en Córdoba), pero no hemos podido confirmarlo.

2- Es de mencionar el hecho bochornoso de que el Blog “Ejército Argentino” que se dedica a rememorar batallas históricas, y a víctimas del terrorismo marxista que asoló a la República Argentina durante la década 70 del siglo XX, jamás identifica a las organizaciones terroristas responsables de los mismos; tanto como si se trató de militares muertos en combate como en atentados. Cumplen a rajatabla la consigna del régimen Kirchner-Montonero de borrar de la historia los siete años de guerra revolucionaria anteriores al golpe militar del 24 de marzo de 1976. Borrado de la memoria colectiva y, especialmente, entre los miembros de las Fuerzas Armadas.

martes, 6 de agosto de 2013

La familia de Oswaldo Payá pide una investigación internacional sobre su muerte




La familia de Oswaldo Payá coincide en la necesidad de una investigación independiente que esclarezca la muerte del histórico disidente cubano. Para sus familiares, la muerte no se debió a un accidente de tráfico fortuito y la versión oficial del Gobierno cubano «es una burda farsa». Para el hermano de Oswaldo, Carlos Payá, que reside en Madrid, quedan muchos interrogantes sin contestar y hay demasiadas versiones contradictorias.

«Es muy doloroso recordar esto, pero fue muy difícil identificar el cadáver de mi hermano por lo mal y magullado que se encontraba, mientras que los que le vistieron cuentan todo lo contrario». Por eso, «es más necesario que nunca una investigación independiente, no que la hagamos nosotros».

Y es que los familiares de Payá han buscado respuestas desde aquel trágico 22 de julio de 2012 y cada vez son más los testimonios que acompañan su versión. Ha pasado más de un año desde su fallecimiento y todavía no tienen la autopsia de Oswaldo, reconoce Carlos a LA RAZÓN. Su sobrina e hija del opositor al régimen de los Castro, Rosa María, explica que normalmente en Cuba el informe forense se otorga al mes de la muerte. Su madre incluso fue a pedirlo formalmente a Bayamo, a pocos kilómetros del lugar del accidente, pero sin suerte.

En el vehículo iba al volante el español Ángel Carromero, de copiloto, el sueco Jens Aron Modig y detrás Oswaldo Payá y el activista cubano Harold Cepero. Los dos disidentes del Movimiento Cristiano de Liberación murieron mientras que Carromero y Modig resultaron ilesos. La Justicia cubana culpó al joven español de 28 años de un doble homicidio involuntario por exceso de velocidad. Sin embargo, la versión se desmonta rápidamente, pues en el accidente estuvo involucrado otro vehículo, «que los embistió por detrás». Tampoco murieron en el momento, como señaló la Fiscalía cubana, pues Carromero y otros testigos los vieron con vida.



Tras la negación de la versión oficial por parte del principal testigo, Carromero, el siguiente paso es una investigación independiente», manifiesta a este periódico Rosa María Payá desde Miami. La hija de Oswaldo recuerda que su padre tenía la nacionalidad española y, por tanto, también es europeo.

«Agradecemos mucho las muestras de cariño constantes y poco ordenadas, pero nos falta un pronunciamiento oficial del Parlamento Europeo y del Gobierno de España».

Obviamente, ella sabe que tras la entrevista que concedió Carromero a un medio español, su versión gana fuerza.

«Sabemos que es difícil que indulten a Ángel porque sería reconocer el probable asesinato de mi padre. Pero ya es hora de que se produzca una investigación internacional». La hija de Payá asevera que el Parlamento Europeo concedió un premio Sajarov a Oswaldo y que entiende que los esfuerzos del Gobierno español se centraran en que Carromero volviera sano y salvo a suelo español, pero «los hechos son más que suficientes y ante la muerte de un ciudadano europeo ni Bruselas ni Madrid se pueden quedar callados».

LA RAZÓN.es
Madrid
05.08.2013

sábado, 3 de agosto de 2013

FARC: banda terrorista comandada por... ¡terratenientes!


Cuando la Fiscalía informó hace unos meses que las FARC despojaron 700.000 hectáreas a los campesinos y que eran uno de los grandes terratenientes del país, los jefes de la banda terrorista se indignaron y tacharon de mentirosos a los investigadores y al gobierno; pero tras haberse desenscriptado las computadoras de los comandantes eliminados por el Ejército colombiano, se ha comprobado que el fundador de la organización criminal, Manuel Marulanda, alias 'Tirofijo', y quien fuera durante lustros el jefe militar, Jorge Briceño, alias 'Mono Jojoy', dejaron huellas de sus propiedades en multitud de correos electrónicos y documentos que guardaban en los ordenadores de éste último.

Hasta el momento, hay registros de fincas por un total de 82.000 hectáreas en el Caquetá, departamento del sur del país, aunque aún quedan archivos por abrir. "Finca de 'Manuel Marulanda', con búnker a control remoto y dos túneles construidos por iraquíes. "Zoológico", dice uno de los informes que reveló el diario 'El Tiempo'. Finca 'Grannobles' (un hermano de Jojoy y también un poderoso comandante), cercana a la de 'Marulanda', con abundante ganado", indica otro.

En uno de los correos se refieren a que todas las tierras en un área de 150 kilómetros del departamento del Caquetá, donde siempre han ejercido un férreo control en vastas áreas, son suyas. Los cálculos de los fiscales sobre algunos bienes arrojan cifras astronómicas: a lo largo de los años, las FARC y sus jefes llegaron a poseer unas 900.000 reses.

"Están contabilizadas hasta el momento 900.000 reses. Terminar de hacer el registro de todos los vienes del Movimiento", fue uno de los mensajes que recibió 'Jojoy' de uno de los jefes de finanzas del Bloque Oriental, que él comandaba. Otros refieren fincas de 5.000 hectáreas con 16.000 cabezas de ganado.

Una de las conclusiones es que ambos líderes, venerados por la guerrilla del Partido Comunista de Colombia, llevaban muy de la mano todo lo relativo a las propiedades. Algo que resulta paradójico si tenemos en cuenta que las FARC (y sobre todo 'Marulanda') justifican su terrorismo en la lucha por una reforma agraria que dé tierras a los campesinos pobres. Asimismo, critican que la oligarquía rural y las grandes empresas despojen a los labriegos de sus posesiones, cuando la propia guerrilla ha amasado su ingente fortuna robando animales y fincas, asesinando, extorsionando, amenazando o desterrando a los legítimos propietarios. Además, claro está, de los miles de millones de dólares obtenidos con la producción y exportación de cocaína.

Otro aspecto de los ingresos de la guerrilla que ha quedado al descubierto es el pago del "impuesto revolucionario" por parte de empresas que trabajan en las regiones donde tienen fuerte presencia. La empresa KC (por ejemplo), que abastece de refrigerios y comidas frías a todos los pozos de Causiana GRM (una de las explotaciones petroleras más importante del país), pagó 45 millones de pesos (20.000 euros) en tres plazos en el año.

Ahora las autoridades tendrán que evaluar qué hacen con las compañías que pagan; una realidad, este chantaje, de lo que EL MUNDO ha informado en el pasado: que resulta imposible trabajar en zonas bajo control de las FARC o el ELN (Ejército de Liberación Nacional) sin "pasar por caja". El gobierno ya ha advertido en varias ocasiones que expulsará a quien sucumba a las amenazas.


Salud Hernández-Mora
Bogotá
Para EL MUNDO (Madrid)

miércoles, 31 de julio de 2013

Los "brotes psicóticos" de Cristina Fernández de Kirchner




Jorge Fernández Zicavo

Sabido es que este Blog se dedica fundamentalmente a historiar la Guerra Civil Revolucionaria desencadenada por las izquierdas argentinas entre 1969-1979 y que, cuando comentamos alguna noticia de la actualidad política argentina, es por su vinculación con aquella trágica década que aún sigue "viva" (como las serpientes decapitadas), porque fue cerrada en falso por una sociedad amnésica. Hasta tal punto, que los antiguos terroristas llevan diez años gobernando el país.

Lo anterior viene a cuento para comentar una reciente anécdota que, aunque aparentemente parezca banal, ilustra a la perfección el grado de psicosis, cada vez más desarrollado, que desde hace ya varios años viene padeciendo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sin que el consumo de diferentes cócteles medicinales para sobrellevar sus depresiones y lipotimias surta efecto alguno. Como es sabido, hay tres modalidades de psicosis: esquizofrenia, paranoia y neurosis obsesiva, siendo la característica más acentuada y emblemática de esta psicopatología, la verborragia compulsiva e irrefrenable (el "brote"), que el psicótico, el loco en lenguaje vulgar, no puede controlar porque es un sujeto "hablado" por un fantasma que le vampiriza al modo de la inquietante relación del ventrílocuo y el titiritero con sus muñecos; o sea, desde el momento en que se convierte en una máquina parlante que utiliza las palabras sin ser consciente de su significación. Ergo: discursos absurdos, incongruentes, delirantes, carentes de toda lógica.

El último de sus "brotes" ha ocurrido el pasado 26 de julio (aniversario de la llamada Revolución Cubana), durante la inauguración de los olímpicos Juegos Nacionales Evita en su edición 2013:

“Hoy miraba la foto de un diario y veía al com­pa­ñero Mujica, pre­si­dente de Uru­guay, en Cuba. Hoy se cum­plen 60 años del asalto al cuar­tel Mon­cada. Tal vez muchos no sepan, pero fue uno de los pri­me­ros inten­tos de Fidel Cas­tro de aba­tir (sic) a la dic­ta­dura de Fulgencio Batista. Des­pués los detu­vie­ron, estu­vie­ron pre­sos y luego hizo el famoso alegato”.

Lo notable, lo que dinamita el sentido de estas palabras (más allá de que la ex terrorista montonera se reconoce como tal al llamar "compañero" al también ex terrorista tupamaro Mujica), es el delirio de sostener que la lucha armada liderada por Fidel Castro no tuvo como objetivo "abatir" a la dictadura de Fulgencio Batista para reemplazarla por una dictadura comunista de partido único presidida por él, sino para... ¡implantar la democracia!

La contundencia de este surrealista ejemplo (si se recopilaran todos sus disparates discursivos podría editarse un libro de 100 páginas), lejos de ser una trivialidad, ilustra la pesadilla que sufre el pueblo argentino bajo un régimen "K" fundado sobre una telaraña de relatos de historia-ficción. Tanto de la historia argentina en su década setenta del siglo XX, como, en este caso, de la cubana.

Otro síntoma psicótico de este personaje es la pulsión narcisista que alimenta su histrionismo histérico que, para colmo, es festejado por sus asesores de imagen y colaboradores políticos más cercanos; conscientes éstos, de que un repertorio de gesticulaciones corporales y faciales "teatrales" contribuye a modelar el arquetipo bufonesco que la convención histórica y cultural atribuye a los caudillos de masas y a toda suerte de demagogos. A este respecto, y salvando todas las distancias, podrían citarse las caricaturas que de sí mismo se forjaron para lucir en sus apariciones públicas personajes como Mussolini y Hitler (entrenado por un actor), o los más cercanos y patéticos, Chávez y Morales.






sábado, 20 de julio de 2013

Recuerdos del atentado a la AMIA




Roni Kaplan
Capitán de las Fuerzas de Defensa de Israel
(testimonio escrito a título personal)

Recuerdo aquella mañana nublada de 18 de julio. Tenía 11 años, hacía unos meses nos habíamos mudado a la casa nueva, a unos metros del cruce entre las calles 21 de Setiembre y Ellauri en mi natal Montevideo. Los 18 de julio son feriados en Uruguay por la Jura de la Constitución, así que estábamos todos en casa. Más temprano de lo común se sentaron mis padres frente a la televisión, con preocupación veían imágenes de destrucción, esta vez no en el Medio Oriente ni en África, sino allí nomás, al otro lado de la orilla. El famoso centro de la comunidad judía argentina de la calle Pasteur había sido dinamitado con una camioneta explosiva de tipo Renault Traffic. El terrorista suicida se hizo inmolar en lo que resultó ser un durísimo atentado terrorista que dejó como saldo 85 muertos y más de 300 heridos. De ese día recuerdo patente también que Marcelo Tinelli suspendió Video Match; se paró ante la cámara, denuncio furiosamente el acto, y no se llevo a cabo el programa.

Mucho se ha hecho por mantener viva la memoria de los caídos en el atentado de la AMIA, aquí en Israel la organización OLEI hace un esfuerzo continuo al respecto. A mí, en lo personal, ya hace un par de años el tema de la AMIA me toca por el lado de Hezbollah, (en español: Partido de Dios) la organización que consumó el atentado en la AMIA a pedido del Ministerio de Inteligencia Iraní (el mismo Ministro iraní, Vahídi, que visitó Bolivia hace 2 años). Hezbollah es una milicia libanesa de corte chiíta radical, que hace ya un par de años participa en el gobierno libanés como partido político. Sus objetivos son erradicar la influencia de occidente en Medio Oriente, establecer una teocracia chiíta al estilo iraní en el Líbano y borrar al Estado de Israel de la faz de la tierra.

El año pasado, justo cuando se cumplían 18 años del atentado de la AMIA, un explosivo de 3 kg explotó en la parte trasera de un autobús con turistas israelíes en la ciudad de Burgas en Bulgaria. Esta vez el saldo fue de 6 muertos y 36 heridos. Me enteré rápidamente por el grupo de WhatsApp que tenemos con los oficiales de la unidad. La dirección estaba escrita sobre la pared. Y así fue, unos meses más tarde la policía de investigación Búlgara determino que el atentado fue consumado por Hezbollah.
Esperemos no tener malas noticias mañana o pasado mañana. De hecho, como lo dijo el propio Nassarallah, el líder de la organización, Hezbollah, junto con el patrón iraní, están bastante atareados en Siria combatiendo, entrenando y financiando la encarnizada lucha de El Assad contra los rebeldes y contra su propia población civil. De todas maneras, es menester mantenernos alerta, para que estas esperanzas no sean vanas.

Para decirlo clara y definidamente, Hezbollah, auspiciado por el patrón, está llevando a cabo una campaña de terror contra objetivos isralíes y judíos en varias partes del mundo. Muchas de las actividades de Hezbollah, no han sido publicadas, otra gran parte fueron frustradas por distintas organizaciones. Entre las principales actividades terroristas publicadas, en las que estuvo involucrado Hezbollah, nos encontramos con el asesinato del encargado de seguridad en la embajada de Israel en Turquía el 7 de marzo de 1992; el atentado a la Embajada de Israel en Buenos Aires, diez días más tarde (29 muertos y 220 heridos), el intento de explotar la Embajada de Israel en Tailandia con un camión lleno de explosivos conducido por un suicida en marzo de 1994; el intento de atentado en la Embajada de Israel en Azerbaijan en mayo de 2008; el intento de asesinato al cónsul de Israel en Estambul que dejó como 8 ciudadanos turcos heridos en mayo de 2011; el intento de atentado a sitios turísticos israelíes en Bangkok a mediados de enero de 2012 y el intento de atentado a un avión israelí en Chipre el 7 de Julio de 2012.

En este sentido, el atentado a la AMIA es el más sangriento en la campaña terrorista de Hezbollah contra objetivos israelíes y judíos en los últimos 20 años, la mayoría de la cuál aún no conocemos. Sin entrar en detalle, claro está que existe una larga lista atentados de Hezbollah en los cuales Israel o el pueblo judío no fue su objetivo.

Uno hubiese pensado que el atentado de AMIA debería haber sido la última acción de Hezbollah en el continente Latinoamericano. ¿Qué tiene que ver terror con Argentina? A la violencia doméstica en América Latina lamentablemente estamos acostumbrados, pero terror internacional parece un poco descabellado, ¿no? Al menos al sentir de la parte más uruguaya de mi identidad personal. Y quizás no me cabe hablar del tema desde mi posición oficial, pero a título personal nada me impide referirme brevemente a un tema vastamente publicado - las actividades de Hezbollah en América Latina.

El narcotráfico, el lavado de dinero y otro tipo de crímenes en América Latina son parte de la vasta red global que ejecuta Hezbollah para financiar su actividad terrorista. El "modus operandi" en América Latina se centra en el tráfico de cocaína, principalmente en el norte de Colombia, en la Triple Frontera (Paraguay-Brasil-Argentina) y en Venezuela. Durante la última década se ha traficado ilegalmente cocaína desde América Latina hacia Líbano para ser elaborada allí y luego distribuida en Medio Oriente, Europa y EEUU. Son varios los reportes al respecto que uno puede encontrar en Internet, y varios los episodios delictivos que fueron publicados, como por ejemplo, la detención de 17 individuos en Couracao en abril de 2009. Los cuáles traficaban drogas en cooperación con Hezbollah; la detención del activista de la organización Josef Gamael en abril 2010 en Nueva York por tráfico ilegal de armas; la detención de Ghamil Netzer en julio de 2010 en México; el caso del narcotraficante libanés Ayman Joumaa, acusado el 23 de noviembre de 2011, el cual revela los lazos entre Hezbollah y los Zetas; la detención de 3 individuos en Ciudad del Este en febrero de 2012 por asistencia a Hezbollah y otros.

Y ya van 19 años y aún los culpables no están tras las rejas. Por eso hoy, al tiempo que lloramos la pérdida de los caídos en el atentado a la AMIA, y nos sumamos al alarido de la sociedad argentina que exige justicia, en las Fuerzas de Defensa de Israel no bajamos la guardia y prestamos más atención que nunca a la próxima movida de Hezbollah.

Yieí Zichram Baruch
(Sea su memoria bendita)

Fuente: IDFblog.com

sábado, 8 de junio de 2013

OLAS: Cuba desata la guerra revolucionaria en toda América Latina

Fidel Castro clausurando Conferencia de la OLAS



Jorge Fernández Zicavo

En varios de nuestros artículos ya hemos aludido a un documento de extraordinaria importancia para el estudio de la Guerra Revolucionaria Argentina y la de otros países latinoamericanos durante la década setenta del siglo XX: la Declaración y Proclama llamando a desencadenar en toda América Latina "la lucha revolucionaria armada orientada por los principios del marxismo-leninismo" emitida por la Primera Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) inaugurada el 31 de julio de 1967 en el hotel Habana Libre y clausurada el 10 de agosto en el teatro Chaplin.

Lo que confiere a este documento una relevancia histórica excepcional, es que la Conferencia, a la que asistieron 163 delegados de grupos subversivos latinoamericanos, igual número de militantes como "observadores" (total= 326) y 300 periodistas de distintos países, demostró de manera irrefutable la responsabilidad del Estado cubano en lo que resultó ser una Declaración de Guerra a todas las naciones y gobiernos del subcontinente; no sólo por haberse celebrado en La Habana, y haber sido inaugurada por el Presidente de la República, Osvaldo Dorticós, y clausurada por el Primer Ministro, Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y Primer Secretario del Partido Comunista, Fidel Castro, sino porque tuvieron la desfachatez de asumirla en un documento público.

La consecuencia práctica de este "concilio" revolucionario inspirado en la Tercera Internacional fundada por Lenin, fue que en las reuniones secretas o paralelas a la Conferencia se acordó fundar un Ejército de Liberación Nacional, de ámbito continental y dividido en Sectores, que debería ser comandado por el "Che" Guevara, quien entonces estaba operando en Bolivia al frente de 21 cubanos de élite (militares, miembros del Comité Central del Partido Comunista y hasta 2 ex viceministros), más 26 comunistas bolivianos. Como es sabido, dos meses después de finalizar la Conferencia fue capturado y ejecutado.
A la numerosa y fragmentada delegación argentina (180) se le asignaron los Sectores 1, 2 y 8. Asimismo, se acordó crear una Junta Coordinadora Revolucionaria (JCR), proyecto que no se concretaría hasta 1974 gracias al acuerdo alcanzado entre el ERP argentino, Tupamaros de Uruguay, el MIR chileno y el ELN boliviano. Finalmente, el gobierno cubano ofreció entrenar a los futuros guerrilleros en el famoso Campamento Punto Cero, y asesorar a los Sectores en temas de Seguridad e Inteligencia a cargo de agentes de la STASI alemana que diseñaron los servicios de Inteligencia del régimen castrista. Este plan de operaciones, subordinado a la estrategia expansiva de la Unión Soviética en el Tercer Mundo durante la década del sesenta (Argelia, Libia, Etiopía, Somalia, Zaire-Congo, Angola, Namibia y Mozambique), fue bautizado "Operación Fantasma". Como fuerza mercenaria de la URSS, entre 1975 y 1988 Cuba enviaría a las guerras de Angola y Namibia un Ejército expedicionario de 337.000 hombres.

En realidad, la exportación armada de la Revolución Cubana en América Latina había comenzado mucho antes de esta declaración de guerra. Desde 1960 Castro financiaba y armaba a guerrillas comunistas de Colombia y Venezuela, lo que motivó que Cuba fuera expulsada de la OEA el 31 de enero de 1962; castigo que el dictador respondió proclamando en un acto multitudinario el carácter socialista del nuevo Estado cubano (Segunda Declaración de La Habana) y autorizando la instalación en su país de un Regimiento de misiles nucleares soviéticos. De todas maneras, los militares cubanos siguieron combatiendo en Venezuela junto con guerrilleros de las FALN lideradas por Douglas Bravo; y en 1963 Cuba abrió un foco guerrillero en Salta, Argentina (Ejército Guerrillero del Pueblo) al mando del argentino radicado en La Habana, Jorge Ricardo Masetti, y del teniente del Ejército cubano Horacio Peña Torre ("Hermes") que en 1964 moriría durante un enfrentamiento con la Gendarmería Nacional. Paradójicamente, en la citada reunión de la OEA, Argentina se había abstenido de votar la expulsión de Cuba invocando el "principio de no intervención"; y las restantes naciones que también se abstuvieron (México, Brasil, Chile, Bolivia, Uruguay y Ecuador), tampoco se libraron de que en sus países operaran terroristas urbanos y guerrilleros rurales entrenados en Cuba.

Esta cruzada subversiva era la consecuencia lógica de un régimen que se consideraba a sí mismo "faro de la revolución latinoamericana" y vertebraba una doctrina de política exterior "antiimperialista" que nunca se interrumpió: como ya apuntamos, cuando el 31 de julio de 1967 se inauguró la Conferencia de la OLAS, el "Che" Guevara llevaba un año operando en Bolivia con sus cubanos; y ochenta días antes, el 8 de mayo, se había producido en Machurucuto, Estado de Miranda, Venezuela, otro desembarco de armamento y militares "guerrilleros" cubanos.

Para finalizar la crónica de estas agresiones político-militares de la Cuba castrista y sus consecuencias, recordemos que en 1969, dos años después de la Conferencia de la OLAS, los argentinos que participaron en ella (Santucho, Gorriarán Merlo, Menna, Quieto, Osatinsky, Abal Medina, Arrostito, los hermanos Lewinger, etc.) comenzarían su Guerra Revolucionaria, y en 1970 fundarían las dos mayores organizaciones terroristas de la historia latinoamericana: Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo.
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Dado que se trata de un documento muy extenso, reproduciremos sólo los párrafos finales de la Declaración y pasaremos a lo esencial del documento: la Proclama que llama a iniciar -de inmediato- la Guerra Revolucionaria.

Previamente, para ubicar a la Conferencia en su contexto, resumiremos sus antecedentes y algunos párrafos del discurso inaugural leído por el presidente Dorticos. Omitiremos totalmente el discurso del verborrágico e histriónico Fidel Castro (2 horas). Los lectores interesados en leer o imprimir la versión completa de ambos discursos y de la Declaración, pueden bajarlos de la página web "Ruinas Digitales", fundada por estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Buenos Aires.
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Antecedentes de aquella política exterior subversiva del Estado cubano enunciada públicamente por primera vez:

El 3 de enero de 1966 se inauguró en La Habana bajo la presidencia del marxista y futuro Presidente de Chile, Salvador Allende, la Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina. Participaron 512 delegados y unos 150 invitados de 82 países, y se celebró en el hotel "Habana Libre" con la presencia de Fidel y Raúl Castro. Finalizada el 15 de enero, la Conferencia fundó la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAAL). Asimismo, quedó constituido el Comité Tricontinental de Solidaridad con la Lucha del Pueblo Vietnamita.
Al día siguiente, 27 delegaciones que participaron en la Primera Conferencia fundaron la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) y acordaron celebrar su primer evento en La Habana en 1967, para lo cual se conformó un comité preparatorio integrado por organizaciones revolucionarias de Brasil, Colombia, Guyana, Guatemala, México, Perú, Uruguay, Venezuela, y autoridades del Partido Comunista y del Gobierno Revolucionario cubano.

Como ya mencionamos, la Primera Conferencia de la OLAS transcurrió entre el 31 de julio y el 10 de agosto de 1967 y fue publicada en un opúsculo que reprodujo sus documentos, resoluciones y discursos.
La presidencia de la Conferencia estuvo integrada por:

Presidente de Honor: Ernesto "Che" Guevara.

Presidente: Haydeé Santamaría, Comité Central del PC de Cuba.
Vice-Presidente: Rodney Arismendi, Secretario General PC de Uruguay.
Vice-Presidente: Francisco Prada, Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Venezuela.
Vice-Presidente: Néstor Valle, guerrillero comunista de Guatemala.
Vice-Presidente: Gerardo Sánchez, comunista de la República Dominicana.
Delegado de Honor: Stokeley Carmichael, líder del grupo terrorista norteamericano Black Power.
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Extracto del discurso pronunciado por el Presidente de la República, Osvaldo Dorticós.

"Cuando en enero de 1966, bajo los auspicios de la Conferencia Tricontinental se acordó constituir la Organización Latinoamericana de Solidaridad, en un momento de enardecimiento de los entusiasmos revolucionarios de los delegados latinoamericanos a aquella, no se trataba de promover los primeros esfuerzos revolucionarios, ni el inicio de la gesta; ya que esta lucha había comenzado; páginas heroicas inolvidables habían sido escritas; las vanguardias de los movimientos revolucionarios en varios países habían empuñado el fusil redentor....

La lucha tampoco se limitaba a la acción terrorista revolucionaria...

Los cubanos nos sentimos orgullosos de que fuera en nuestra tierra donde surgiera la idea de la constitución de esta organización y se suscribiera en ella el acta constitutiva de la misma.

En nombre del pueblo y del Gobierno Revolucionario que hoy reciben el alto honor de la presencia y de la congregación de ustedes, expreso el saludo fraterno y revolucionario más caluroso a todos los delegados a esta Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de América Latina.

Cuba no pretende ejercer en el seno del movimiento revolucionario de América Latina un papel hegemónico y de dirigente. Cuba no pretende exportar o imponer soluciones estratégicas o tácticas a otros pueblos de este continente, a otros partidos y vanguardias revolucionarios. Cuba, con su conducta, no hace otra cosa que aceptar como un hecho inevitable la alternativa revolucionaria a que nos referíamos hace un momento; constatar que el camino de la lucha armada, hoy posible en la mayoría de los países de este continente, parece ser el único camino que a los pueblos depara la violencia imperialista.

Con la firme convicción de que esta Conferencia habrá de agotar a plenitud su cometido, en nombre del pueblo y del Gobierno Revolucionario de Cuba, formulo votos por los éxitos de la misma, por la claridad ideológica que la presida, por la sinceridad y la audacia revolucionarias que inspiren la conducta y los planteamientos de todos los delegados, por la alta unidad que se alcance con respecto a la independencia de cada Partido, organización o movimiento representado. Sépase, en fin, de nuestra esperanza de que esta Conferencia alcance el más alto rango en la historia de este continente".
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DECLARACIÓN

Párrafos finales:

La Conferencia, luego de analizar con profundidad y dedicación las condiciones existentes en el continente y haber esclarecido en el terreno ideológico esenciales problemas del movimiento revolucionario, concluye que:

En América Latina existe una situación convulsiva, caracterizada por la existencia de una débil burguesía, que fundida de manera indisoluble con los terratenientes constituye la oligarquía dominante en nuestros países. Un mayor sometimiento y una dependencia casi absoluta de estas oligarquías al imperialismo determinan la intensa polarización de fuerzas en el continente; por un lado, la alianza oligarca imperialista y por otro, los pueblos, con enorme potencial revolucionario que sólo espera ser canalizado por una dirección consecuente, por una vanguardia revolucionaria, para desarrollar o emprender la lucha.

Esta situación determina y exige que se desate y desarrolle la violencia revolucionaria, en respuesta a la violencia reaccionaria. La violencia revolucionaria, como expresión más alta de la lucha del pueblo no es sólo la vía, sino también la posibilidad más concreta y manifiesta para derrotar al imperialismo.

El objetivo esencial de la revolución para alcanzar el poder, ha de ser la destrucción de la máquina burocrático militar de las oligarquías títeres.

La experiencia de la revolución cubana unida a la experiencia acumulada por el movimiento revolucionario de los últimos años en el mundo, y la presencia en Bolivia, Venezuela, Colombia y Guatemala de un creciente movimiento revolucionario, demuestran que la guerrilla es el fundamental exponente del método y la forma más adecuada para librar la guerra revolucionaria como genuina expresión de la lucha armada.

En esta particular situación la unidad de los pueblos la identidad de objetivos, la unificación de criterios, y la disposición conjunta de librar la lucha son los elementos caracterizadores de la estrategia común que ha de oponerse a la que con carácter continental desarrolla el imperialismo.
Esta estrategia requiere una nítida y clara expresión de solidaridad cuyo carácter es la propia lucha, cuya extensión, es el continente, y su forma, la guerrilla y los ejércitos de liberación.

Nosotros, representantes de los pueblos de nuestra América, conscientes de las condiciones que existen en el continente, sabedores de la existencia de una estrategia común contrarrevolucionaria que dirige el imperialismo yanqui,

PROCLAMAMOS

1. Que constituye un derecho y un deber de los pueblos de América Latina hacer la revolución.

2. Que la revolución en América Latina tiene sus más profundas raíces históricas en el movimiento de liberación contra el colonialismo europeo del siglo XIX y contra el imperialismo en este siglo. La epopeya de los pueblos de América y las grandes batallas de clase contra el imperialismo que han librado nuestros pueblos en las décadas anteriores constituyen la fuente de inspiración histórica del movimiento revolucionario latinoamericano.

3. Que el contenido esencial de la revolución en América Latina está dado por su enfrentamiento al imperialismo y a las oligarquías de burgueses y terratenientes. Consiguientemente, el carácter de la revolución es de la lucha por la independencia nacional, emancipación de las oligarquías y el camino socialista para su pleno desarrollo económico y social.

4. Que los principios del marxismo-leninismo orientan al movimiento revolucionario de América Latina.

5. Que la lucha revolucionaria armada constituye la línea fundamental de la Revolución en América Latina.

6. Que todas las demás formas de lucha deben servir y no retrasar el desarrollo de la linea fundamental que es la lucha armada.

7. Que para la mayoría de los países del continente el problema de organizar, iniciar, desarrollar y culminar la lucha armada constituye hoy la tarea inmediata y fundamental del movimiento revolucionario.

8. Que aquellos países en que esta tarea no está planteada de modo inmediato de todas formas han de considerarla como una perspectiva inevitable en el desarrollo de la lucha revolucionaria en su país.

9. Que a los pueblos de cada país y a sus vanguardias revolucionarias corresponderá la responsabilidad histórica de echar hacia adelante la revolución en cada uno de ellos.

10. Que la guerrilla como embrión de los ejércitos de liberación, constituye el método más eficaz para iniciar y desarrollar la lucha revolucionaria en la gran mayoría de nuestros países.

11. Que la dirección de la revolución exige como un principio organizativo la existencia del mando unificado político y militar como garantía para su éxito.

12. Que la solidaridad más efectiva que pueden prestarse los movimientos revolucionarios, entre sí, la constituye el desarrollo y culminación de la propia lucha en el seno de cada país.

13. Que la solidaridad con Cuba y la colaboración y cooperación con el movimiento revolucionario en armas constituyen un deber insoslayable de tipo internacional de todas las organizaciones antiimperialistas del continente.

14. Que la Revolución Cubana como símbolo del triunfo del movimiento revolucionario armado y los países donde se llevan a cabo las acciones revolucionarias armadas, constituyen la vanguardia del movimiento antiimperialista latinoamericano.

15. Que los pueblos directamente colonizados por las metrópolis europeas en su camino para la liberación tienen como objetivo inmediato y fundamental, el luchar por la independencia y mantenerse vinculados a la lucha general del continente como única forma de evitar ser absorbidos por el neocolonialismo norteamericano.

16. Que la Segunda Declaración de La Habana, recogiendo la hermosa y gloriosa tradición revolucionaria de los últimos 150 años de la historia de América, constituye un documento programático de la Revolución Latinoamericana que los pueblos de este continente durante los últimos cinco años han confirmado, profundizado, enriquecido y radicalizado.

17. Que los pueblos de América Latina no tienen antagonismos con ningún otro pueblo del mundo y le extienden su mano fraternal al propio pueblo de los Estados Unidos, al que exhorta a luchar contra la política represiva de los monopolios imperialistas.

18. Que la lucha en América Latina estrecha sus vínculos de solidaridad con los pueblos de Asia y África y de los países socialistas y progresistas, los trabajadores de los países capitalistas y, en especial, con la población negra de los Estados Unidos que sufre a la vez la explotación de clase, la miseria, desempleo, la discriminación racial y la negación de los más elementales derechos humanos y constituye una importante fuerza a considerar en el contexto de la lucha revolucionaria.

19. Que la lucha heroica del pueblo de Viet Nam presta a todos los pueblos revolucionarios que combaten al imperialismo, una inestimable ayuda y constituye un ejemplo inspirador a los pueblos de América Latina.

Nosotros, revolucionarios de nuestra América, la América al sur del Río Grande, sucesores de los hombres que nos dieron la primera independencia, armados de una voluntad inquebrantable de luchar y de una orientación revolucionaria y científica y sin más que perder que las cadenas que nos oprimen,afirmamos que nuestra lucha constituye un aporte decisivo a la lucha histórica de la humanidad por librarse de la esclavitud y de la explotación.

¡América o Muerte!

La Habana, agosto 1967
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Fuente original en edición papel, digitalizada por "Ruinas Digitales":
Cristianismo y Revolución Nº 5
Revista del grupo cristiano-marxista de igual nombre. Algunos de sus miembros (Fernando Abal Medina, Graciela Daleo, etc.) participarían más tarde en la fundación de la organización terrorista MONTONEROS. También colaboraba el periodista uruguayo Eduardo Galeano, militante de la organización terrorista TUPAMAROS.




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miércoles, 5 de junio de 2013

Psicopatología del terrorismo islámico



“Los traje al mundo para que fueran mártires, para que se conviertan en mártires en el nombre de Allah. No hubo un momento específico en que ellos hayan mostrado el deseo de ser mártires, yo se lo inculqué y ellos lo siguieron… y los que apenas están comenzando, sin duda continuarán por este camino”.

Mariam Farhat, una ex miembro del Parlamento de Hamás en Gaza, crió a sus seis hijos para que cometieran ataques terroristas en contra de israelíes. Ella esperaba que murieran en acción, de manera que se convirtieran en mártires. Ahora, sus nietos propagan el mismo mensaje en el canal televisivo de Hamás.

En marzo de 2002, Muhamed, el hijo de 17 años de Farhat, entró a una comunidad israelí abriendo fuego contra niños de una escuela y tirando granadas contra las instalaciones. Asesinó a 5 alumnos e hirió a otros 23. Cuando Farhat escuchó que su hijo había muerto luego de perpetrar el ataque, salió a celebrar regalando cajas de halva y chocolates a la gente por la calle. En un vídeo publicado después del ataque se puede ver a Farhat despidiendo a su hijo Muhamed, que estaba por salir a la misión suicida.

“¿Cómo me siento prometiéndole a mi hijo el paraíso?” se pregunta retóricamente. “Por Allah, hoy es el día más feliz de mi vida”.

Otro de sus hijos, Rawad, murió cuando su coche que llevaba un cargamento de cohetes Quassam fue alcanzado por la Fuerza Aérea israelí.

Asimismo, Nidal, su hijo mayor, fabricaba cohetes para Hamás que fueron los que se utilizaron para atacar Tel Aviv y Jerusalén. Farhat más adelante sería popularmente conocida como “Umm Nidal” (madre de Nidal) cuando éste fue alcanzado por las fuerzas de seguridad israelíes. Farhat le dijo a su nieto de 4 años, Imad: “Tu serás mártir algún día y te reunirás con tu padre”.

En 2009 le dijo a National Geographic que estaba presionando al resto de sus hijos para que se convirtieran en mártires.

Farhat murió a comienzos de este año, pero logró pasar su mensaje de odio a sus siguientes generaciones. Un mes luego de su muerte, el canal televisivo Al-Aqsa TV perteneciente a Hamás, sacó al aire un programa donde aparecían varios de sus nietos. Cuando la niña fue presentada como la hija de Nidal, ella se mostró orgullosa del "oficio" de su padre. A continuación, cuándo le preguntaron si seguiría sus pasos, respondió afirmativamente.

Más adelante en el mismo programa, los nietos de Farhat cantaron a coro:

“La Yihad otorga orgullo y gloria sobre aquellos que buscan convertirse en un mártir”... seguido de un... “Oh, artefacto explosivo de la gloria, con tu sangre, traes la libertad”.

Al finalizar el programa, el presentador elogió a Farhat: “Ella inculcó a sus hijos desde temprana edad el amor al martirio por el bien de Allah, así cómo el amor a la patria y la defensa de la misma. Deberíamos aprender de ellos, debemos perseverar en la Yihad con el fin de liberar esta tierra”.

En una entrevista con el diario en árabe Al-Sharq Al-Awsat, con base en Londres, publicada en el 2002, Farhat explicó el proceso para criar a un niño que sea un terrorista suicida:

“Por el amor que le tengo a mi hijo, lo motivé a morir como un mártir por el bien de Allah... esta es la atmósfera en la que el martirio se desarrolló en el alma de Muhamed. Yo, como madre, naturalmente motivé el amor al Yihad en el alma de Muhamed y en las de todos mis hijos, que pertenecen a las Brigadas Al-Qassam. Muhamed estaba dispuesto a llevar a cabo cualquier operación de martirio. Él me juró que la única razón por la que amaría la vida sería por el Yihad. Él agarraba su arma y me decía: ‘Mamá, esta es mi novia’. Él amaba tanto su arma...”

La capacidad de Farhat para sacrificar a tres de sus hijos enviándolos directo a la muerte y preparar para ello también a sus nietos, no tiene límites:

“Deseo haber tenido 100 hijos como Muhamed... Los sacrificaría a todos en el nombre de Allah”.

viernes, 24 de mayo de 2013

Testamento político del General Jorge Videla



Ante el reciente fallecimiento del ex Teniente General y Presidente de la República Argentina, Jorge Rafael Videla, rescatamos del olvido un documento de gran relevancia histórica.

Se trata de la declaración que el general leyó en la ciudad de Córdoba el 16 de septiembre de 2010 en un tribunal kirchner-montonero. Asimismo, las palabras del coronel Nicolás Rodriguez Peña que el acusado citó, constituyen el más preciso Epitafio que pudiera escribirse para resumir la tarea o misión que la historia asignó a las Fuerzas Armadas, y al general Videla en particular, en la compleja y trágica década setenta del siglo XX.
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Señor Presidente:

Con el debido respeto a su investidura, me dirijo a Ud. como Presidente de este Tribunal, pero con el deseo de llegar a mis conciudadanos y, en particular, a mis jóvenes camaradas del Ejército, que no han vivido lo que es materia de este juicio y resultan víctimas propicias para ser confundidos y engañados.

No soy yo quién debe decirle a Ud. que la indagatoria, así como su ampliatoria de la que estoy haciendo uso, son instrumentos jurídicos en beneficio del ejercicio de la legítima defensa en juicio.

Pues bien, no he venido hoy a defenderme ante un Tribunal al que ni la Constitución Nacional, ni las Leyes nacionales ni internacionales incorporadas a ella le reconocen competencia para juzgarme; menos aún para juzgarme por hechos ya juzgados en la Causa 13/84, llamada de los Comandantes, por la que cumplo injusta condena a reclusión perpetua, desde el mes de diciembre de 1985, con la accesoria de destitución e inhabilitación absoluta y perpetua.

Tampoco he venido hoy a defender a quienes fueron mis subordinados durante la Guerra interna librada por la Nación Argentina contra el terrorismo subversivo; para ello están la valentía y el coraje con que lo hacen los propios interesados, acompañados por la brillante defensa técnica que realizan sus abogados defensores casi a diario, dando ejemplo de espíritu de servicio para con sus asistidos y de solidaridad para con sus colegas; ello quedó palmariamente demostrado en el tratamiento de la Recusación al Vocal de este Tribunal Dr. Pérez Villalobos.

He venido sí, a honrar mis responsabilidades castrenses asumidas en plenitud, respecto de lo actuado por el Ejército en la guerra ya citada, ordenada por un Gobierno constitucional en pleno ejercicio de sus facultades, único caso en la región, que culminara con una victoria posibilitada por el apoyo mayoritario del pueblo argentino.

Sr. Presidente: hace ya dos meses que, en forma insistente y reiterada, venimos escuchando testimonios poco espontáneos y hasta teatralizados que, a través de una repetición sistemática de acusaciones falaces, centradas en dos de los acusados a los cuales se pretende ridiculizar con apodos y extravagancia en el vestir, apuntan en el fondo al desprestigio del Ejército, usando metodologías gramscianas.

Todos los testigos a su vez, se presentan como víctimas, cuando el común denominador que los une es haber pertenecido al terrorismo, tal como está debidamente comprobado por los antecedentes penales que se han agregado a la causa.

Finalmente, el agravio a la institución Ejército Argentino ha llegado a tal grado de insensatez, que no ha faltado quién la calificara de “asociación ilícita”. (1)

Me opongo terminantemente a tal calificativo, que presupone que la asociación ilícita pueda ser la normal relación entre el que manda y el que obedece, cuando en realidad dicha relación no puede ser otra que la subordinación.

Subordinación no es obediencia ciega al capricho del que manda. Subordinación es obediencia consciente a la voluntad del superior, en función de un objetivo que está por encima del que manda y del que obedece -en nuestro caso la legítima defensa de la nación agredida- en virtud del cual el mando deja de ser arbitrario y la obediencia se ennoblece.

No, Sr. Presidente, no podemos equivocarnos en andar buscando un Ejército bueno y un Ejército malo. Ejército hay uno solo: el de las Guerras por la Independencia; el de la Reorganización Nacional; el de los Héroes y Mártires contemporáneos; el que contó entre sus filas a mi padre y a tres de mis hijos y cuenta hoy con uno de mis nietos; el que tuve el honor de comandar; el de ayer, el de hoy y el de siempre, con sus virtudes y defectos, permanentemente al servicio de la Nación, como institución fundamental de la República.

Es a ese Ejército, al que represento en estas circunstancias, al que quiero desagraviar, denunciando una campaña sistemática de desprestigio, con vistas a su destrucción como Institución de la República, objetivo intermedio para subvertir la Nación, al mejor estilo de Gramsci.

Tal vez Sr. Presidente, valga recordar una famosa frase de Nicolás Rodríguez Peña que decía:

"Que fuimos crueles ¡vaya con el cargo! Mientras tanto, ahí tienen Uds. una Patria que no está en el compromiso de serlo. La salvamos como creíamos que debíamos hacerlo. ¿Hubo otros medios? Nosotros no los vimos, ni creíamos que con otros medios fuéramos capaces de hacer lo que hicimos. Arrójennos la culpa al rostro, y gocen de los resultados. ¡Nosotros seremos los verdugos, sean Uds. los hombres libres!”. (2)

Sr. Presidente: En tal sentido, que fuimos crueles nadie lo dude; sí, lo hicimos en el marco de crueldad que impone toda guerra por su propia naturaleza; pero no fuimos sádicos ni integramos una asociación ilícita.

Sr. Presidente: He terminado mi exposición, gracias por escucharme.
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1- El terrorista montonero Juan Gelman.
2- En respuesta a quienes condenaron el fusilamiento en 1810 del virrey Liniers y varios contrarrevolucionarios ordenado por Mariano Moreno.

Carta de Termidorianos a los Cadetes del Colegio Militar de la Nación

El Termidor argentino. Entrevista a Jorge Fernández Zicavo.

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viernes, 17 de mayo de 2013

General Jorge Rafael Videla ¡PRESENTE!



Como era previsible, tras conocerse el fallecimiento esta madrugada del preso político y ex Teniente General del Ejército Argentino Don Jorge Rafael Videla en las mazmorras del gobierno presidido por la antigua terrorista montonera Cristina Fernández de Kirchner, la izquierda que en la pasada década del '70 desencadenó una sangrienta "guerra revolucionaria contra la sociedad y el Estado" (conclusiones de la Causa 13/84) para tomar el poder y proclamar una Patria Socialista con dictadura de Partido Único, comenzó a vomitar histéricamente su patológica y obscena alegría.

No perderemos el tiempo comentando las declaraciones efectuadas por los terroristas homicidas de ayer que hoy dan lecciones de democracia y derechos humanos con su mano izquierda, mientras con la derecha saquean las arcas del Estado con una voracidad insaciable. Tampoco comentaremos las surrealistas reseñas publicadas en una prensa internacional (en particular, la española), que ignora los datos básicos de aquella década argentina. Unos y otros repiten como autistas un relato de ciencia ficción sobre fantásticos "genocidios", "campos de concentración" y "terrorismo de Estado" que jamás existieron.

Simplemente queremos rendir homenaje al comandante en jefe de un Ejército que cumpliendo lo ordenado por un gobierno constitucional, y al precio de 608 militares y policías asesinados en atentados o caídos en combate, aniquiló a una subversión marxista alentada y entrenada militarmente por la República Socialista de Cuba; marioneta de la Unión Soviética en aquellos años de "guerra fría" que anteriormente ya había abierto frentes guerrilleros con militares cubanos en Venezuela (1961), en la misma Argentina (Salta, 1963), y en Bolivia (1967) bajo el mando del Che Guevara. Tres países, por cierto, que entonces tenían gobiernos constitucionales.

Como general, y como presidente de un gobierno legitimado por todos los partidos políticos (incluidos el Comunista y el Socialista), las Asociaciones Empresariales, la Confederación General de Trabajo, la Iglesia, la Prensa, la Banca, etc., que pidieron al Ejército que tomara el poder, Jorge Rafael Videla ya figura entre los grandes contrarrevolucio-narios de la historia que frenaron la expansión del imperialismo soviético mediante una eficiente estrategia política y militar. Y con la dificultad añadida de que la guerra revolucionaria desatada por la izquierda argentina fue, y sigue siendo, la única "urbana" de América Latina y del mundo, lo cual obligó a diseñar una doctrina de guerra contrarrevolucio-naria específica que desde entonces es estudiada en todas las academias militares. Afortunadamente, el factor disuasorio que esta experiencia lega a las futuras generaciones, garantiza que la izquierda nunca más volverá a desatar una guerra civil como estrategia para tomar el poder; a no ser, claro está, que quiera suicidarse.

La apátrida y mercenaria izquierda argentina jamás le perdonará aquella demoledora victoria, pero la inmensa mayoría del pueblo le agradecerá eternamente haber aniquilado a los hijos bastardos de la Nación que osaron alzarse en armas contra ella.
Respecto a la "dictadura militar", así como en enero de 1974 el general Perón decidió "exterminar a los terroristas uno a uno... con la ley o fuera de la ley", el general Videla (y todos los altos mandos de las FF.AA.) consideró que en situaciones críticas la defensa de la Nación está por encima de cualquier ordenamiento legal, incluida la Constitución. Criterio legitimador de golpes de Estado "defensivos" que compartimos plenamente, y sobre el que existe una abundante casuística internacional desde el 458 a.c. con la dictadura del general romano Lucio Quincio Cincinato; o con la premisa de Jean-Jacques Rousseau en El Contrato Social:

En ciertos casos, la inflexibilidad de las leyes impide reaccionar ante los acontecimientos y puede causar la destrucción del Estado.


Como anticomunistas y defensores de la milenaria cultura occidental, despedimos respetuosamente al general "termidoriano" Jorge Rafael Videla y enviamos un abrazo a su familia.

Jorge Fernández Zicavo
Coordinador


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El "internacionalismo proletario" en las colonias soviéticas

Muro de Berlín, 10 de noviembre de 1989. Última de las insurrecciones nacionales contra el imperialismo soviético en Europa oriental



Fernando Díaz Villanueva

"La rebelión de los albañiles"
Checoslovaquia y Alemania, 1953

A principios del mes de junio de 1953 las fábricas de la Checoslovaquia comunista se pusieron en huelga. Pero en el paraíso de los trabajadores estaba prohibido dejar de trabajar, de modo que las huelgas terminaron en agrios enfrentamientos entre la policía y los manifestantes

En el clímax de la revuelta, horas antes de que el Ejército Rojo la reprimiese con inusitada dureza, los huelguistas de la fábrica de Skoda en Pilsen forzaron las puertas del ayuntamiento y colgaron en el balcón del alcalde la bandera de Estados Unidos. No contentos con eso, la emprendieron con la numerosa simbología comunista que inundaba la ciudad.
Hasta ahí podían llegar los magnánimos ocupantes rusos. Tras el numerito del ayuntamiento se declaró la ley marcial y los tanques soviéticos hicieron acto de presencia, ahogando en sangre los anhelos de libertad de los checoslovacos. Stalin ordenó una purga integral en los cuadros del partido comunista checo, que al día siguiente ya tenían explicación oficial para lo ocurrido. Los sucesos de Pilsen no se debían a la insatisfacción de los trabajadores, sino a una provocación por parte de agentes del imperialismo infiltrados entre la masa obrera, que, al parecer, era tonta del bote y reaccionaba como un perrito de Pavlov ante cualquier estímulo.

Lo de Pilsen no debería haber pasado de ahí, pero las noticias (especialmente las buenas) viajan a gran velocidad. Dos semanas después, a 400 kilómetros, los albañiles germano-orientales que levantaban a toda prisa los edificios monumentales de la Stalinallee (avenida de Stalin) berlinesa se bajaron del andamio. Las razones eran similares a las que, días antes, habían esgrimido sus vecinos checos. Estaban hartos de trabajar cada vez más por el mismo dinero, que, para colmo, perdía valor de un día para otro. Si eso era el socialismo, mejor se quedaban con lo que tenían sus paisanos del sector occidental, víctimas de la ley de bronce de los salarios, que, inexplicablemente, les llenaba el plato de comida, el armario de ropa y la cuenta corriente de marcos occidentales, que todos querían y para todo valían. El drama de los berlineses orientales es que tenían muy cerca el espejo donde mirarse.

Nadie, ni el SED (Partido Socialista Unificado de Alemania) ni las autoridades de ocupación soviéticas, se esperaba que pasase algo así en el mismo Berlín Este, estandarte de la Europa comunista. Y mucho menos entre los obreros de la construcción, flor y nata de la orgullosa clase trabajadora socialista, que había tomado, tras siglos de esclavitud, las riendas de su propio destino. Los albañiles de la Stalinallee, efectivamente, eran socialistas de pura raza, habitantes de los barrios obreros de la capital y votantes habituales de los partidos de izquierda desde los tiempos del káiser. Nada que ver con los comerciantes o los granjeros, miserables pequeñoburgueses atados a la propiedad y a ideas trasnochadas y ferozmente contrarrevolucionarias, como el ánimo de lucro o la libertad para moverse de acá para allá sin necesidad de informar previamente al Gobierno.

Entonces, ¿por qué los albañiles se rebelaban contra el tipo de república que, al menos sobre el papel, mejor defendía sus ideas? Por algo tan simple como las condiciones de trabajo. Walter Ulbricht, el caudillo de la Alemania Oriental, quería terminar a toda prisa las obras de la Stalinallee –levantada sobre las ruinas decimonónicas de la Frankfurter Allee– para ofrendársela a sus amos soviéticos como gesto de sumisión. Para ello decretó cuotas laborales extraordinarias que, en el caso de los albañiles, suponían un 10% de carga de trabajo extra por el mismo salario, librado en devaluados marcos orientales. Había que construir el socialismo y todos debían esforzarse, empezando por los albañiles de una avenida tan emblemática como aquella.

La revuelta duró dos días, el 16 y el 17 de junio. Durante el primero los albañiles, unos 10.000, se dirigieron en manifestación hasta la sede del SED, un gran complejo gubernamental en la Leipziger Strasse que hasta 1945 había sido el cuartel general de Hermann Göring y su Luftwaffe. Montaron allí un piquete y exigieron a gritos que saliesen los jerarcas del régimen –Ulbricht, Wilhelm Pieck y Otto Grotewohl– a darles una explicación. No salió ninguno de los tres; pero, presos de la estupefacción por lo que estaba ocurriendo en la calle, enviaron a un joven ministro, Fritz Selbmann, para que soltase un mitin a los enfurecidos albañiles.

Selbmann apeló, como buen comunista, a la solidaridad política y les prometió que revisarían las cuotas laborales, convirtiéndolas en voluntarias. En el socialismo real la palabra voluntario significa que, si no haces lo que se te pide, el aparato del Estado cae sobre ti y sobre tu familia. Los albañiles ya habían aprendido una lección tan básica y abuchearon a Selbmann, que tuvo que regresar atemorizado al interior del edificio. La manifestación se dirigió entonces a la Alexanderplatz, donde los cabecillas convocaron una huelga general nacional para el día siguiente. A fin de informar a toda la ciudad, se dividieron en dos grupos: uno se dirigió a los barrios obreros de Lichtenberg y Hellersdorf, mientras que el otro enfiló la inacabada Stalinallee hacia el distrito de Friedrichshain. Confiados, tomaron una furgoneta con megáfonos normalmente empleada para difundir propaganda gubernamental y recorrieron parte de la ciudad. Al anochecer la dejaron aparcada en un lugar visible, para que las autoridades la recuperasen intacta. En fin, eran alemanes.

Todas las alarmas sonaron en Moscú. Si no acababan con la rebelión de los plebeyos, Estados Unidos podría interceder en su favor y tratar de convertir Berlín en algo parecido a una ciudad libre administrada por el mando aliado. Y por libre había que entender libre, es decir, capitalista. Al día siguiente todo estaba preparado: de un lado, los soviéticos con sus tanques debidamente artillados; del otro, los obreros con sus pancartas.

A primera hora de la mañana la multitud tomó Unter den Linden, en una gran manifestación cuyo punto final era la Puerta de Brandemburgo. Otro grupo se dirigió a la Potsdamer Platz, donde asaltó una comisaría de la Volkspolizei (policía del pueblo o Vopo) y arrojó por la ventana los expedientes de la Stasi. A media mañana la situación se salió de madre. Los manifestantes empezaron a entonar la tercera estrofa del Deutschland über alles, elegida recientemente como himno de Alemania Occidental. Unos jóvenes se encaramaron a la Puerta de Brandemburgo y arrancaron la bandera roja de la Unión Soviética que allí ondeaba desde la conquista de Berlín. Hecho esto, se pusieron a gritar como locos "¡Queremos pan, queremos libertad!", justo lo que los comunistas les habían hurtado.

Aquello era demasiado. Los soldados fronterizos americanos asistían boquiabiertos al espectáculo. En previsión de lo peor, el mando occidental ordenó apoyar a los rebeldes prestándoles protección según cruzasen la línea. Los berlineses del Oeste, por su parte, animaban a sus vecinos o se sumaban alegremente a la algarada.

El sanguinario Lavrenti Beria, que se había desplazado ex profeso desde Moscú, declaró el estado de excepción y dio órdenes de abrir fuego a discreción. Nadie se iba a salvar. Tras caer los primeros, la masa huyó despavorida por las calles. Lejos de dejarlos marchar, los soldados rusos y los agentes de la Policía del Pueblo tenían órdenes de disparar a matar y por la espalda. Así murió el niño Rudi Schwander, de un tiro en la nuca cuando corría hacia el sector occidental huyendo de los vopos. La matanza fue espantosa. Al caer la tarde, cerca de 500 cadáveres tapizaban las calles del Berlín comunista. Otros 100 morirían fusilados en las semanas siguientes, acusados de sedición. Hubo casi 2.000 heridos y más de 5.000 detenidos, 1.200 de los cuales fueron condenados a trabajos forzados. Dieciocho soldados soviéticos fueron juzgados y ejecutados por negarse a disparar a civiles indefensos.

Piedras contra tanques y ametralladoras

La revuelta de Berlín se contagió por todo el país, ocasionando una auténtica revolución obrera en la que participaron medio millón de personas y que se saldó con más de 2.000 muertos.

Mientras todo esto ocurría, el dramaturgo Bertolt Brecht, niño mimado de la izquierda occidental, apoyaba la represión desde su lujoso apartamento berlinés. El paraíso socialista tenía un coste perfectamente amortizable en aras de un futuro dichoso e igualitario.

El 21 de junio, cuatro días después de la masacre, se reunió el politburó del SED para analizar lo ocurrido. Veredicto: todo había sido obra de "agentes imperialistas y bandidos fascistas" que actuaban instigados por Eisenhower y por la marioneta de Bonn, apelativo que reservaban para Konrad Adenauer, canciller de la RFA.

El renano denunció en todos los foros internacionales la salvaje represión soviética, y declaró el 17 de junio fiesta nacional de la Alemania libre. Para que no se olvidase nunca aquella jornada heroica, el ayuntamiento de Berlín Occidental cambió el nombre a una de las principales avenidas de la ciudad, la Charlottenburger Chaussee, por el de Strasse des 17 Juni, que es como se sigue llamado hoy. Mide cuatro kilómetros, atraviesa el centro de Berlín, alberga la columna de la Victoria y el Tiergarten y va a morir a los pies de la Puerta del Brandemburgo, el mismo lugar donde, hace sesenta años, la República de los Trabajadores asesinó por la espalda a sus propios obreros.

Sellos postales conmemorando la masacre

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14.11.2011

lunes, 22 de abril de 2013

Rebelión en el GULAG

Prisioneros tendiendo vías en el Círculo Polar Ártico



Fernando Díaz Villanueva

En la larga y criminal historia del G.U.L.A.G. (Dirección General de Campos de Trabajo) sólo se produjo un gran motín, que además fracasó: únicamente sobrevivieron, y por poco tiempo, 19 de sus más de 100 protagonistas. Tuvo lugar en 1942, en Lesoreid, un subcampo del terrorífico complejo de trabajo esclavo de Vorkutá, durante los meses en que el Ejército Rojo se batía en retirada por el avance alemán. La Wehrmacht nunca llegó hasta allí, pero un grupo de prisioneros, alentados por esa posibilidad, se lió la manta a la cabeza y se rebeló contra sus carceleros.

Se la conoce como la rebelión de Ust-Usa, por el pequeño pueblo siberiano donde los rebeldes trataron, en vano, de refugiarse tras la fuga del campo de concentración, una prisión forestal en la que los prisioneros se dejaban la vida talando árboles en condiciones brutales a cambio de un plato de gachas. No fue la primera ni la única evasión del Gulag, pero sí la que más aterrorizó a las autoridades soviéticas. Los prófugos ni se dispersaron ni se escondieron en la taiga; muy al contrario: se armaron y plantaron cara a las milicias del NKVD.

El cerebro del levantamiento fue un prisionero común, Mark Retyunin, condenado a trabajo forzado tras haber robado un banco. Cuando se produjo la rebelión llevaba diez años en Siberia y su situación era relativamente privilegiada en el campo. Los guardias le apreciaban y le habían encomendado la labor de dirigir las cuadrillas de trabajadores. Retyunin era de los pocos presos comunes que se dejaban la vida en los bosques; casi todos sus compañeros de presidio eran presos políticos provenientes de la Rusia occidental y condenados a la reeducación por la vía del trabajo.

Los presos políticos eran los que peor lo pasaban en el Gulag. Los capitostes les asignaban los peores trabajos en los lugares más insufribles, los situados por encima del Círculo Polar Ártico: allí, la esperanza de vida se cifraba en meses. En invierno la temperatura bajaba hasta los treinta bajo cero, y una oscuridad penetrante que duraba varios meses se ceñía sobre la región. En verano la tundra se convertía en un intransitable cenagal plagado de insectos. En sitios así las alambradas no eran necesarias porque, simplemente, no había posibilidad de escapar con vida.


Retyunin, sin embargo, tenía un plan que, a pesar de su buena disposición para con los amos, había ido madurando con los años. Primero liquidaría a los guardias rojos apoderándose de sus armas, luego tomaría el cercano pueblo de Ust-Usa y allí se atrincheraría con el resto de presos. El ejército no podría intervenir porque se encontraba en plena desbandada; además, su plan era rebelarse en pleno invierno, cuando las comunicaciones de Ust-Usa con el resto de Rusia quedaban interrumpidas.

La noticia del levantamiento no tardaría en ir saltando de campo en campo a través del inmenso archipiélago de Vorkutá. Como había muchos más prisioneros que guardias, era una cuestión de tiempo que toda la provincia de Komi se declarase en rebeldía sin que Moscú, sitiada por los alemanes, pudiese hacer nada para impedirlo.

El 24 de enero dio comienzo la rebelión. Se eligió ese día porque caía en sábado y los guardias acostumbraban a bañarse todos juntos en un barracón. Uno de los conjurados, un chino de nombre Lu Fa que trabajaba en los baños, cerró la puerta y avisó al resto para que se hiciesen con las armas y los uniformes, que incluían botas de invierno, sin las cuales era impensable adentrarse en la taiga. Retyunin coordinó la operación. Ya debidamente armado, asaltó el almacén principal y se hizo con provisiones y munición. Una hora después, el campo de Lesoreid había caído. La mitad de los prisioneros, unos 100, se unió al motín.

El grupo caminó hasta Ust-Usa. Una vez allí tomó la estafeta de correos, donde se encontraba la estación de radio, y cortó las comunicaciones. Ese fue el primer error que cometieron. Acto seguido tomaron al asalto la cárcel del pueblo y liberaron a sus prisioneros después de matar a los guardias que la custodiaban. Ese fue su segundo error. Les quedaba por hacerse con el cuartel de la milicia, bien pertrechada y cuyos miembros sabían que, de rendirse, lo que les esperaba era un tiro en la nuca. Los milicianos resistieron toda la noche en una batalla que se cobró varias vidas entre los amotinados. Los rebeldes carecían de artillería y no eran suficientes para conquistar el cuartel.

Los aldeanos, espantados por la fiereza de los rebeldes y temerosos de la reacción de la Cheka, huyeron al bosque y avisaron a las autoridades desde una emisora que el ejército tenía escondida. Una vez al corriente de lo sucedido, la NKVD puso toda la carne en el asador y envió un nutrido contingente militar para retomar el pueblo. Retyunin ordenó abandonarlo y buscar refugio en el bosque. Los rebeldes llegaron a un pequeño asentamiento maderero equipado con radio, donde se enteraron de que la milicia les seguía los pasos. Se internaron de nuevo en la taiga y buscaron refugio en una granja de caribúes.

El NKVD los encontró allí tres días después. Se produjo entonces un sangriento choque entre los abetos nevados. Una treintena de insurrectos consiguió salir con vida del enfrentamiento con los milicianos, que llegaban en manadas, bien comidos y provistos de munición. La única opción era internarse aún más en los bosques congelados, donde tendrían alguna oportunidad de sobrevivir, aunque fuese comiéndose los unos a los otros, como solía ocurrir en ciertas fugas de los campos siberianos. La técnica consistía en formar un grupo de tres para escaparse. Uno de ellos, sin saberlo, sería la comida de los otros dos. En el argot del Gulag, al tercer hombre se le llamaba "suministro andante". Así de brutal e inhumano llegó a ser el paraíso comunista soviético.

Los supervivientes de la sublevación de Lesoreid consiguieron esquivar a los milicianos durante meses, incluso ganaron nuevos adeptos huidos de los campos, pero las fuerzas flaqueaban y el cerco se estrechaba. Con la llegada de la primavera, la NKVD redobló sus esfuerzos, llenando la región de Vorkutá de hombres armados con la orden de disparar. Fueron abatiéndolos uno a uno, como a animales. Si los cogían con vida, los milicianos se entretenían mutilándolos hasta la muerte; luego los ponían en piras de leña y les metían fuego.

Con la idea de obtener información, los agentes de la Cheka ordenaron capturar vivos a algunos. Los detenidos fueron sometidos a meses de torturas y eternos interrogatorios, que solían terminar en el paredón.

En agosto la rebelión se dio por sofocada. Mark Retyunin se suicidó de un tiro en la sien antes de entregarse. El resto murió de hambre, frío y privaciones en la taiga o acabó en manos de los milicianos. Sólo sobrevivieron 19, que fueron machacados en las celdas de castigo y luego enviados de vuelta a los campos, donde morirían poco después.

Ninguno vivió para contarlo. No se supo nada de la rebelión de Ust-Usa hasta la desclasificación de los archivos de la KGB, medio siglo más tarde. Casi nadie ha mostrado interés en esta increíble historia de heroísmo y lucha por la libertad. Los rusos, con toda lógica, se avergüenzan de episodios como este. Los occidentales miramos para otro lado, no vaya a ser que se ponga en duda la honorabilidad de la hoz y el martillo, símbolo imperecedero del crimen de Estado, el culto a la ideología y el asesinato premeditado y sistemático de gente inocente. Una amnesia colectiva que hace buena aquella respuesta que el infame dramaturgo comunista alemán Bertolt Brecht dio al filósofo Sydney Hook:

Cuanto más inocentes son, más merecen morir.

Libertad Digital - Suplementos
08.06.2011


lunes, 8 de abril de 2013

'Laogai': el agujero negro del maoísmo




Fernando Díaz Villanueva

El más extenso y poblado de los sistemas penitenciarios de la historia no fue el Gulag, aquel inmenso archipiélago de campos de concentración creado por la policía política soviética bajo el patrocinio de Stalin, sino el Laogai chino.

Por los campos del Gulag pasaron unos 14 millones de personas, la mayoría durante la última década del estalinismo; de ellas un millón y medio murieron en cautiverio o a causa de él. Para cuando el Gulag entró en crisis terminal, a principios de los años sesenta, el suyo se antojaba un récord difícil de superar. Pero no, justo en ese momento la China de Mao, que andaba de estreno revolucionario, tomó el relevo y fulminó todos los registros criminales de los camaradas soviéticos. En los campos de la China Popular, bautizados por el régimen como Laogai –que en chino significa "reeducación mediante el trabajo"–, el número de reclusos se multiplicó por cuatro, hasta superar los 50 millones. Casi la mitad, unos 25 millones, perecieron en ellos víctima del hambre, las enfermedades, el trabajo agotador, las condiciones infrahumanas de vida y las ejecuciones.

A lo largo del medio siglo de historia del Laogai se abrieron más de mil campos de trabajo y varios centenares de centros de detención, que operaban como antesala de los campos principales. Estaban repartidos por todo el país, aunque los jerarcas siempre tuvieron predilección por regiones remotas y desérticas como el Tíbet, Manchuria o Qinghai, una enorme y deshabitada región equivalente en superficie a dos veces Italia que terminó conociéndose como "la provincia penitenciaria".

A diferencia de los campos soviéticos, los Laogai no se concibieron como centros de mero castigo, que también, sino como lugares de internamiento para la rehabilitación ideológica a través del trabajo. Mao sabía que, tras las experiencias nazi y soviética, la palabra campo tenía muy mala prensa en el resto del mundo. Eso, y las peculiaridades de la cultura local, le llevó a crear un sofisticado sistema penitenciario en el que no había condenados, ni siquiera detenidos, sino ciudadanos cuyas convicciones revolucionarias flojeaban y a los que había que reformar y reeducar para beneficio de toda la sociedad.

Al campo se iba por cualquier cosa: denuncias anónimas, purgas dentro del partido, pequeños robos...; la cuestión no era ser o no culpable, sino tener la mala suerte de caer arrestado. La lógica del maoísmo era implacable. En el momento en que alguien era detenido pasaba automáticamente a ser culpable, y no al revés. No tenía la menor posibilidad de demostrar su inocencia. La maquinaria del Estado, que en el caso chino superaba con creces la inmarcesible frialdad de la apisonadora soviética, aplastaba cualquier atisbo de garantía jurídica.

Los detenidos estaban obligados a inculparse y a redactar su propio acta de acusación. Todos lo hacían. La policía disponía de todo el tiempo del mundo y de variados instrumentos disuasorios, como la privación del sueño, inacabables interrogatorios o el encierro en tenebrosas celdas de castigo, donde se ablandaba al reo mediante hambre y sed. Tras la autoinculpación llegaba el traslado al campo, donde el culpable habría de permanecer por un tiempo indefinido, hasta que fuese totalmente reeducado y se le pudiese reintroducir en la feliz China socialista.

Existían campos de tres tipos. Los jiuye eran campos especiales de trabajadores semiesclavos, generalmente víctimas de deportaciones, que cobraban un pequeño sueldo, con el que pagaban luego su comida y su alojamiento. Por encima de ellos estaban los laojiao, campos de reeducación temporales a los que iban a parar los infractores de normas administrativas. El último y más numeroso escalón penitenciario eran los Laogai, campos de trabajo en toda regla inspirados en los del Gulag soviético. Con algunas excepciones, ninguno de los campos era oficialmente un campo. El régimen se encargaba de ocultar el crimen tras denominaciones comerciales. Así, era muy usual que los campos fuesen fábricas o granjas estatales que, desde fuera, parecían eso mismo. De este modo Mao presumía en el extranjero de no tener apenas presos políticos, sino "estudiantes" y "trabajadores" que profundizaban en el conocimiento teórico del socialismo.


La columna vertebral del sistema eran los Laogai, en los que los carceleros comunistas pusieron todo su esmero. Aspiraban a construir un modelo perfecto de prisión mediante la anulación del individuo. El preso estaba allí para trabajar todas las horas que fuesen posibles, al tiempo que recibía un intenso lavado de cerebro por parte de una categoría especial de guardianes que cuidaba de la ortodoxia ideológica. Los reclusos estudiaban hasta memorizar las obras del Gran Timonel y tenían que escuchar diariamente el comentario de las noticias que salían en el Diario del Pueblo, órgano oficial del Partido.

Mao fijó "cuatro principios de base", que debían ser de curso obligatorio en todos los centros: el marxismo-leninismo, la fe en el maoísmo, la fe en el Partido y la dictadura democrática del pueblo. Estos principios constituían las "ideas justas" que llevarían al "criminal" por la "buena dirección". No se podía hablar de otra cosa. Temas de conversación como la familia, la comida, el deporte o el sexo estaban terminantemente prohibidos. Si alguien era sorprendido hablando de algo que no fuese política revolucionaria era castigado severamente. Y, lo más curioso de todo, sólo en esas circunstancias estaba permitido el castigo. En los Laogai los guardias no podían torturar, agredir o insultar a los presos.

Para llegar a recrear un mundo tan orwelliano, los directores de los campos utilizaban todo tipo de técnicas aparentemente no violentas. Lo primero era obligar a caminar a todo el mundo con la cabeza gacha, mirándose los pies, a todas horas del día, hiciesen lo que hiciesen. Luego venía la anulación propiamente dicha. Los barracones estaban atestados y los reclusos no dormían sobre camas individuales, sino sobre tablones en el suelo, uno junto al otro, sin espacio propio ni efectos personales. Las letrinas se situaban lejos de los barracones, que mantenían la luz encendida durante toda la noche, mientras un capo vigilaba para que nadie cuchichease a escondidas.

Con todo, el mejor modo de lograr la completa sumisión era la alimentación. En los Laogai el hambre y las enfermedades que de él se derivan eran la primera causa de muerte. Sólo había dos comidas diarias, extremadamente escasas. No se distribuía arroz ni carne, los presos tenían que conformarse con ínfimas raciones de caldo de maíz y verdura hervida. El centro de la vida del preso era ese caldo, que recibía sólo si la sumisión era absoluta. Un conjunto de incentivos y desincentivos muy poderoso hacía el resto.

Los presos desconfiaban los unos de los otros. Si uno denunciaba a un compañero de barracón por falta de entusiasmo durante las sesiones teóricas, tenía muchas probabilidades de obtener una ración extra de caldo o, directamente, el caldo del denunciado, que habría de purgar su pena en celdas espantosas. Los calabozos eran un pasaporte directo al otro barrio. Eran cubículos mínimos, auténticos nichos verticales donde el condenado apenas podía tumbarse y permanecía esposado con las manos a la espalda, haciéndose sus necesidades encima y comiendo como un animal agachado en el suelo. Una condena en el calabozo que superase los seis o siete días significaba la muerte, una muerte a cámara lenta en un campo en el que estaba prohibida la tortura y que, de puertas afuera, no existía más que como una granja especial. El colmo del sinsentido.

La alienación alcanzaba niveles tan angustiosos, que los Laogai se convirtieron en auténticas ciudades zombi, cuyos habitantes, vestidos con andrajos –ya que no se les entregaba ropa ni calzado–, trabajaban hasta dieciocho horas seguidas en campañas de autosuperación que los oficiales denominaban "lanzamiento del Sputnik". No había días de descanso, más allá de las jornadas festivas designadas por el Partido, y que se dedicaban íntegramente al lavado de cerebro mediante interminables peroratas teóricas sobre los logros del socialismo.

En 1990, tras la caída del Muro de Berlín y el ocaso del socialismo real en Europa del Este, las autoridades chinas decidieron suprimir el desgastado término Laogai por el de prisión. Sólo cambió el nombre, el modelo se mantuvo hasta 1997, cuando se anunció que estás cárceles para los cuerpos y las mentes iban a ser clausuradas. Pero los Laogai se resisten a morir, se calcula que entre seis y siete millones de personas siguen confinadas en campos de trabajo forzado, todos en la región del Tíbet. En Occidente, hoy como ayer, nadie dice nada. El comunismo sigue teniendo bula.

Libertad Digital - Suplementoss
Madrid, 11.04.2012